Hacer, transformar, tomar un material, y con ingenio, técnica y cariño transformarlo en algo nuevo, distinto, único. Eso es lo que quisimos rescatar en este número. Antes de empezar a reportear hicimos un listado mental de técnicas textiles que recordábamos o habíamos visto hacer cuando chicos y tratamos de encontrar a quienes fueran expertos en ellas; lamentablemente descubrimos que algunas están casi desaparecidas y no logramos dar con alguien que las siguiera realizando hoy. Pero también vimos que el interés en aprender está, como es el caso de Taller Rococó, que celebra sus diez años con un cuidado libro homenaje al bordado. Durante estos años Carolina Gana se ha transformado en una experta en hilos y agujas y los cientos de alumnas que han pasado por su taller son su mejor tarjeta de presentación.
Cuando uno toma algo, un material, un ingrediente, y lo transforma tiene no solo la virtud de que parte de uno queda grabado ahí, también se crea algo bonito, y eso lo podemos llevar a cualquier escenario. Un ejemplo es el ejercicio que hicimos con las tostadas: cómo elevar una simple rebanada de pan a algo distinto e inspirador. Ingredientes sanos y ricos pero combinados de una manera estética alimentan el cuerpo y el espíritu de buena manera.
No podemos negar que quizás hoy queremos que todo se vea más bonito por el frenesí de fotografiar y subir la vida a Instagram, y aunque no comparto el motivo, sí celebro el resultado. Pero hacer algo tiene más virtudes que un like en una app, te pone en un estado mental de tranquilidad, como dice Carolina Gana: "El bordado te lleva a un lento proceso, a desarrollar la paciencia y te obliga a meditar…", y eso es muy bueno.