El hormigón es un material de construcción compuesto por la mezcla de arena, grava, gravilla, cemento y agua. Utilizado hace siglos, continúa siendo el material más utilizado por sus múltiples aplicaciones y durabilidad. Pero, por otro lado, representa casi el 5% de toda la producción mundial de CO₂ debido a la fabricación del cemento, y este es un porcentaje que en años sucesivos no solo se mantendrá sino que se incrementará.
El cemento es el elemento fundamental del hormigón, este es junto con el acero y el aluminio los productos más consumidos mundialmente en la construcción. Cada tonelada de cemento producido significa una tonelada de CO₂. En el proceso de producción de cemento se necesita no solamente el triturado de los elementos que lo constituyen, sino que es necesario someter estos productos a una temperatura de entre 1.400 y 1.500 ºC, y para ello es necesaria mucha energía y combustible.
La construcción es un sector ideal para fomentar el uso racional de materiales, residuos y subproductos, pues, por una parte, consume grandes volúmenes de materias primas y, por otro, genera enormes cantidades de escombros procedentes de la demolición de edificios o de desperdicios de materiales provenientes de la construcción. Poco a poco se va expandiendo el interés por utilizar residuos en las nuevas edificaciones, aliviándose así el problema ambiental que origina la eliminación de los mismos.
Los residuos de construcción, conocidos habitualmente como escombros, varían según el tipo de construcción, y proceden en su mayor parte de demoliciones de edificios. La opción del reciclado de hormigón tiene por objetivo transformar los materiales de un hormigón antiguo en componentes para uno nuevo. Su implementación permite eliminar en parte el costo de los áridos (incluyendo también su traslado), y también los requerimientos de vertederos donde disponer el hormigón inservible. Para ello debe quedar absolutamente libre de impurezas (yesos, pinturas o metales).
Los inconvenientes de esta recuperación son el costo (es similar al nuevo) y la menor calidad de los nuevos hormigones (resistencias y elasticidad son más bajas), que para mejorar se añaden otros agentes y se utilizan en obras más simples. O bien pueden utilizarse como rellenos o para armar gaviones.
Lo ideal entonces sería no demoler las estructuras de hormigón, y debiera ser necesariamente reutilizado.