Hace tres años que Patrick Steeger imparte un taller de cáscaras ultralivianas en madera en varias universidades, actividad que lleva en paralelo a su evolución como artista. Como parte del curso se construyen botes, kayaks, se estudian aviones y barcos llevados al límite estructural. Este ejercicio académico busca sacar de las nuevas generaciones la idea de que la madera solo sirve para ‘entablados’. Para lograr este propósito, el escultor radicado en Concón trabaja con láminas delgadas de madera. “La parte más experimental siempre la meto en el arte. Mi interés es permeabilizar el conocimiento técnico de los alumnos”, dice.
¿Cómo nace tu aproximación a la madera como material preponderante de tus proyectos? Desde el arte, el eje de los proyectos no es la materialidad, la industria nos pasó en el oficio. Así fue como empecé a trabajar desde materiales industriales con lógicas ‘alternas’; a mí me interesa la inventiva popular. Toda la sistematización de la revolución industrial, que es donde está el trabajo, nos sistematiza como personas. Por el lado técnico hubo un gran avance en las tecnologías digitales pero la aplicación siempre viene desde un programa. La investigación tiene que ver con cómo trabajar desde esos usos alternos. Por lo mismo, una de mis exposiciones se llamó Uso y Abuso, porque hay un abuso de usos anómalos.
El oficio es tu foco, ¿cómo lo revelas en tu taller? Yo soy muy escultor para enfrentar la vida, ya que siempre me interesa la construcción de las cosas. Soy un fabricante. Cuando es un proyecto de arte uno va manejando ciertos contenidos. Mi taller es un laboratorio de construcción de cáscaras de madera ultralivianas que me presta servicios a mí como escultor. Lo que yo hago es el rescate de un oficio ‘alterno’. El taller maneja el rescate de los oficios alternos, no los tradicionales, para generar un valor agregado. Hace 20 años se vendían troncos, ahora ya vendemos tablas y ojalá podamos vender muebles en algún minuto.
Acabas de estar presente en la semana de la madera en Estación Mapocho, donde presentaste tu nuevo proyecto... Presenté un prototipo que desarrollé hace un año y medio y que consiste en una carpa de madera, un prototipo que ahora se empieza a industrializar. Este módulo viene en un kit plano donde caben 12 dormitorios por container. Yo vendo la innovación en diseño. Y ahora viene la etapa de desarrollo.
¿Cómo se vincula esto con tu trabajo escultórico? La escultura la uno con el mundo del outdoor porque es mi pasión. Por lo mismo, este producto está pensado como hotelería para parques nacionales. Planteo que todos los lugares que van teniendo desarrollo turístico se hacen pedazos si les metemos la industria. Creo que viene una expansión grande del turismo por la geografía que tenemos, pero tenemos una mala hotelería. Cuando se hace hotelería es de muy alto impacto (...) hay muy pocas soluciones y lo mío es un nicho, dormitorios con prestaciones, un poco mejor que el domo, que sean portátiles, con concesiones por 7 años. Es un mundo industrial que al participar en una feria como esta, todo se vincula y encuentras plataformas para fabricar estas estructuras.
¿Cuál es la relación de la arquitectura en tu trabajo? Mi trabajo profundiza en el habitar, por lo mismo la arquitectura está tan presente en él. Siempre he estado rodeado de arquitectos y además hago clases en escuelas de arquitectura. Ya llevo 20 años en colaboraciones con oficinas del rubro. Siento que la arquitectura está al servicio de un vivir, por lo mismo, tiene que ser muy precisa.
Yo estoy más cercano al diseño industrial, ya que genero una posibilidad o una investigación que es más experimental. El territorio lo busco en la escultura.
¿Cómo sientes a las nuevas generaciones en tus talleres? Con las nuevas generaciones pasa que hay un vuelco enorme, pero es necesario que se empoderen del oficio. La arquitectura está tan desvalorizada, no tenemos ningún parlamentario arquitecto. Son oficios tremendamente importantes para ver cómo habitamos. Construir ciudades no es fácil y en ese sentido cuando no está empoderado ni siquiera el Colegio de Arquitectos, solo los poderes políticos y los municipios, no hay forma de salir y de empoderar el oficio. Esa es una deuda que tienen las nuevas generaciones y hay que llevarla adelante con un manejo político tremendamente grande.
¿Cómo estuvo la participación que hiciste este año en el Centro Cultural Matta de Buenos Aires? Lo que presenté fue una roca que planteaba dormitorios para vagabundos en el parque. Tiene que ver en cómo se habita urbanamente el parque. Es una reflexión de cómo estamos habitando esos intersticios urbanos. No siempre son soluciones, sino que también pueden ser ironía.
El habitar un huevo tiene que ver con el habitar un útero, donde la sensación espacial es muy diferente porque es un sinfín. Por su parte, la caverna también es un habitar primitivo, porque te saca de la cabeza la horizontal y la vertical, que es lo que marca toda la arquitectura. Las dos geometrías con las que estoy trabajando ‘desapelan’ al modernismo. El paisaje desaparece y la experiencia emocional es muy diferente.
A futuro, ¿cuáles son tus proyectos? Quiero que se masifiquen ciertos desarrollos como los de los botes, los de las carpas, que pueden tener un impacto en implementación o mejoras de ciertas formas de ocupar, no la ciudad, sino todo lo contrario, ese espacio que está poco colonizado. Hay un agotamiento a nivel mundial de todas las ciudades. Hay una saturación de lo urbano y la gente anda buscando experiencias relacionadas a carpas, a la naturaleza, pero con altos estándares de comodidad (...)
Somos un país turístico y hay que asumirlo no desde la lógica de la urbe sino que a través de otras formas de habitar, quizás más cercano al nomadismo.