PUEBLOS ORIGINARIOS: Werkén
"Auguro que algún día, iluminado por la evolución y el sentido común, Chile podrá declararse a sí mismo como un país mapuche. Conflicto étnico es un eufemismo que ablanda la violencia desmesurada a nuestro pueblo; en rigor, en Chile a cada minoría o diferencia le toca su parte de esta beligerancia", Bernardo Oyarzún.
1000 máscaras ceremoniales mapuches, conocidas como kollong, talladas a mano por 40 artesanos del sur de Chile a petición del artista Bernardo Oyarzún, conforman un conjunto que se acompaña por una línea de letreros que dejan correr la escritura de 6.906 apellidos mapuches que se conservan actualmente.
Werkén significa mensajero, el que lleva consigo la palabra, en estos minutos donde nuestro país necesita mirar al pueblo a los ojos, ¿cuál es tu mensaje hoy?
En este momento histórico se necesita mirar a la ciudadanía para ver cómo ella está aprendiendo a deliberar, a legitimar un proceso realmente representativo. La clase política no tiene esa capacidad y esto el pueblo lo sabe con certeza; las frases repetidas ya no sirven, las excusas para reprimir como la 'democracia' y el 'orden' son conceptos o valores que no tienen sentido cuando han pasado por encima de tus derechos. Resulta paradójico y sicótico tratar de mirar al pueblo cuando le están mutilado los ojos.
La obra Werkén para mí encierra una ilusión mestiza en un territorio distópico, y es pensar que algún día nos identificaremos con nuestros pueblos nativos y esa imagen la he visto en estos días, una revolución que se representa a sí misma pluricultural y sin identificación política. Esta realidad subyace en Chile desde su preludio aplacada por el absurdo de un país blanqueado. Sin embargo, en las últimas décadas, silenciosamente se ha ido derribando el muro colonial que tiene este país. Lo único que pienso en este trance es apelar a la 'humanidad' en esta lucha por la dignidad humana. Ser honorable en la contienda, lo que sería el grito de un weichafe (guerrero), 'Inche kay che': Yo soy el hombre que permanece en mí. Es un grito de guerra mapuche ante la muerte inminente. Un weichafe tiene honor, gloria y nunca pierde su condición integral como persona.
Es vital la reivindicación del pueblo mapuche por Chile. Desde que Werkén comenzó en Venecia, ¿cómo sientes que se ha creado conciencia sobre esto a través de tu obra?
Son muchos los agentes culturales y creadores que han hecho posible este contexto de conciencia y visualización del pueblo mapuche; pienso que se ha activado una memoria ancestral fundada en la condición étnica muy particular que tiene Chile respecto a su mestizaje, me refiero a la hibridación de gran parte de la población, que ha ido avanzando a otros niveles de mixtura e identificación. Se suma el trabajo de las comunidades mapuches urbanas de la periferia de Santiago y otras ciudades importantes más distantes del territorio ancestral incólume, como Valparaíso, Talca y Concepción, si sumamos todo esto y la ayuda cada vez más cercana de los mapuches del sur, portadores de la tradición vernacular de esta cultura, creo que una obra como Werkén era cuestión de tiempo nada más.
Luego del éxito mediático que tuvo en la Bienal de Venencia, rápidamente rebotó en Chile con méritos irrefutables como su concepción local y niveles estéticos que la sitúan en una contemporaneidad transversal en el mundo del arte, pero extraída desde nuestro mundo antiguo con una pertinencia de actualidad.
DÓNDE: Hasta el 13 de diciembre en Estación Peralillo, valle de Colchagua, Región de O'Higgins.
PARA VER: Pamela Pequeño, docente y documentalista, recomienda tres documentales que hablan de pueblos originarios de manera gratuita en el sitio OndaMedia. www.ondamedia.cl
Te Kuhane o Te Tupuna de Leonardo Pakarati. Relata la historia que le cuenta una abuela a su nieta sobre el moai Hoa Haka Nana'ia, que hoy es parte de la colección del Museo Británico de Londres. Se lo llevaron hace más de 100 años y nunca regresó. En la isla las cosas poseen 'mana', un poder sobrenatural de sus ancestros, hoy debilitado. Una forma de recuperarlo es traer al espíritu del moai de vuelta a su tierra.
Surire de Iván Osnovikoff y Bettina Perut. Un documental contemplativo que registra los alrededores del salar de Surire y una comunidad de ancianos que son los últimos sobrevivientes de la cultura aymara en el área. Como contraste, maquinaria de una faena minera se entremezcla con vicuñas, flamencos y llamas. De esta manera queda en evidencia las tensiones que conviven en el norte.
MÁS QUE NUNCA
Interactivo que se integra a la muestra permanente del Museo de la Memoria y que reúne relatos de pueblos originarios que van desde la identidad, la discriminación, hasta la relación con la sociedad chilena y el Estado. En voz de los pueblos quechua, aymara, yagán, colla-diaguita, mapuche, pehuenche, selk'nam y kawésqar.