Posiblemente ocurre algo similar en diversos campos, pero en la arquitectura hay una gran diversidad de enfoques en torno a ser 'amigable' con el entorno. Entre ellas hay argumentos verdes que podrían interpretarse como simples negocios y otras como más loables. Para partir explicando esta variedad de posibilidades habría que preguntarse ¿qué se espera de la sustentabilidad en las edificaciones? y ¿de qué nos salva?
La respuesta de alguna manera apuntaría a cómo concebir interiores confortables que no dañen el ambiente, el cual es el único que tenemos y es más pequeño de lo pensado. Ahora, en el cómo se mide esto está la complicación: para algunos es cumplir una cantidad de puntos en una certificación, para unos basta con una buena aislación térmica (para ahorrar energía), para otros, contar con muchos dispositivos que generen energía (del tipo alternativos: fotovoltaicos o eólicos en general). También hay quienes argumentan que lo primordial es que se empleen materiales ecológicos (adobe, paja, maderas...), y quienes dicen que deben ser de materiales reciclados (metales, botellas, cajas varias, neumáticos, etc.). Muchos opinan que se trata de que al final de la vida útil del edificio este se pueda reciclar (usualmente denominado ciclo de vida, por ello lo ideal es que sea biodegradable o no genere escombros), y tantos otros, en cambio, cuentan con la premisa de que los materiales empleados requieran poca energía para ser producidos (o bien que liberen pocos contaminantes). También están quienes abogan porque lo construido sea eterno y no requiera mantenciones, los que apuntan a que no hay que emplear ni una sola máquina, y quienes piden que se parezca a un árbol, o los que piden que sea tipo construcción tradicional (con materiales cercanos y tecnologías ancestrales), y para la mayoría se trata de algo digno, en donde se pueda dormir en familia.
En principio todas las posturas son correctas, algunas gratis y otras por las que se debe pagar; algunas de ellas se basan en complejos mecanismos de mediciones y tabulaciones a completar mediante cuadros de complicadas instrucciones, en donde la única posibilidad de entenderlas, por lo tanto aplicarlas, es mediante un traductor (un especialista energético).
En mi opinión, todo el problema se resuelve absolutamente aplicando sentido común, pero actualmente el sentido común es lo menos común que existe, y es muy escaso. Es como si hubiese que preguntar qué tipo de ropa debe usarse en un día con frío y luego volver a preguntar si se la debe retirar si hace calor. Nadie es tan desatinado al respecto, salvo una persona con problemas de salud (en donde el sistema termorregulatorio no funcione adecuadamente). Al parecer la sustentabilidad es para personas desorientadas.