Muchos historiadores dicen que en "La Última Cena", Da Vinci representó a Jesús junto a los apóstoles celebrando Pesaj o la Pascua judía, importante fiesta en que dicho pueblo recuerda el término de la esclavitud y la salida de Egipto. Además de gustarme mucho festejar la libertad, adoro todavía más el banquete que lleva consigo, una seguidilla de preparaciones con matzá o su harina (el pan ácimo que caracteriza Pesaj), que cada familia cocina a su estilo, costumbre u origen y que mi madre, gloriosa cocinera descendiente de judíos rusos, empieza a hacer varios días antes. El guefilte fish es uno de los platos vitales, una delicada albóndiga de distintos tipos de pescados blancos que se cocina en olla con cebolla, zanahoria, harina de matzá y, lo más importante, se come con jrein, un aderezo que la sofistica en gusto y la hace francamente grandiosa.

Cuento esto porque este año (como a veces en otros) Semana Santa y Pesaj caen juntos, de ahí que partiera con el cuadro de Da Vinci, algo que para mi ignorancia religiosa explica la 'casualidad' de las fechas. Pero también porque algunos estilan comer pescado, y el solo hecho de que alguien pruebe por primera vez el jrein con el pescado me hace tiritar de emoción.

La receta original del jrein es betarraga con raíz picante. Se sirve fría, en la mesa y cada ser le pone cuanto quiera. En Chile tenemos una flaca, dura e hilachenta raíz picante fresca. De ahí que se suplante por la pasta envasada (horseradish). Es tan simple como rallar la betarraga cocida muy finita, estrujarla para sacarle el exceso de agua más unas buenas cucharadas de la pasta y ya está. La gracia es que pique. Mi bisabuela materna le ponía mostaza Colman's en polvo (difícil de encontrar por estos lados). Mi mamá la hace con wasabi. Yo siempre tengo un frasco en el refri porque hasta a la lata de atún le sube el pelo. Anímense. @raqueltelias