Me invitó a comer hace un par de días, me cuenta que uno de sus amigos presentes será el chef y que diez personas más están invitadas. "Una buena oportunidad para conocer gente nueva", me dice. Claro, el problema de no conocer a nadie en una comida es, justamente, tener que conocerlos a todos. Hago patria frente a lo desconocido y compro una botella de vino chileno en agradecimiento. Tim abre la puerta con un relajo que me hace pensar que quizá la comida fue ayer o es mañana, me abraza y me cuenta que la música que estamos escuchando es de una nueva lista en Spotify que ha descubierto, que el aperitivo es en la terraza y que hay gente que debo conocer. Casi del brazo, Tim se encarga de introducirme a sus amigos; no solo se encarga de decir mi nombre, pareciera que el anfitrión me conoce mejor que yo a mí mismo y es capaz de poner el tema de conversación entre sus invitados, como si anticipara lo que entretiene e interesa a cada uno de nosotros.
Tim se encarga además de sentarnos y de presentar a Manuel, su amigo chef, quien nos adelanta lo que hay de comida: vegetales asados con roast beef, ensalada de endivias con jamón serrano y manzana, sorbete de mandarina de postre.
La decoración tiene la personalidad de su dueño, es espontánea y de buen gusto, muchos de los muebles son de la tienda Orson de Miami, de quien son dueños unos grandes amigos de Tim, James Samson y Steve Oraham. Cada uno de los cuadros y fotografías ha sido comprado usando solo la intuición. "Compro lo que me hace vibrar y algo que me haga querer mirarlo todos los días (...)".
Su departamento está en un primer piso, con la bahía a pocos pasos se siente como si fuera una casa al borde del agua. Su gusto por remodelar casas lo llevó al negocio de los hoteles, y hoy cuenta con más de 8 hoteles boutique en Maine, cada uno de ellos bajo su ojo creativo y de empresario ha sido reconocido en varias oportunidades. Aunque Tim vive en Maine, este departamento en Miami es su segundo hogar, viene cada vez que puede y su personalidad de anfitrión se hace notar; me cuentan sus amigos que incluso a la distancia es él quien siempre está organizando la próxima comida o almuerzo. A quienes el recibir no se nos da tan fácil, debiésemos aprender del secreto de Tim: hacerlo fácil, en los pequeños detalles, en no complicarse de más, y tener las ganas de poner buena música, prender un par de velas y saber entretener.
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