El terremoto llamado Docena

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No es moda, es arte. No solo hacen ropa a partir del reciclaje, son una plataforma que llama a la conciencia existencial. Ahora, con una tienda donde venden sus piezas de indumentaria, con un taller donde crean y hacen residencias a todo quien quiera experimentar con el upciclyng y la experimentación material-artística-social, son además una agencia creativa que se vincula con el arte audiovisual. Este semestre emprenderán su segunda residencia artística con el apoyo de Cecrea, un programa del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Se irán a Linares, donde trabajarán con jóvenes, potenciando el calibraje artístico local.




Hace poco la pareja argentina compuesta por Mariano Breccia y Mercedes Martínez recibió una muy buena noticia. Los llamaron, luego de postular, de Cecrea, un programa del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio que impulsa una serie de residencias de arte colaborativo, para realizar una residencia de tres meses en Linares y trabajar con la comunidad joven local. Mariano nos cuenta que su idea es sacar partido a la movida artística que se teje en esa ciudad. "Vamos a desarrollar y planificar un espacio, canal o plataforma para que todos estos chicos/as tengan la posibilidad de expresarse. La residencia será dirigida a hombres y mujeres de entre 11 y 17 años (…) No imaginamos aún cómo será la plataforma, obviamente vamos a trabajar con textiles, pero estamos pensando en algo más transmedia. La ropa tendrá mucho que ver, allá hay excelentes grafiteros, el campeonato internacional de breackdance se hace en Linares y queremos sacarle partido a eso, dar visibilidad a eso que está pasando. Queremos intentar que el kpop (pop koreano) tome más protagonismo", señala Mariano, una de las cabezas de Docena.

La verdad es que esta dupla –y toda la gente que trabaja junto a ellos– son unos grandes. Empezaron por el 2004, cuando aún vivían en Buenos Aires confeccionando ropa reciclada. Luego, una oferta de trabajo en el mundo del retail por parte de Mariano los trajo a Chile, una suerte de ironía, pero también de buena suerte; fue allí donde Mariano se dio cuenta de verdad de dónde venía el desastre del desperdicio de basura y de elementos naturales al producir moda en masa –o el fast fashion–, y al saturarse, también vino con esa emoción una pregunta inmensa para resolver; un grano de arena para cambiar el mundo, que apuntara al arte, a lo social y a mantener vivo el planeta. Y fue ahí cuando Docena tomó arranque, hasta hoy un terremoto tipo grado 10. "Un día me encontré con una cifra, mientras trabajaba en la industria del retail. Me encontraba como responsable de hacer 15 millones de prendas por semestre, que es como vestir a Uruguay completo. Y dije ¡guau! Eso multiplícalo por todos los retails y por todas las marcas; a partir de ahí quisimos compartir nuestro proceso más allá de la ropa (…) Por otro lado, sacamos la cuenta de cuánta agua habíamos ahorrado –aunque es muy poco– manufacturando prendas desde que partimos con Docena, y eran 42 millones de litros de agua. ¡Eso no es nada! Imagínate que para hacer una polera se gastan 2.700 litros de agua, que es más o menos la misma agua que tomas en tres años".

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¿Y qué vino después de tu renuncia al retail, hace 5 años? Empezamos a hacer talleres de máscaras, reciclando ropa hacíamos máscaras, y siempre con una pregunta: ¿para que la usarías? Les decíamos a los participantes ¿qué queremos tapar con la ropa que nos ponemos? Llegamos a un punto en que para un festival del Lollapalooza llegamos a hacer 4 mil máscaras. Siempre coqueteamos mucho con la producción cooperativa. Nos fascina mucho la posibilidad de invitar a la gente a trabajar junta, y con las máscaras nos pasó esto, generamos circuitos productivos colaborativos, la gente participaba en la producción y se sentían parte del resultado final.

¿Y luego dieron un paso más allá con el sistema de trabajo colaborativo?

Después de eso empezamos a pensar el concepto de poder compartir nuestro monstruo, esto de la cooperación; juntos compartir el lado que no te animas a compartir, vincular el reciclaje material al espiritual. De alguna forma todos nosotros nos movemos en un contexto en la forma que nos queda más cómodo, pero no mostramos la otra parte que no nos queda cómoda, en lo espiritual y en lo social. No mostramos todo lo que somos. Con esto vinculamos cocreación para la posibilidad de 'monstrarnos'. Sacarle la vergüenza al hacer.

En Docena en ese minuto estábamos con la confección de ropa por un lado, los workshop más académicos en universidades, otros en festivales, y de alguna forma nos empezamos a relacionar mucho con lo audiovisual. Siempre hemos tenido mucha relación con músicos. A la semana de tener la primera ropa colgada nos llamaron para usarla en un video de Cerati, luego trabajamos con Javiera Mena, Gepe. Estos mismos músicos nos empezaron a encargar videos a nosotros, entonces la marca se empezó a constituir como una agencia creativa que trabaja desde el reciclaje.

¿Y cómo fue la partida a Valparaíso, por qué desertaron para allá? Fuimos fluyendo y ahora nos situamos en un lugar que no corresponde al circuito tradicional donde pasan las cosas. Cuando estábamos buscando un espacio apareció este en Playa Ancha, muy barato para comprarlo, un espacio de 400 m², una exbarraca de madera que estaba abandonada. Estamos hace 4 años en Valpo, y con esta llegada cambiamos nuestra manera de trabajo porque tuvimos que buscar nueva gente que nos confeccionara la ropa. Tuvimos que entrenar gente.

Solucionamos el tema de la ropa, y decidimos trabajar con 10 a 15 practicantes por año. Nos pusimos como meta cómo podíamos metodizar, vincular estas prácticas con residentes, gente externa que se vinculara con nuestros procesos productivos. Generamos entonces un sistema de residencias: así vinieron hasta nuestro taller estudiantes de Colombia, Francia, Argentina. Entonces quisimos instalar en este espacio gigante un laboratorio de confección textil: compartir prácticas, aprender y metodizar la relación con los practicantes. Los practicantes eran de distintas carreras: diseñadores integrales, gráficos, textiles, provenientes de escuelas de negocios. Esto empezó a principios del año pasado.

Residencias por Chile

Docena partió el año pasado a realizar una residencia a la isla Santa María, frente a la ciudad de Coronel, en Concepción. Se fueron de septiembre a diciembre. "Estuvimos tres meses tratando de metodizar nuestras prácticas, en un lugar rarísimo, donde las mujeres no querían trabajar con redes porque lo asociaban a un signo de machismo por parte de sus maridos pescadores. Para llegar a la isla fue muy difícil. Desde Coronel tomamos una barcaza muy precaria para llegar a la isla, fueron tres horas de viaje. Esta fue nuestra primera experiencia más cruda. El resultado final fue superbién".

Y ahora se van a Linares, parten el 7 de septiembre. Una nueva aventura donde Docena intentará una vez más promover el reciclaje desde la conciencia existencial. docena.net

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