Sergio Matos / 2020
Y por fin llegó la primavera, la fuerza de la vida se renueva en la naturaleza y ya se siente en el aire. Los ciruelos brotando, el olor a pasto recién cortado, los cantos de los pájaros y la brisa fresca que nos anuncian que es tiempo de florecer.
¿Qué mejor que una flor para abrir la temporada? Esta en particular, una poltrona delicada y primaveral, teje su historia entrelazada con la tierra, con las manos de las comunidades indígenas del Amazonas y la poesía de su cultura.
La flor de mandacaru no es una planta cualquiera. Ella se abre solo por una noche y al amanecer comienza a marchitarse. El mandacaru, un cactus endémico de la zona del nordeste de Brasil, de la bioma Caatinga, es junto con su flor todo un símbolo de resistencia, de resiliencia y fortaleza, de cómo las comunidades y la vegetación han podido vivir y florecer en condiciones difíciles de escasez hídrica.
Sergio Matos, que ha hecho una carrera prolífica encantando al mundo con la fuerza de la identidad brasileña en el diseño, aquí captura una vez más la riqueza de las tradiciones artesanas del noreste de su país, de sus tejidos y su cultura.
La poltrona es amplia como la flor que le da nombre. Sus pétalos, estructuras de aluminio, se entretejen artesanalmente para dar textura y cuerpo al mueble. Tiene la calidez de la soga naval. Por un lado es salvaje, exuberante, no escatima en pétalos, es en esencia brasileña y, por otro, su tono piel remite a la delicadeza propia de su especie.
¿Te imaginas sentada en ella? Dan ganas de florecer y creerse la reina de la primavera. sergiojmatos.com.br
El mandacaru florece entre las espinas y el paisaje casi siempre reseco del noreste brasileño. La flor deja el capullo bajo el manto de la noche y dura hasta el amanecer. Una belleza simbólica, llamativa y efímera que sirve como inspiración del sillón Flor de Mandacaru
Studio Sergio Matos.