Alejandro Urrutia. Tiene 38 años y vive en Copenhague desde principios del año pasado. "Creo que una de las principales razones del porqué me vine tiene que ver con la comodidad que estaba teniendo, esa que después de un tiempo se transforma en incomodidad. La verdad es que me encanta Chile y extraño un montón de cosas, pero quería experimentar otras formas de vida, otro tipo de paisaje, personas y cultura", cuenta.
Alejandro es arquitecto de la Universidad Católica y decidió explorar en la escultura por tener una necesidad de expresar, conectar y dialogar con el mundo a través de ella. "Dado mi bagaje en arquitectura, me interesan las relaciones que surgen entre la obra y su contexto físico y social. En particular me interesa cómo estas se posicionan en el espacio, las tensiones y recorridos visuales generados por su forma y propiedades materiales".
Estar fuera le ha permitido enfocarse y entregar toda su energía a la escultura; ha tenido el tiempo para pensar, reflexionar y digerir lo que realmente quiere hacer para luego buscarlo y desarrollarlo con su debido proceso. "Me ha otorgado también la posibilidad de apreciar la diferencia y valorar lo que uno tiene, centrándome en estar atento a lo que surge en la interacción de estos nuevos mundos y mi realidad. Si bien mis expectativas son amplias, por el momento estoy concentrándome en disfrutar el proceso", explica.
El pasado 25 de enero expuso su primera individual, "Balance", de esculturas en Galería NAC, en ella usó el acero como pie forzado para el desarrollo de diferentes piezas que comparten un lenguaje común; el equilibrio. Actualmente está trabajando para exponer en la capital danesa. "Creo en la retroalimentación entre disciplinas y personas. En cómo las distintas experiencias y conocimientos enriquecen, ampliando visiones y dando nuevas perspectivas. En este sentido me interesa seguir aprendiendo y trabajando la visión de la escultura, no solo como un objeto estético, sino como asociada a la comprensión del espacio, promoviendo la experimentación y cargada de implicancias, contenido e historia", concluye. au@alejandrourrutia.art / alejandrourrutia.art
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Michelle-Marie Letelier. La artista chilena presente en la muestra colectiva Metalmorfosis, que estará hasta el 27 de mayo en el MNBA de Santiago, vive en Berlín desde septiembre de 2007. En un principio se fue para continuar su estudios académicos y desarrollar su carrera como artista. Su obra es sólida y nace de estudios sobre paisajes o territorios, principalmente el desierto de Atacama. "Otros paisajes me han interesado en el camino, como son las minas de carbón en Alemania y últimamente el paisaje marino de Noruega y Chile. Paisajes que han sufrido subversión a causa de la extracción de sus recursos. Planteo reflexiones en torno a sus commodities: su proveniencia, explotación, comercialización y utilización a nivel global. Reflexiones que parten desde una profunda investigación histórica y material, para crear constelaciones físicas con los mismos materiales que forman parte de estas commodities", explica.
Sus procesos creativos son proyectos de investigación a largo plazo; por ejemplo ya lleva 8 años trabajando sobre el transporte del salitre chileno en barcos a vela. "Varios años tocando el tema de la explotación del carbón en Alemania y desde hace aproximadamente un año estoy investigando la producción de salmón y sus matices entre Noruega y Chile, y posiblemente Canadá", cuenta. Sus procesos creativos parten con una investigación histórica potenciados con residencias en los lugares que son objeto de investigación, y es ahí cuando se activan al entrevistar a agentes claves como científicos, comunidad local e instituciones, documentando en terreno y experimentando con los mismos recursos. "Hace algunos años además me di cuenta de que mi proceso creativo florece de mejor manera a través de conversaciones con distintas personas, tanto durante mi investigación como también durante la producción de obra. El resultado de esto ha sido, durante los últimos cuatro años, una activa colaboración con científicos. Y durante este último año esto se ha expandido hacia otros conocimientos, tales como la ecofilosofía, poesía y estudios antropológicos", explica.
