Inicio de la aventura familiar: España. Aquí lo más destacable –y desde el guardia de inmigración del aeropuerto– es la amabilidad de los españoles, realmente gratos y buenos para conversar (demasiado en algunos casos). En España, en los lugares de habla castellana, no hay modismos ni palabras inventadas, nunca un garabato, van sin rodeos. Otro aspecto increíble es en el cómo conducen, realmente fastidioso para mí: siempre señalizan, todos por la derecha, no usan la bocina, no hacen saludos con las manos, ni ponen caras feas; es más, cuando no alcancé a pasar un semáforo (por mal cálculo) y quedé tapando la pasada, nadie me saludó ni tocó la bocina, solo me esperaron.
Lo que es caro, al ir a Europa, es el pasaje de avión; comparativamente unas semanas de vacaciones en cabaña o casa, u hotel en Chile en una playa o lago (enero o febrero); en principio es mas costoso que en España en esos mismos meses (invierno, temporada baja allá). Algo de menor categoría es más económico, obviamente, pero a diferencia de nuestro país la calidad no baja mucho. Al igual que en los restaurantes, hasta el más sencillo puede ser buenísimo. Llama la atención la gran cantidad de personas (locales y turistas) que recorren sus calles, en especial en las tardes; disfrutan mucho del día, se dan el tiempo para compartir con otros en las miles de cafeterías y restaurantes disponibles en calles y buenas plazas: se entretienen con los exteriores; aunque el día esté muy frío, nunca elegirían un mall. No está la paranoia de los asaltos, pero sí lo la de los atentados, por ello la vigilancia policial es alta y en los lugares más visitados hay barreras de hormigón para cortar el paso.
En general las áreas más antiguas o históricas son casi siempre más atractivas que las nuevas: en ellas reside el gran poder de atracción para visitantes. Tal como en muchas partes del mundo, lo que se admira en cuanto a construcciones son los poblados de clase común y los caprichos de gente que ha acumulado grandes riquezas. Es así que Cáceres, casco histórico (Extremadura, lugar de gente extremadamente dura y de donde salieron muchos de nuestros conquistadores), es sumamente atractivo por sus callejuelas, y luego, por el otro lado está El Escorial (complejo del s. XVI que consta de un palacio real, una basílica con sepulturas de la realeza, un panteón, un monasterio, entre otras). Ambos son patrimonio histórico mundial. Actualmente no hay sectores poblacionales de calidad en ninguna parte del mundo así como tampoco se construyen palacios de calidad, solo hacemos conjuntos repetibles de casas, centros-comerciales y torres, pero ninguna de real interés; escaso aporte para el futuro.d