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Industria textil chilena crónica de una agonía

Bellavista-Tomé, Sumar, Yarur, son algunos nombres que suenan a tiempos de esplendor de una próspera industria textil chilena. Pero la globalización y la competencia de los mercados mundiales han socavado el sector, como la fábrica de Tomé, paralizada desde 2007. ¿Cuánto tiempo más seguirá vigente la industria textil chilena?

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“Mi padre, Pietro Romagnoli, un ingeniero italiano de la Emila-Romagna, fundó esta fábrica a comienzos de los años 50, y desde los 30 él venía trabajando en el rubro textil. Primero en una fábrica de cierres de metal y luego vinculado a los telares. Pero se cambió a la hilandería. En la actualidad somos prácticamente los únicos en Santiago que seguimos trabajando y tiñendo lanas”, cuenta María Eugenia Romagnoli, socia de la fábrica Romanina, una empresa familiar.

La escucha atentamente su primo hermano Guerrino Romagnoli, quien, sentado frente a ella, afirma con la cabeza. Su propia historia también está vinculada al rubro textil. Fue dueño, al igual que su tío, de una fábrica hilandera, pero con los años, la competencia con mercados más globalizados aumentó a tal nivel, que decidió vender su propiedad a una inmobiliaria y retirarse del negocio. Al parecer, las ganas de seguir vinculado al sector fueronmás fuertes y al poco tiempo de cerrar su fábrica decidió comprar una parte de Romanina a su otra prima. “Guerrino llegó en elmomento preciso paramanejar toda la parte tecnológica”, comenta María Eugenia.

Aunque ambos reconocen que no ha sido fácilmantener la fábrica a flote, logran seguir produciendo lanas de gran calidad con una amplia variedad de tipos y colores. Cuentan que actualmente sus principales clientes son tejedores industriales, muchos de ellos antiguos usuarios de hilanderías. “Hemos absorbido esa demanda ya que muchas fábricas han cerrado”, explica Guerrino. Con nostalgia, hablan de una era en que el sector significó una de las principales actividades del país.

:Los años dorados

Larga es la historia de la industria textil chilena. Sus inicios se remontan amediados del siglo XIX. En 1868 comenzó a funcionar la Fábrica de Paños Bellavista-Tomé, que producía 1200 metros diarios de franelas,colchas y mantas. La diseñadora e historiadora Pía Montalva, autora del libro “Morir un poco.Moda y sociedad en Chile 1960-1976”, destaca en éste la obra “La industria textil y del vestuario en Chile” –de Patricio Frías, Magdalena Echeverría, Gonzalo Herrera y Christian Larraín–, que explica que casi una década después, en 1878, ya existían cerca de ocho fábricas textiles en nuestro país. Otras eran las fábricas de Paños El Salto, en Conchalí, y la de Tejidos de Algodón, en Valparaíso.

Una de las primeras crisis que sufre el sector sucedió en 1930, debido a la disponibilidad de insumos importados a precios bajos. A raíz de la depresiónmundial de los años 30 –y la consecuente escasez de divisas– comienza a establecerse unmodelo de desarrollo basado en el crecimiento del mercado interno, la sustitución de importaciones y un rol estatal activo. Así las cosas, el rubro textil florece. En 1965, la producción representó un 17,9 % de la actividad industrial total y el sector textil y de vestuario llegó a satisfacer el 97 % de las necesidades nacionales. Así fue como la década del 60 simboliza prácticamente los años dorados.

Si bien en sus inicios la industria textil se dividió entre la producción de insumos derivados de la lana y el algodón, con el tiempo se comenzaron a introducir fibras sintéticas. SegúnManuel Pacheco, integrante de la Asociación Gremial de Químicos Coloristas y Textiles de Chile, la historia de esa industria se divide entre la algodonera y la lanera. Relata que al comienzo fueron muchos los empresarios que desarrollaron una importante fábrica de textiles de algodón en nuestro país. A pesar de que los productos eran de buena calidad, el problema surgió con las importaciones de la materia prima, ya que Chile nunca fue productor de este insumo. Esta situación encareció la producción y, con el tiempo, no logró competir en costos contra los productos de algodón de otras latitudes como India y China, introducidos con fuerza a partir de los años 90. Con anterioridad, una seguidilla de situaciones, como la expropiación de las fábricas textiles entre 1970 y 1973 y la crisis económica de 1983, comenzaron a afectarla estabilidad de la industria textil.