Estar fuera de Chile le ha significado mirar el país desde otra perspectiva, "quizás más romántica, pero definitivamente más enfocada hacia su patrimonio natural e histórico. Esto ha sido clave para mi carrera. Además, vivir en una ciudad como Berlín y haber optado por un camino fuera de la academia me ha permitido aprender muchísimo sobre cómo profesionalizar mi carrera y poder vivir de manera austera para poder seguir desarrollándola", dice.
Actualmente Michelle está realizando dos residencias en Chile en el marco de su proyecto Caliche Winds, el cual se enfoca sobre el transporte del salitre en barcos a vela, trabajando sobre estos dos recursos: salitre y viento, a nivel histórico, conceptual, científico y matérico. En Punta Arenas, residencia Magallanes 2020, financiada por la Universidad de Magallanes y el Goethe Institut, donde comenzó un diálogo con el Instituto de la Patagonia y el Centro de Estudio de los Recursos Energéticos (CERE). Y en Antofagasta estará durante todo mayo realizando viajes a los puertos y oficinas salitreras, visitando museos, comunidades e instituciones. "Además voy a ofrecer un seminario y taller teórico-práctico, gracias al apoyo del colectivo SE VENDE, el cual me acoge para realizar esta residencia. Estas residencias van a culminar en una publicación y exhibiciones individuales en Chile y posiblemente en Alemania", explica. Durante el resto del año continuará con su proyecto más reciente, "Transpose", que abarca la producción de salmón. "Como este proyecto se potenció gracias a dos residencias en Noruega, estaré en estrecha colaboración con la comunidad científica y filosófica allá. En septiembre y octubre comenzará una colaboración con el Institute of Marine Research en Bergen y Matre, para realizar una performance de dos años y medio con un salmón cultivado. De esta y otras acciones nacerían una película en 16 mm y otras obras", concluye. michellemarieletelier.net
Francisca Correa. Radicada en Canadá desde principios de octubre del año pasado. "A donde fuese iba ir con la idea de tratar de insertarme en el mundo del arte local absorbiendo y aprendiendo lo más que pudiera. Toronto es una ciudad en pleno florecimiento artístico, hay infinitas oportunidades y ferias de artistas, se ve que el arte es algo que intentan integrar constantemente en la ciudad y al cotidiano", cuenta.
El irse a otro país siempre es un desafío, es estar lejos de la familia, de los amigos, a veces sin tu idioma, "pero es bueno someterse a cambios y lograr adaptarse, te abre la cabeza y todo lo que aprenda de alguna manera se refleja o se reflejará en mi trabajo. Canadá es parte de mi proceso como artista, como cualquier otro viaje. Mis expectativas son poder seguir haciendo lo que hago, reinventándome e incorporando experiencias que enriquezcan mi trabajo", cuenta Francisca.
Artista e ilustradora, a Francisca siempre le ha gustado contar historias. "Siempre estoy en busca de cuentos o leyendas de diferentes culturas, incluso música, que capten mi atención y a raíz de ellas crear mi propia interpretación mediante el collage, un medio que me da la libertad para combinar y trabajar con diferentes materiales e imágenes, creando nuevas realidades", explica. Últimamente su trabajo se ha enfocado en la cultura rusa ("Cuadros de una Exposición" y los huevos Fabergé), "por su estética colorida y sobrecargada que he intentado retratar mediante el collage. Y a ratos me paseo por la época medieval, porque me encanta su iconografía, como lo es La caza del Unicornio y El templo de Kassia", dice.
Hoy prepara su tercera exposición para junio en Gallery Arcturus, museo y galería dedicada al collage. "Estoy trabajando junto a Susan Bird, artista canadiense, y estamos preparando una serie de collages inspirados en la música del escocés Bert Jansch. La música está inspirada en pájaros marinos y de lagunas, la muestra es de collage y música acompañado de una instalación hecha en conjunto", cuenta. franciscacorrea.com / @franciscacorrealdunate / @ensamble_colectivo
Amalia Valdés. Llegó a Berlín en febrero de 2017 para realizar una residencia de seis meses en el Institut Für Alles Mögliche, además estaba invitada a exponer su trabajo de manera individual en la Galerie Seippel de Colonia, por lo que se convertía en un buen proyecto que la invitaba a quedarse una temporada.
