Son varias las ventajas que se logran al reconvertir una edificación existente: reducir escombros, disminuir transporte, aprovechamiento de materiales, ahorro de tiempo y disminución de costos, entre otros, pues lo construido, permite aprovechar la normativa anterior y contribuye a evitar la degradación de un sector, entre otras. En definitiva, es una modalidad de sustentabilidad en la construcción. La reconversión arquitectónica incide directamente sobre el uso, y no tanto sobre el método, por más que en un principio pueda parecer lo contrario. En palabras generales, es someter una edificación agotada a un proceso para que se pueda volver a utilizar. Esto es algo inseparable a cada edificio, pues siempre está la posibilidad de prolongar en el tiempo su uso.
Las modalidades conceptuales o maneras de expresión de esta acción son en principio las que se enuncian a continuación:
RECICLAR: cuyo objetivo es convertir la obsoleta edificación en una nueva.
RECUPERAR: volver a un estado de normalidad, volver a tomar lo que antes se tenía.
REUTILIZAR: volver a utilizar la edificación y darle un uso diferente al original.
REACONDICIONAR: proceso de mantenimiento, sea estéticamente o de instalaciones.
RESTAURAR o REPARAR: reparación de los desperfectos de una edificación.
RENOVAR: prolongar la validez en el tiempo, o modernización.
La conciencia de la reconversión es parte de un nuevo modelo productivo y cultural, muy interesante para estos tiempos precarios y delicados, abriendo, además, nuevas posibilidades de diseño arquitectónico. Por otra parte, el edificio puede aumentar enormemente su valor, tanto su venta o arriendo.
Ilustración: @kamilkoffice