Pacheco relata que la industria basada en la lana también fue importante. Una de las fábricasmás importantes fue Bellavista-Tomé que durante años dio trabajo a gran parte de esa zona penquista. Actualmente se discute su existencia ya que, luego de su cierre en 2007 –con el despido de 750 trabajadores–, la junta de acreedores y el síndico acordaron llamar a licitación para adjudicar la paralizada fábrica a fines de abril. El proceso de venta culminó sin interesados, por lo que los ex trabajadores de la empresa piden que el Estado la reabra para traspasarla a privados y evitar que ésta se venda por partes, luego de una reunión en mayo de 2009 en que se estudió su futuro.

:Influencia de la inmigración

La expansión de la industria textil chilena se explica a partir de la implementación de incentivos tributarios y de crédito,medidas de protección, crecimiento del mercado interno e inmigración de técnicos y empresarios extranjeros. Estos últimos fueron clave en este desarrollo fabril. Conocidas son las historias de palestinos, quienes huyendo de la represión turco-otomana, llegaron a Chile en el siglo XX. Con el tiempo lograron establecer aquí una importante industria textil, la que logró dar trabajo a aproximadamente 160 mil empleados. En el caso de la familia Yarur –quienes primero se asentaron en Perú y Bolivia– varios de sus integrantes llegaron a nuestro país a crear y desarrollar fábricas. S.A. YarurManufacturas Chilenas de Algodón fue una de las más connotadas.

La familia Yarur fue pionera en esta industria. A mediados de la década de los 40, fundó la fábrica de hilados y tejidos de algodón más moderna de toda Sudamérica. Se trató de una propiedad de grandes superficies, de aproximadamente 55 mil m2 en la que trabajaban cerca de 4 mil personas. No sólo se trató de una fábricamoderna en términos de infraestructura sino que también en lo social. Su fundador, Juan Yarur Lolas, se preocupó del bienestar de sus empleados y mandó a edificar un centro deportivo, una clínica e incluso una sala cuna.

Sofía Yarur, diseñadora de la Universidad Católica, cuya tesis de investigación sobre la industria textil chilena se tituló “Gloria de nuestro pasado fabril”, cuenta que muchas de estas fábricas eran de dueños de ascendencia palestina: “En los tiempos de apogeo de esta industria, en la década del 50 y 60, el 80 % de la producción chilena de telas de algodón estaba en manos de estas tres familias de origen árabe: Hirmas, Sumar y Yarur. En los años 30, sus fundadores tuvieron que hacer múltiples sacrificios al intentar prosperar en un país de actividades económicas tradicionales como la agricultura.

Todo esto para llegar a crear fábricas que se consolidaron dentro de las más modernas de América y contribuyendo al bienestar y desarrollo económico de la nación”.

:Futuro incierto

Poco alentador se ve el panorama para nuestra industria textil. A pesar de varias iniciativas para incentivar a ésta y sus derivados –como el rubro del diseño–. “Nunca desaparecerá del todo porque siempre se necesitará un mínimo de respuesta inmediata a las necesidades de un país. No todo será cien por ciento importado. En octubre del año pasado organizamos un seminario latinomericano en Santiago con gran convocatoria de los principales países productores de la zona, como Brasil, por ejemplo, que subsiste gracias a tener un granmercado interno. Pienso que una de las ramas que hará sobrevivir la otrora floreciente industria será la innovación en diseño textil y la nanotecnología, como la fabricación de trajes paraminas y contra los rayos UV”, opina Manuel Pacheco.

Los Romagnoli, por su parte, viven un cierto tiempo de bonanza que les ha otorgado la actividad artesanal. “Lleganmuchos encargos de personas vinculadas al diseño de prendas de producción para vestuario y alfombras. Nos piden lana para fieltro y otras para tejer. Aprovechamos este empuje, pero si nos preguntan por el futuro, realmente no sabemos qué decir. Simplemente vivimos el día a día”, concluye María Eugenia.

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