David Hernández del Valle no para, siempre está yendo más allá y mirando hacia el futuro no solo como cofundador y gerente del estudio Tu Taller, sino también como gestor cultural y director creativo del Medellín Design Week. Este evento de diseño, realizado por primera vez en 2014 en Colombia, busca poner a conversar la ciudad con el mundo a través de distintas instancias como talleres, conferencias entre diseñadores consagrados y nuevos talentos, además de los recorridos de la ciudad a través de hitos del diseño y la arquitectura como los edificios del arquitecto Giancarlo Mazzanti construidos en zonas más vulnerables de Medellín. En pocas palabras, es una semana donde la ciudad se empodera y se muestra a sus creadores, y el éxito ha sido tal que hoy se replica en México, Buenos Aires, Lima y Sao Pablo, y en un futuro también en Santiago.
Para Del Valle, uno de los grandes aportes de una semana del diseño es que permite reconocer a los jóvenes y 'venderlos', "no como vendedores de vasijas, sino que como creadores y desarrolladores de productos para países que muchas veces no saben qué hacer. Una feria como esta no es para vender objetos, sino que para vender conocimiento, gente clave, la imagen de un país, su identidad, sus curadores, sus arquitectos..., porque si solo se ve como un evento de diseño, se acaba todo y termina siendo una feria de jardinería o de diseñadoras que están empezando y no saben cómo exponer. Nuestro trabajo es promover y agenciar en el buen sentido".
[gallery ids="29907,29906,29908" link="file"]
¿De qué manera estas ferias ayudan a que el diseño se transforme en una industria rentable para un país? Antiguamente la industria de productos hacía a los países más ricos; hoy no dominan los que tienen las industrias, sino los que comercializan. Hace poquito el Banco Interamericano de Desarrollo lanzó un informe sobre la economía naranja de Iván Duque donde se demostró que en Colombia las industrias creativas producían más dinero que la minería; industria creativa que incluye el teatro, la música, la publicidad, el diseño; industrias que si se unen generan.
¿Todos los países podemos aspirar a que el diseño se convierta en una herramienta interesante para nuestra economía? Eso es exactamente lo que hay que hacer, hay que dejar de pensar que el dinero es creatividad y ya, sino que es economía, es cultura. Es entender que si se cae la bolsa o baja el petróleo no le va a afectar al diseñador. Es importante no basar la economía solo en el producto bruto, ni en las materias primas.
El diseño es rentable, y yo no estaría aquí si no lo fuera, porque precisamente ya hemos encontrado una economía relacionada a la creatividad.
Diseño latinoamericano como unidad de negocio
David del Valle se sabe y se reconoce negociante, para él el diseño va más allá de la creación, hay que saber venderlo y licenciarlo, además de buscar diferenciarse como diseñadores latinoamericanos con una trayectoria cultural muy rica, materias primas interesantes y mano de obra que solo necesita ser capacitada. Él es un ejemplo de negocio, creador del mortero Alfil, inspirado en el poporo quimbaya, diseño que licenció a una empresa de Valencia que lo comercializará en serie en Europa, algo difícil hasta para el diseñador más reconocido. Aquí la clave fue crear un objeto moderno con identidad precolombina.
¿Cómo entendiste que había que avanzar sin perder lo étnico? Simplemente porque entendí que en el mundo hay morfología, yo no quiero imitar a los escandinavos, entonces no me puedo inspirar en ellos, puedo respetarlos e inspirarme desde lo personal, pero tengo unas líneas morfológicas de mi cultura que ellos no tienen y tengo que diferenciarme. El diseño del mortero en resina de alta resistencia me lo compró una empresa en Valencia para fabricarlo en cerámica y venderlo en Europa, y gano por la licencia… Eso es lo que hay que fortalecer, volver a la gente negociante. Los paisa de mi tierra no concebimos la vida sin negociar, nos enseñan desde chiquititos. Y eso se aplica a todas las carreras, hasta la paz se puede negociar. Entonces hay que enseñarles a los diseñadores no solo a vender, sino que a venderse; yo voy a las ferias así. Karim Rashid vive de royalties; por ejemplo, la papelera Garbino le aporta 125.000 dólares anuales en royalties, desde hace varios años, y la comercializa Umbra. La colección Tarrugao, de los chilenos GT2P, inspirada en el día del Sí y el No de Chile, la compró Cappellini, quienes la hicieron en porcelana y la industrializaron y hoy venden y venden con todo el concepto, al igual que el mortero que tiene un molde y se sacan series.