Batidos, limonadas, smoothies, aguas saborizadas, cada día nuevas fórmulas líquidas salen al mercado, como productos para comprar o tendencias en la cocina, pero ¿y el té? Chile es uno de los países que más lo consumen per cápita y, sin embargo, de la simple taza de té, la que reconforta y entibia por dentro, poco hablamos. Por esta razón quisimos tomarlo como eje en esta edición y hablar de él de manera simple, pero también profundizando en sus beneficios y preparaciones. La imagen del té siempre es clásica, y eso es lo bonito; tener una bonita taza de porcelana a mano y darse el tiempo para prepararlo desde las hebras y no solo poniendo la bolsita (muy salvadoras y cada vez con más opciones en té de calidad) en agua caliente ya es parte de un ritual, disfrútenlo como el momento para organizar las ideas en la mañana o una pausa durante el día. ¿Y con qué lo acompaño? Nuevamente optamos por lo simple: un queque rico, unos scones, bollos ingleses clásicos de los clásicos, o sándwiches de miga, livianos como el té. Ahora que empieza la primavera, tomar té en una terraza es relajo seguro, es uno de los recuerdos que yo tengo de la casa de mis abuelos, bajo un parrón de madera blanco, tranquilo, sin mucha parafernalia, porque no todo puede ser solo la parrilla.
Y las casas que llevamos también son perfectas para tomar té: la primera, de un look más clásico en su arquitectura, pero por dentro contemporánea y armónica, cuyo dueño con el tiempo ha ido afinando el ojo para el arte contemporáneo chileno, y sus muros llenos hablan de esa pasión. Y la otra casa por sí sola es un objeto de colección; cuando la vi la primera vez en fotos la guata dijo "yo la quiero". Es la casa de montaña que uno imagina, dibuja y quiere... en cualquier momento aparece una abuela de cuento de los hermanos Grimm con la bandeja de té humeante y lebkuchen de jengibre.