En la vida diaria estamos rodeados de metales y la mayor parte de ellos se pueden fundir y volver a procesar introduciendo nuevos elementos. Latas, motores, herramientas, cables... A diferencia de otros materiales, el acero y el hierro son 100% reciclables al final de la vida útil del producto y pueden reutilizarse en un número extenso de veces con la misma confianza. En este sentido, si se recicla constantemente acero, los recursos de energía y materia prima empleados en su producción podrán disminuirse.

Estos se obtienen mediante la minería y extracción con el respectivo gasto energético. El mayor problema es que se trata de un recurso no reversible, es decir que su aprovechamiento tiene que optimizarse para resguardar las reservas y minimizar la acción humana en estos proceso, que provocan grandes daños al medioambiente. Por tanto, el reciclaje de los metales ayuda de manera considerable a no empeorar la situación actual de daños ambientales, ya que al reciclarlos se reduce la contaminación del agua, aire y los desechos en prácticamente en un 70%, más los respectivos ahorros en costos de extracción y procesamiento. De ahí que sea importante entregar estos metales sin uso a una entidad autorizada, la cual se encargará de su debido procesamiento para que su reciclaje sea óptimo.

Estos pueden ser simples o compuestos de diferentes formas, pueden mezclarse en cantidades variables de uno o más metales diferentes u otros compuestos; es decir, pueden encontrarse metales en estado puro o aleaciones. Es por esto que su procesamiento va a tener que dividirse en varias etapas, en las cuales los componentes se separan para destinarse a lugares que puedan aprovecharlas, lo cual es más complejo (por ello idealmente debieran estar sin combinaciones).

Dentro de los metales más habituales para reciclado están: el hierro (encontrado en herramientas, rejas, barras y perfiles de construcciones…); y el acero (menaje en general, fregaderos, sartenes, baterías de cocina, hornos, equipamiento de jardín y mobiliario, escaleras, motores, herramientas, latas, marcos, clavos, tuercas). El acero se degrada muy poco en los procesos de reciclado y por eso puede hacerlo un gran número de veces. Los productos de acero tienen una larga duración, generando por ello una alta demanda. Es el material más reciclado del mundo, siéndolo más que el aluminio, el plástico y el vidrio juntos.

Le sigue el aluminio (empleado en diversos utensilios, platos, marcos de puertas y ventanas, muebles de jardín, papel aluminio, latas, bicicletas…). Otros metales a tener en cuenta para recuperarlos son: el cobre, bronce, latón, plomo, oro y plata, pues también pueden reciclarse, aunque estos consuman un poco más de energía en el proceso. Muchos de estos se lo hace más que nada por su propio alto valor.

Aunque la gran mayoría de metales pueden reciclarse hay algunos que no se pueden reutilizar, pues no tienen tratamiento fácil: aquí estarían los contenedores metálicos usados para pinturas o residuos tóxicos y ciertas latas de aerosoles.