Cambios de todo tipo han trasformado tremendamente la industria de la construcción, desde aspectos técnicos, nuevos materiales, procesos constructivos sistematizados, masividad de las obras, trabajo en equipo con diversos especialistas, financiamientos y costos, tipos de contratos, mano de obra, herramientas de dibujo computacionales, abandono del dibujo manual, sustentabilidad y eficiencia, entre otros.

Estos cambios  rara vez son asumidos o considerados con la debida relevancia en los planes académicos de la mayoría de las universidades, esto especialmente se aprecia en los talleres de diseño arquitectónico, sus cursos medulares.

En general la educación arquitectónica se basa en la creación de un modelo muy atractivo formalmente (a su vez casi irrelevante) que se justifica por fundamentos muy conceptuales y esotéricos, pero alejados de la práctica profesional real. Se tiende a formar arquitectos de élite o genios solitarios del diseño (de escasa empleabilidad en general). Pareciera que lo más buscado es lograr hacer diseños que armen una moda mediante un extraordinario alarde en representación gráfica, con fabulosas vistas exteriores hechas en pocos minutos (muchas veces aéreas, en ángulos y luces poco humanos) y unas maquetas a escalas abstractas que son unas joyas, pero no constituyen arquitecturas habitables. Este celebrado ego hace que el estudiante se aleje de la realidad.

Los detalles constructivos, si es que se piden desarrollar, son una parte ínfima del proyecto. Ellos aparecen para cumplir más bien con una formalidad, pero en ellos no hay ningún aporte ni búsqueda, son solo trámites gráficos. Con lo cual en general los estudiantes no aprenden nada.

Con esta formación, los ingenieros calculistas, los evaluadores de costos, los proyectistas de todo tipo de instalaciones, asesores energéticos, entre otros, se convierten en una especie de equipo de nanas que harán que la propuesta de este arquitecto sea definitivamente algo real. Esto hace finalmente que el valor de la construcción suba y no asegura que el cliente viva gratamente en la obra así concebida.

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