De cierto modo, Constitución, una ciudad con 46.081 habitantes situada en la Región del Maule, se hizo famosa luego del 27/F. Antes no era tan nombrada, quizás una pizca en alguna conversación de sobremesa, de la presencia de las plantas de celulosa que se instalaron allí a fines de los 70, tal vez. Hoy la ciudad comienza a relucir paulatinamente, más que nada por el Plan de Reconstrucción Sustentable de la Ciudad (PRES Constitución). En este, el Ministerio de Vivienda y Urbanismo, la municipalidad y Arauco se unieron bajo un convenio público-privado para la reconstrucción de la ciudad. Un plan maestro que está reordenando la ciudad y contempla un centro cultural, paseos y plazas, una escuela, un teatro municipal, estadio, terminal de buses -entre otros- y la Biblioteca Municipal de Constitución. El plan, que deberá estar listo el próximo 30 de junio, tiene el 22% de los proyectos construidos y un 35% en ejecución.

LA BIBLIOTECA
A los constitutanos les gusta leer. Sebastián Irarrázaval, arquitecto a cargo de la Biblioteca Municipal de la ciudad, nos cuenta que pasa llena.

¿Cómo ha sido la respuesta de los usuarios? El encargo era una biblioteca, un edificio que promoviera la lectura, que es la misión de la Fundación La Fuente, que coordinó el proyecto e hizo todo el ‘know how’ de cómo funcionan sus bibliotecas, que son bibliotecas abiertas, los libros están a la mano. El layout original contemplaba -y así se hizo- tres áreas: jóvenes, adultos y niños, así de simple.

La recepción ha sido superbuena, la biblioteca pasa llena, creo que tiene que ver con cierta necesidad, pero, por otro lado, con ciertas condiciones que tiene, que hacen que se pueda leer bien. Y eso tiene que ver con la luz. Tiene una luz balanceada, que es el resultado de la arquitectura y su cubierta, que tiene tres naves que permiten que la luz entre tamizada al interior, no directa. Y que entre por todas las caras, y eso hace que sea muy buena para leer.

Lo segundo tiene que ver con el confort acústico, y eso lo da la madera, que es un material que evita las reverberaciones, opuesto a lo que es el acero, por ejemplo.

Confort visual, muy importante, confort acústico también. Y lo otro que tiene es que la biblioteca está levantada a 1,60 m sobre el nivel de la calle, y por lo tanto el lector está con un dominio de lo que pasa afuera, es decir, de la Plaza de Armas, que tiene árboles muy antiguos. Entonces, de alguna manera es como estar leyendo frente a una ventana donde se ve un jardín.

¿Cómo resolvieron el hecho de contar con un presupuesto acotado? La historia es que originalmente la obra tenía dos materiales, que eran el hormigón y la madera, y luego, justamente para ajustarse al presupuesto, optamos por dejar lo estrictamente necesario en hormigón, que es básicamente el envoltorio y los frentes, como la fachada. Adentro, toda la estructura es de madera, más ligera. Y eso permitió ajustarse a los costos, pero finalmente fue mucho mejor el resultado.

¿Usaron gente local para su construcción? Sí, y fue una experiencia muy buena. Constitución está en la mayor zona maderera del país, entonces concentra muy buenos materiales y una gran mano de obra calificada, unos muy buenos artesanos, que fueron capaces de materializar esto con todos los detalles necesarios. Las labores de una mano de obra muy intensa tienen una cuestión única, sobre todo en el contexto actual, donde todo tiende a industrializarse. El hecho de que haya mucha mano de obra incorporada transforma la obra en una pieza única.

¿La biblioteca incluyó su contexto? ¿De qué forma? Sí. Una obra de arquitectura tiene que tener ciertos aspectos, lo primero es su coherencia interna, sus reglas del  juego, un orden. Por otro lado, una coherencia externa, o sea, que establezca vínculos, que se acople con las cosas en su contexto, y ese acoplamiento quizás tiene que ver con algo menos evidente, con una cuestión cultural del lugar, y lo otro, con las cosas materiales que existen. Entonces, una de las cosas que yo observé en este contexto maderero fueron los encastillados -son las maderas acopladas y cruzadas, muy atractivas visualmente, que producen una luz también debajo de esto. Es una manera de secar la madera y de guardarla, para que no se tuerza-. Otro aspecto, hay ciertas cosas en la ciudad que se repiten, que es el régimen de ventanas verticales, y eso también lo usamos. La biblioteca tiene tres grandes vitrinas que son en ese formato. Otras cosas, como valorar el contexto, como reconocer en ese lugar lo más importante, que es la plaza… La plaza es el patrimonio que quedó después de que todo esto se demolió con el tsunami y terremoto.

EL GRAN PREMIO

El arquitecto acaba de obtener una mención de honor con la biblioteca en el Wood Design & Building Awards -el único programa de Norteamérica que reconoce, premia y difunde la excelencia en arquitectura en madera. El concurso es organizado por la revista canadiense “The Wood Design & Buildings” y es auspiciado por el Canadian Wood Council-, y coincide con la obtención del Pritzker del chileno Alejandro Aravena.

¿Por qué crees que la arquitectura chilena está sonando afuera, a estos niveles? ¿Qué están haciendo bien los arquitectos? Hace mucho rato que hay una valorización de la arquitectura chilena, ha habido muchos arquitectos chilenos que han sido premiados internacionalmente. Creo que se valora porque son obras coherentes, tienen, lo que se denomina en arquitectura, un correlato, un discurso y un proyecto que obedece a una idea. Hay cierta justeza, hay que hacer un poco las cosas con lo que se tiene a la mano. Y hay una cierta racionalidad, también un conocimiento de los materiales locales, son obras cargadas de materialidad. Hay otras obras abstractas, como las de la arquitectura japonesa, que es radical en muchos aspectos y es más monomaterial, por decirlo de alguna forma. En cambio, la arquitectura chilena es una arquitectura que trabaja con la madera y, por lo tanto, en el cómo están hechas las cosas es importante. Una cierta calidad en las obras que se reitera.

Acá hay muchos arquitectos que también tienen una presencia internacionalmente. Hay una masa crítica, ellos mismos se nutren de ellos mismos, se produce un círculo virtuoso.

¿De qué se trata esa justeza que mencionas? La justeza hace que las obras sean esenciales y, por lo tanto, resisten el paso del tiempo, son cosas que no se agotan ni se desgastan. Creo que el hecho de tener una situación geográfica remota y por otra parte igual estar conectados con el mundo produce una cuestión interesante. Estar conectados, pero distantes de las modas y tendencias, esto produce un campo fértil para producir buena arquitectura.