1. ¿Cuál es el origen de La Reconquista Peatonal?
Con la Nico (Nicole Pumarino), mi socia, nos hicimos amigas en un trabajo y cotidianamente compartíamos nuestras experiencias de caminar desde lados opuestos de la ciudad al trabajo. Cambió el signo político del gobierno local para el que trabajábamos y quedamos cesantes; apareció la oportunidad de participar de un evento importado gringo en Valparaíso, pero era supercaro. No podíamos darnos el lujo de pagar 500 dólares, pero si eras expositor pagabas un aporte voluntario. Postulamos con un taller que se llamaba “La reconquista peatonal”. Ambas nos habíamos comprado el libro “Wanderlust, una historia del caminar”, de Rebecca Solnit, estábamos inspiradas en esta línea y queríamos compartir con otros esto que nos gustaba tanto de salir a caminar.
2. ¿Por qué era necesario revalorar algo tan simple como caminar?
Caminar es una relación directa con el entorno, en este caso urbano. Pero en la naturaleza pasa lo mismo. Los filósofos veían en el caminar una acción que provoca reflexión, que oxigena de otra manera; hace que tanto cuerpo como mente vayan avanzando. Creemos que es una forma en la que podemos mejorar la relación que tenemos con la ciudad e influir en su construcción y mejora. El caminar tiene ese ritmo acompasado con tu cuerpo; de todos los medios de desplazamiento es el que mejor va con la escala humana y es el que te permite acercarte a lo que te interesa, encontrarte con el otro.
3. ¿Cómo son sus actividades?
Nuestra herramienta principal son los cuadernos de registro. Hay varias versiones. Hemos hecho algunos específicos con gobiernos locales; con el municipio de Renca, por ejemplo, hicimos uno para niñas, para complementar su diagnóstico de la movilidad con mirada desde la infancia, pero por lo general nuestras convocatorias son abiertas y a través de RR.SS. Los cuadernos son una especie de diario y cuestionario que entregamos a los caminantes, para registrar caminatas específicas o de ruta cotidiana. Es siempre mano a mano: nos juntamos con los caminantes para entregarlos y cuando terminan de registrar, nosotros recolectamos. El compromiso es que vuelvan con sus experiencias. Hacemos talleres, cursos y conversatorios en torno al caminar en la ciudad. No buscamos hechos extraordinarios, queremos el día a día.
4. ¿Qué cosas les ha permitido observar ese registro?
Por ejemplo, los cuadernos de niñas fueron superinteresantes. Les preguntamos como se veían yendo al colegio, y ellas se dibujaron vestidas de princesas, con varitas mágicas, montando unicornios. El mundo de la fantasía se traspasa a su vida cotidiana y su construcción del entorno sigue en esa línea. Los adultos pensamos que las plazas de juegos son su espacio y en estos registros te das cuenta de que los niños están esperando que la calle completa sea un estímulo. Son muy críticos de la basura, de la falta árboles, de los malos olores, o sea, son ciudadanos. Mientras la gente entre 20 y 50 relaciona la seguridad a los asaltos, los adultos mayores te hablan de su seguridad física, de las dificultades que encuentran para desplazarse, de la asistencia de otros, delatando la falta de inclusividad en la ciudad.
5. ¿Qué viene para LRP?
Tenemos ganas de hacer un cuaderno en que las personas cuenten sobre sus caminatas yendo a votar el día del plebiscito. Estamos preparando un archivo ciudadano: ya tenemos casi 600 cuadernos y toda esa información es muy relevante para los tomadores de decisiones en la ciudad, para los planificadores, investigadores y los mismos ciudadanos. Queremos mostrar este archivo a través de una plataforma web y en un espacio físico, porque los cuadernos son pequeñas obras de arte.