Cada año dedicamos dos o más números completos para hablar de sustentabilidad, la edición de hoy es el primero de este 2021, y creo que este año haremos más ediciones bajo este concepto, la urgencia lo amerita. Para nosotros, los que hacemos la revista, la sustentabilidad es relevante y, por lo mismo, siempre elegimos proyectos virtuosos que demuestren que sí se pueden hacer cambios. Pero la ola de residuos es más grande y fuerte que esas pequeñas buenas ideas y, si no se implementan medidas con tono de urgencia, cada día será más difícil revertir procesos. Existen medio ambientes y zonas geográficas que han sido tan dañadas que ya no basta con parar de contaminarlas, hay que sanarlas, invertir en traer de vuelta flora y fauna que fue ahuyentada o exterminada sin grandes reparos. Pero, lo más importante, es bajar la cantidad de productos que cada uno consume, y hacerse cargo de ellos. Comprar una nueva polera o zapatilla mantiene las industrias textiles funcionando, pero para satisfacer ese gusto que nos quisimos dar, se contaminaron miles de litros de agua (la industria de la moda es una de las más contaminantes por los procesos y químicos utilizados para la fabricación de prendas nuevas), se extrajeron materias primas y se estresaron suelos agrícolas con plantaciones de algodón, las cuales fueron fumigadas eliminando bichos buenos y malos.
Cada objeto que llega a nuestras manos como producto terminado es el resultado de una cadena de producción y transporte, la mayoría de las veces contaminante e innecesaria.
Seamos responsables con lo que compramos y con lo que desechamos, que al vertedero llegue el mínimo debería ser el desafío personal de cada uno.