Full Diseño N°19, 25 de agosto 2017

Hace un par de años, cuando visitaron Frutillar junto a gente del PNUD y del Gobierno, los representantes de la Unesco contaron a sus anfitriones que muchas ciudades han tenido que hacer grandes inversiones y muchas cosas solo para postular a la red de ciudades creativas de la música que reconoce esa organización. "Ustedes ya tienen todo ese camino recorrido", dijeron, "¿Qué están esperando?".

El Teatro del Lago, la Municipalidad y su organismo especifico, Plades, también las Semanas Musicales y otras fundaciones trabajaron en conjunto por muchos meses en la postulación. Ahora esperan conocer los resultados en octubre.

"El teatro se transforma en un detonante desde su construcción, pero esto parte mucho antes", dice Fernando Ortúzar, gerente de Negocios del Teatro del Lago. "Frutillar es una ciudad que tiene una inspiración musical desde hace muchísimos años. El teatro es resultado de esa inspiración y vocación musical. Los colonos llegaron con su cultura y con música. Hace casi 50 años comenzaron las Semanas Musicales de Frutillar, un evento que nació desde los vecinos". Fernando nos hace recordar a Flora Inostroza y su peinado tan característico en las páginas sociales. Nos cuenta que fue ella junto a Guillermo Schiess y otros entusiastas quienes propusieron al municipio no reemplazar el hotel Frutillar tras el incendio de 1996, sino donar los terrenos para levantar un teatro de verdad. "El municipio accede y empieza el sueño que termina siendo el Teatro del Lago. La familia lo continuó después de que murió Schiess. Tardó 12 años construirlo, pero en 2010 se inauguró como obra Bicentenario, la única privada y construida desde cero. Las actividades educativas comenzaron inmediatamente".

El teatro echó a andar el desarrollo social en una localidad con mínima industria, extensas zonas rurales, donde la mayor parte de los empleos hasta entonces los generaba el sector público. En el teatro trabajan alrededor de 100 personas, pero además su existencia elevó el valor de los terrenos y permitió a los hoteles y restaurantes funcionar todo el año; tanto los artistas como el público que se movilizan a Frutillar por el teatro dinamizaron la economía de la ciudad. Sin embargo, para Ortúzar y muchos más que piensan como él, lo que realmente hace de Frutillar una ciudad única es la mezcla entre lo artístico y lo educativo: "No es nuestro objetivo que los que salgan de la escuela de las artes sean músicos profesionales. Buscamos la transformación y la integración social a través de la música y el arte. Estamos convencidos de que cada persona que pasa por alguno de nuestros cursos, por meses, uno o muchos años, será después de eso una mejor persona, con todas las habilidades que entrega el arte. Ese es nuestro foco". El impacto de esa política se ve a nivel regional, cuando los estudiantes llegan desde Puerto Varas, Osorno e incluso Chiloé; a nivel internacional, cuando los artistas del más alto nivel hacen talleres y master classes con los alumnos, y a nivel local, porque ellos logran participar en el escenario, en los coros o en los cuerpos de ballet, por ejemplo.

EL PIB CULTURAL

Aunque no lo parezca, Frutillar es la comuna más pobre de la provincia de Llanquihue, con un 22% de pobreza según la última encuesta Casen, y una alta taza de vulnerabilidad de sus estudiantes. Bajo la urgencia de encontrar los secretos del desarrollo local y mejores oportunidades para todos nace la Fundación para el Desarrollo Sustentable de Frutillar, Plades, que busca ser el punto de convergencia entre los sueños de los vecinos, de varias fundaciones, el municipio y el gobierno regional. Los visitantes de la Unesco llegaron a un aniversario de Plades y reconocieron un PIB cultural poco frecuente: profesores de música de primer nivel concentrados en una localidad pequeña y más de 500 niños aprendiendo música solo en la Escuela de Artes, perteneciente al Teatro del Lago.

"Nos abrieron los ojos para poner en el centro de la estrategia el incentivo a las artes, la cultura y la música. Pero nos planteamos un desafío mayor: ¿Cómo poner ese elemento que ya es característico de nuestra comunidad al servicio de los desafíos locales? ¿Cómo la música genera más empleo? ¿Cómo se fomenta y promueve la industria creativa? ¿Cómo la música podría propiciar integración social y encuentros que no se habían dado? ¿Cómo establecer un programa que ponga al centro de la formación de nuestros jóvenes las habilidades que necesitan para el mañana?", dice Eugenio Rengifo, el llamativamente joven director ejecutivo de Plades.

En el mapa de Frutillar se pueden distinguir nítidamente cuatro sectores: un enorme mundo rural, abarcando cerca del 95% del territorio; el Frutillar urbano, el que tienen todos los visitantes en la mente, el de los colonos, Frutillar Bajo, la ciudad tranquila con lindos paisajes, extendida en torno al lago; luego un intermedio donde está la pendiente; arriba Frutillar Alto, nacido tras la llegada de la estación de trenes a principios del siglo pasado, donde se constituyen una serie de servicios y una población más trabajadora; finalmente, durante las últimas décadas se consolidó un sector llamado Pantanosa, que partió con tomas y terminó con viviendas sociales, algunas bastante precarias, y una escasez impensable de áreas verdes en la entrada a la Patagonia, menos de 1m² por habitante.

"Estamos trabajando para invertir en un plan maestro de áreas verdes que integre la ciudad en términos de calidad del espacio público. Con el municipio fundamentalmente hemos hecho plazas, arborizaciones y mejoramiento de establecimientos educacionales. Trabajamos en un proyecto para dotar de parques Frutillar alto y generar un nuevo corazón de la ciudad, el nuevo centro cívico que ya cuenta con una obra inicial, la biblioteca municipal (parte de la red DIBAM). El alcalde ha querido doblar la apuesta y ha comprado más terrenos para que este nuevo corazón integre Frutillar Alto, Bajo y Pantanosa", explica Rengifo.

En Frutillar hubo cambio de alcalde. El actual es el presidente del directorio de Plades. También cambiaron otros miembros, pero el plan no ha variado en nada: hacia los próximos 20 años se proponen mejorar toda la infraestructura para propiciar encuentro e integración. Mientras esto ocurre la música no sonará de fondo, estará al centro, como siempre en Frutillar.

Son varias las organizaciones involucradas en el plan de desarrollo e integración social de Frutillar. Una de ellas es la Fundación Mustakis, que ha contribuido en la búsqueda de un crecimiento armónico y sustentantable, con énfasis en incrementar la calidad de los espacios públicos de Frutillar Alto, donde ha financiado el incremento de la masa arbórea y la creación de plazas.

"En el ámbito cultural contribuye a los programas educativos del Teatro del Lago. Paralelamente ha impulsado la creación del Circo Frutillar, el que instalado en Frutillar Alto busca potenciar el quehacer circense en niños y jóvenes que en su vida cotidiana tienen pocas oportunidades culturales o deportivas", dice Magdalena Krebs, gerente general de Fundación Mustakis.