Imperio femenino
Nació en Leningrado, estudió en Nueva York y hoy vive en París. Liana Yaroslavsky, la diseñadora rusa que este año sacó aplausos por su colección de mesas en la Feria del Mueble de Milán, nos abrió su refugio parisino, donde reina, cual María Antonieta, dentro de un cruce de estilos con lo mejor de sus mundos.

Una auténtica veneración por el pasado, por las cosas con historia, las ferias de las pulgas y mercadillos se vive en esta casa a las afueras de París de la diseñadora rusa Liana Yaroslavsky, a la que llegó, según cuenta, porque París es una ciudad apasionante y “la segunda más linda después de Venecia”. La Ciudad Luz consagra entonces su estética dentro de este reducto; eso sí, con los toques del glamour, excesos y suntuosidad del viejo país de los zares, parte del ADN de esta mujer que creció rodeada de belleza, y que hoy se unen para transformar una antigua construcción en un refugio a su medida: barroco y elegante, pero sobre todo, donde impera la femineidad.
Amplios y luminosos espacios suman coquetería y dan cuenta de la fijación por los detalles que completan un conjunto recargado y al mismo tiempo etéreo, con piezas de mobiliario encontradas, obras de arte y creaciones de Liana, que se relacionan la mayoría de las veces de una manera inusual y sorprendente, como es el caso de la escalera que conecta al segundo piso, en la que la diseñadora dispuso una selección de piezas de ropa del diseñador de moda Tim Van Steenbergen, o como su mesa de centro, que da partida a una línea completa y la que Yaroslavsky inició con la compra de una lámpara araña de cristal en uno de sus múltiples viajes a Murano. “Un día, al querer cambiar la mesa recopilé las partes de la lámpara que había desmantelado y las inserté en un cubo de plexiglás”. El resultado, como siempre, un éxito que una y otra vez refleja la personalidad de la dueña de esta casa, mezcla de sofisticación y paradojas, de estilo cargado y visión contemporánea. Y es que las inspiraciones de Liana son disímiles. Desde Lenny Kravitz a Chopin, Liaisons Dangereuses y Blade Runner, todo le sirve para incorporarlo a su receptivo universo, pues su don para captar la historia de cada pieza encontrada es único. “Todo comienza con un objeto, una sensación y, a continuación, con el tiempo madurando la idea, nacen las creaciones”, explica esta graduada de Parsons School of Design. De esta manera, se da paso a lo esencial, lo que es único en cada una de las partes de su mundo con aires de palacio, y que al final simplemente es ella misma en todas sus versiones. Mujer, madre, diseñadora y creadora.
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