El trabajo de Amalia nace desde una búsqueda de abarcar el espacio a través de la geometría y ciertos símbolos geométricos presentes en diferentes culturas de nuestro territorio y, a la vez, de diferentes partes del mundo. "Para esto busco, clasifico, estudio y aprendo al mismo tiempo, descubriendo cómo estos símbolos están presentes en diferentes lugares del planeta sin necesidad de tener una conexión previa, pero de algún modo todos están muy conectados mediante la espiritualidad, esto es algo que me interesa mucho porque es muy particular de América Latina, Asia o África, no así de Europa", cuenta. Una vez que organiza el patrón o las imágenes que va a utilizar, las inserta en cuadrículas que la ayudan a establecer un orden, "desde ahí me muevo por diferentes casillas buscando posibilidades de interacción, es una especie de juego autoimpuesto que tiene ciertas reglas", explica.
Salir de Chile y relacionarse con el mundo desde Berlín ha sido un estímulo para su carrera, aportándole nuevas herramientas al conectar con artistas y agentes culturales de distintas partes del mundo. "Desde la llegada preferí no crear tantas expectativas y más bien ponerme de lleno a desarrollar obra, creo que eso es lo que finalmente mueve el trabajo, tener algo potente que enseñar y que del mismo modo comunique algo que te haga sentido. Estar es un gran aporte ya que he podido presentar mi trabajo en distintos lugares de la escena berlinesa y también me ha permitido viajar y exponer en otras ciudades de Alemania como Colonia y la isla de Sylt, al norte", cuenta. Por ejemplo con residencias en Lisboa y en el norte de Italia, en Brescia. "De este modo te conectas con diferentes artistas y diferentes formas de vivir el arte, te abre la cabeza, es fantástico", dice Amalia. amaliavaldes.cl
Tere Chad. Armó maletas en septiembre de 2016 en busca de mayores oportunidades y nuevas experiencias. "Creo que para cualquier carrera creativa es fundamental salir de tu 'statu quo' y conocer cosas nuevas; por ello, Londres, al ser una metrópolis totalmente cosmopolita, es fascinante", cuenta. La aceptaron en un máster en artes y ciencias en Central Saint Martins, y ahí está, además de aprovechar la oportunidad para estar freelancing como artista, realizando diversas exposiciones y proyectos.
Este último tiempo ha utilizado metodologías de investigación sociológicas y antropológicas para inspirar su trabajo. "Mi tesis la escribí acerca de cómo la tecnología táctil desconecta al ser humano del presente físico, los instintos hápticos, afecta sobre la salud mental, y empodera la sociedad del espectáculo", explica.
En su lenguaje visual busca captar ese abismo, "ese vacío de nuestra sociedad consumista hiperestimulada, donde no hay espacio para la reflexión, para el goce a través de las cosas simples de la vida y donde hay que constantemente pretender una sonrisa exagerada. Por eso utilizo el circo como una metáfora para denunciar en forma naif, o con una cierta ironía, la disociación que existe entre la realidad y la representación. Un fenómeno que crece cada día más a través de las redes sociales y que creo que es esencial que nos hagamos más conscientes como sociedad", explica.
