Hoy día la movilidad en las ciudades se ha visto afectada de manera radical y la búsqueda de un medio más protegido del Covid ha llevado a muchos a bajarse de los buses y metro para optar por la bicicleta como transporte diario. Deberíamos celebrarlo y promoverlo, pero el aumento de muertes de ciclistas por accidentes de tránsito, ya más que el total del 2019, ha puesto en discusión las pocas medidas de seguridad con que muchas veces se construyen las ciclovías. De parte de la autoridad se han visto medidas tímidas para aumentar los kilómetros de ciclovías, no todas están interconectadas y muchas son solo una pequeña senda, débilmente delimitada del tráfico vehicular. ¿Por qué no ser más agresivos en sus diseños?, con carriles anchos, con presencia y autonomía, no una cosa paupérrima que casi le pide perdón al automovilista por coexistir. El urbanismo táctico ha demostrado que con poco presupuesto se consiguen grandes resultados; una buena idea implementada con pintura, maceteros y conos es una manera rápida de saber si lo que se propone tiene arraigo en la ciudadanía, ya que el uso es inmediato.

¿Cuántos más se subirían a la bicicleta si el trayecto fuera 100% seguro y placentero? Ha sido un año de muchos cambios y ajustes, apurar nuevas vías exclusivas y seguras para ciclistas es entender las nuevas necesidades de la población y debería ser prioridad para los municipios, y así demostrar que se tiene una mirada a futuro integradora, donde no todo debe ser hecho con el automóvil en mente.