Econciencia: Climatizar para atraer

climatizar

Sábado 23 de febrero de 2019, edición N°824




Calefaccionar, ventilar y enfriar eficientemente no constituyen solamente un tema de supervivencia;  evita además malestares o fomenta actitudes. Es sabido, por ejemplo, que en una oficina o en una fábrica el personal es (o debería ser) el ítem más preciado y costoso, por ello se lo debe cuidar. Un ambiente agradable en cuanto a temperatura hará que la gente trabaje mejor, grata, eficientemente y aumente así la proactividad. Habría menos enojos internos, menos ausencias laborales, menos pagos de licencias... Otro ejemplo son los centros de salud, en donde los pacientes se pueden sanar más rápidamente si el interior está adecuadamente climatizado. En los recintos educacionales pasa lo mismo: la docencia se facilita y con ello se aprende más. En los centros o locales comerciales la gente suele comprar más si hay un clima interior adecuado, en los museos la gente entra más frecuentemente, así como también van más a las bibliotecas públicas. Por otra parte, es usual que cuando se tiene invitados, aparte de que se coma mejor, el baño de visitas se usa y la casa se la sobrecalienta en invierno para quedar bien parados. Definitivamente son un 'atractor'.

Dependiendo de la época, pero especialmente en épocas muy calurosas o muy frías, estos lugares suelen ser puntos de encuentro y a su vez constituyen un gran ahorro de energía para las personas comunes (pues no están gastando energía en sus propias viviendas para paliar el calor o el frío), y para el que provee la climatización son grandes concentradores de clientes. La huella de CO2 se baja mucho con esta estrategia en donde todos ganarían, la cual obviamente se paga igual (generalmente va en el valor de los productos o servicios, pero muy reducidamente).

Recuerdo que mientras estudiaba en Londres, de largos y fuertes inviernos, estudiaba mucho en la biblioteca pública, visitaba muchos museos y concurría a las grandes tiendas a mirar productos varios; y no era el único, muchos de los londinenses hacían lo mismo para ahorrar energía. De regreso a mi casa caminaba a paso fuerte o tomaba buses con calefacción.

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