Con sus pinturas y esculturas hizo la exposición individual "La fragilidad de la cultura en un mundo desechable", inspirada en el Circo de los Tachuelas, en la Biblioteca Central de Leeds, el cual es un edificio patrimonial de Inglaterra que pertenece al Arts Council. Además hizo una pieza para la Royal Society en Londres. "Ahora estoy con mis grabados en una exposición, 'Poesía Visual', que ha estado en la Black Stone Gallery y Sichuan University Art Museum, en Chengdú, China, y seguirá en gira por otras ciudades. Di una charla en 'Ceroplastics', un congreso internacional de modelado en cera en el Gordon Museum en Londres, y un taller de modelado en cera en el Tate Exchange – Tate Modern", suma. Además ha presentado sus obras en el circuito más emergente o alternativo de Londres, como Lubomirov / Angus – Hughes Gallery en Hackney, la Crypt Gallery, la Lethaby Gallery de Central Saint Martins, The Laundry, y la Cookhouse Gallery de Chelsea College of Arts.
Para el futuro cercano se plantea desarrollar el pensamiento espacial a través de la escultura "y ver cómo a través de la intervención del espacio público uno puede ofrecer soluciones poéticas o espacios de reflexión que mejoren la sociedad. Me aceptaron en un curso de escultura en el Royal College of Art, por lo que estaré en Londres hasta el 2020", cuenta.
Además es cofundadora de la Latinos Creative Society de la University of the Arts London. "A través de esta organización hemos estado fomentando la exportación e importación de cultura latinoamericana desde Londres. Hicimos un panel de discusión acerca de la identidad latinoamericana en la Latin American House que fue un éxito total. Logramos además que en la biblioteca de la universidad incluyeran libros latinoamericanos de escritores como la Gabriela Mistral, que no los tenían. El proyecto ha tenido superbuena recepción, y creo que parte de las misiones que uno tiene al estar en el extranjero es dejar una buena imagen de su país", concluye. terechad.com
Tomás Martínez. Nunca pensó que terminaría en Berlín. Desde hace tiempo Tomás sabía que quería hacer su carrera artística fuera de Chile, así fue como llegó a Alemania hace dos años. "En su minuto postulé a Nueva York con Becas Chile y Fullbright. Luego decidí partir a Londres, pero los elevados precios terminan por poner en duda el destino. Hasta que descubrí el DAAD (Servicio Alemán de Intercambio Académico), y me entero de que tiene convenio Working Holiday", explica. Terminó un par de proyectos, hizo una serie de papeleos y partió. Si bien las intenciones de cursar estudios en Alemania siguen en aún en pie, ya que las universidades son gratis, "cuando llegas a otro país tu vida da un giro de 180º y tus prioridades cambian y te ves obligado a adaptar tu vida y obra", cuenta.
Pero antes de esto, cuando Tomás aún estudiaba arquitectura en Chile, ya trabajaba en un estudio de la materia, lo que lo llevó a distanciarse del mundo del arte, ímpetu que retomó cuando decidió hacer tutorías con Arturo Duclós. "Luego de un par de sesiones de repasar algunos proyectos que iban desde lo más tradicional como pintura, escultura o fotografía hasta otras menos convencionales como el video, performance e instalación", cuenta.
Fue de una instalación fallida cuando Tomás se quedó con una máquina de escribir que fue el comienzo de lo que sería un cuerpo de obra que tomó como personaje principal la palabra, el texto y la poesía. "Si hago memoria hacia atrás puedo distinguir que el texto ha sido un denominador común entre varios proyectos que he desarrollado, y que será a partir desde aquel momento que decido hacerme cargo de esto y ponerlo en una primera plana. De esta forma comencé una serie de ejercicios tautológicos (decir lo mismo con lo mismo) que consistían en ver, con algo de suerte, 'todas' las posibilidades de una hoja de papel blanco, tamaño carta, vista por medio de la máquina de escribir", explica.
Su obra ha seguido ampliándose desde el texto hacia el dibujo, el collage, el acrílico, la fotografía y se ha ido acercando a una línea más editorial. "Hoy me encuentro trabajando en un par de libros objeto, fanzines, poemarios, cuadros y experimentando siempre cómo ocuparse del texto en otros medios. Las expectativas cambian y se agrandan, porque uno va tomando las cosas con más calma. Se camina día a día para ir logrando objetivos e ir insertándose en la escena del arte global", concluye. totototodos.com