Con el verano en pleno desarrollo quizás es momento de bajar un poco las revoluciones, aunque no se esté en periodo de vacaciones. Visitamos dos talleres donde el oficio de sus dueñas marca la pauta de sus espacios. Primero el de Magdalena Rodríguez, quien busca la imperfección en sus estampados, haciéndolos únicos y especiales. A través de la serigrafía va dejando su huella en telas que luego adornarán nuevos espacios y mesas.

El segundo taller es el de Carla Castro, quien con cuerdas y nudos va tejiendo nuevas realidades, telares que abrigarán muros o tamizarán luces cuando decida transformarlos en una pantalla. Aquí ella vive y trabaja, y también comparte su espacio con otros hacedores. Una casa de fachada continua, tranquila por fuera y acogedora por dentro, con la clásica galería vidriada que llena de luz todos sus espacios.

Quizás muchos encuentren que los espacios que llevamos son extremadamente sencillos, pero fueron elegidos por su simpleza, por lo acotado de sus metros cuadrados, para recordarnos que quizás no necesitamos mucho más, que a veces el querer más nos marea y distrae de disfrutar lo que ya tenemos o hemos conseguido.

El verano debería ser simple, con comida rica y fruta jugosa basta.