Dicen que lo que se hereda no se hurta. El tejido textil es uno de esos genes que vienen de un linaje patrimonial que se practica de generación en generación, casi de manera innata."Crecí entre lanas, mi abuela y mi mamá eran tejedoras, lo tengo en mis genes. Mi mamá me contó que aprendí a tejer a los 4 años, yo no lo podía creer. Me decía que a esa edad estaba con unos clavitos enrolando la lana y optaron por hacerme unos palillos, me los hizo mi abuelo", comenta Liliana Sanhueza, artesana de Panguipulli.
También la dedicación y el amor pueden ser un hilo conductor para encantarse con la técnica, como le ocurrió a Agustina Lienlaf. "Aprendí el oficio por mi marido, cuando me casé vi lo que hacían en su familia y me interesó aprender. Los veía a todos muy contentos y pensé: '¿por qué no lo hago yo igual?'. Y ahí mirando, aprendí sola y empecé ayudándolo".
Ambas artesanas son parte de las 53 mujeres de la Región de los Ríos que pertenecen a Nodo Lana. Una iniciativa que rescata el sustento principal de las familias campesinas para mejorar su comercialización, calidad y conocimiento.
Todo partió en 2017, cuando la diseñadora y docente Karla Villarroel, inició un proyecto en la comuna de San José de la Mariquina, ¿el objetivo? aprovechar la lana generada en la crianza de ganado ovino, aportando a los productores el conocimiento para mejorar el tratamiento de la materia prima y generar un producto de calidad. "Para tener una buena calidad de lana, el cuidado del animal es súperimportante, tiene que tener sus vacunas, alimentación, abrigo y su forma de agradecernos es darnos una buena lana... Son compañeras de trabajo", comenta Liliana.
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"La experiencia ha sido increíble y de alto impacto sobre todo para ellas y sus comunidades. Ya son tres años de residencias textiles, donde nos hemos conocido, estrechando lazos de confianza y compañerismo, hemos aprendido las unas de las otras y nos hemos fortalecido en nuestros saberes, hoy nos queremos, nos extrañamos y tenemos una relación muy cercana. Todas hemos cambiado, somos parte de una energía que produce objetos de vestuario únicos. Esto nos empodera y nos hace felices", comenta Karla Villarroel.
Además de incentivar la crianza local y el uso de materias primas naturales, la segunda parte de Nodo Lanas es capacitar a sus artesanas para mejorar la competitividad con talleres para conocer sobre los métodos de producción, tejido, diseño y marketing de moda. Todo con el apoyo y financiamiento del Comité de Fomento Productivo de Los Ríos y la Universidad Tecnológica de Chile Inacap, en sus sedes de Valdivia y Ñuñoa.
Así, Karla Villarroel y su proyecto logran conectar a los productores de ovinos, con las maestras hilanderas, quienes seleccionan la lana y la convierten en vellón que se lava y luego es utilizado por las tejedoras, quienes lo obtienen a un precio justo, para luego comercializarlo. Un círculo virtuoso que se preocupa de cada eslabón de la cadena y que resultó en dos colecciones que se pueden obtener en sus redes sociales.
Instagram: @nodolanalosrios
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