La cuna de un gigante
El cerebro y las raíces del coloso sueco de la decoración llevan nombre de pueblo: Älmhult. Un bucólico municipio de 8.000 habitantes donde nació su fundador y hoy se desarrolla la parte más creativa de la empresa. Descubrimos por qué Ikea nació aquí y no en cualquier otro lugar del mundo.


Diluvia cuando cruzamos el puente de Oresund. Mientras se pierde de vista la costa danesa y el mar se va convirtiendo en el único horizonte a ambos lados de esta obra de ingeniería que ha conseguido unir Dinamarca y Suecia, pensar en el otro gigante que nos ha traído hasta este lugar resulta inevitable. El coloso sueco se llama Ikea. Nos han invitado a conocer su origen, el lugar en el que nació Ingvar Kamprad, su fundador, y donde se abrió el primer comercio de la firma. ¿Encontraremos en Älmhult, un pequeño pueblo de 8.000 habitantes situado en la provincia de Småland, alguna clave que desvele las razones del éxito de la mayor empresa del mundo de mobiliario y decoración para el hogar?
Dejamos atrás Malmö, ya en territorio sueco, y continuamos 170 km por la autopista hasta desviarnos a una carretera secundaria flanqueada por bosques. Sin persianas ni cortinas, las ventanas desnudas de las casas parecen decir: '¡Pasen y vean!'. Y tras cada una de ellas, encendida, una pequeña lámpara. Una ventana, una lámpara; seis ventanas, seis lámparas. A la décima casa con la misma pauta queda claro que no se trata del gusto estético de un vecino aislado.
Llegamos a Älmhult de noche. Una vía férrea divide el pueblo en dos. A un lado, el centro urbano, con un par de calles principales y casas de colores que siguen la arquitectura típica de la zona. Los campanarios de dos iglesias son los únicos puntos elevados que se distinguen. Al otro lado, la tierra de Ikea. El hotel Ikea. Ikea of Sweden (IoS), el centro de desarrollo de producto de la firma. ICOM, la compañía dedicada a las comunicaciones del grupo y donde se elabora su famoso catálogo. Testlab, el laboratorio de pruebas. Un centro de actividades para empleados y familiares, con gimnasio, restaurante, zona recreativa para niños y pub incluidos. El museo Ikea, que recoge sus raíces e historia. Tillsammans, un centro corporativo inaugurado hace algunos meses, solo accesible para los empleados y repleto de sorpresas dirigidas a que entiendan los cimientos en los que descansa la compañía. El centro de distribución más antiguo, pero también uno de los de mayor capacidad de los 27 que tienen repartidos por el mundo. Y diminuta en comparación con todo este complejo de edificios que escapan a la vista, la primera tienda Ikea, inaugurada en 1958.
Ingvar Kamprad nació aquí en 1926. Si el lugar es hoy tranquilo, entonces era poco más que contadas granjas distantes entre sí, cuyos habitantes se surtían en la única tienda que existía y que pertenecía al abuelo materno de Ingvar. Su madre se encargaba de la contabilidad y, a falta de guarderías, el niño correteaba por la tienda. A los cinco años ya empezó a vender cajas de cerillas y a canjear las ganancias por más cosas: tarjetas, semillas de flores... De su abuelo aprendió que si un cliente pide algo que no tienes en tu surtido, debe encontrarlo cuando vuelva la próxima vez.

Ingvar Kamprad, fundador de Ikea, en uno de sus famosos centros de distribución.
Con siete años se trasladó a vivir a la granja de sus abuelos paternos, y los vecinos, sin tiempo para acercarse al pueblo a comprar cosas pequeñas, recibían encantados las visitas de aquel niño que iba añadiendo mercancía a su repertorio: setas, bayas del bosque, pescado... No hacía otra cosa que comportarse como un habitante de Småland: aprovechar lo que la naturaleza ponía a su alcance. Inquieto y pertinaz, no dudó en mover cielo y tierra hasta registrar su empresa cuando solo tenía 17 años.
Juni Wannberg es sueca y en la actualidad ejerce de guía en el museo: "Nunca podríamos haber existido en otra parte de Suecia", explica, "el espíritu emprendedor de esta región del país, nuestra relación con la naturaleza y las duras condiciones de vida que obligaron a nuestros antepasados a aunar esfuerzos para salir adelante forman parte de nuestra esencia. Esa sensación de familia, de querer ayudarnos los unos a los otros, es muy importante para entender Ikea".
Conocer de cerca los sitios y a las personas desbarata tópicos. El que hace referencia a la frialdad de los nórdicos se desploma en Älmhult. Sus ciudadanos son habladores, educados, curiosos... Una cajera de Willy´s, el supermercado, dice: "En este pueblo viven personas de muchos países, y eso marca. Estamos orgullosos de que Ikea haya nacido y esté instalada aquí. En otras poblaciones del mismo tamaño no hay tantas actividades como nosotros tenemos en nuestra ciudad".
James Futcher es británico, tiene 40 años y es desarrollador de producto en el área de iluminación en IoS: "Como desarrollador de producto, es el mejor trabajo que he tenido. Haces objetos para gente de todo el mundo, y aquí la calidad de vida familiar es muy buena. Nos aseguramos de salir para estar al tanto de la actualidad, pero Ikea tiene una naturaleza humilde, y también es bueno estar rodeado de un bosque, de lagos... precisamente por el carácter humilde que tiene la misma naturaleza".
Ya que su especialidad es la iluminación, le pregunto por la finalidad de tantas lámparas detrás de cada ventana. "No hay vida si no hay luz". Tras esta respuesta, muy conveniente para alguien que se gana el sueldo liderando el proceso de creación de lámparas de principio a fin, mira a Mattias Lindquist, un compañero sueco del área de comunicación, reclamando ayuda. "En Suecia es casi más importante la celebración del solsticio de verano que el Día de la Fiesta Nacional", explica Mattias. "Hay meses de invierno que llegamos a tener 20 horas de oscuridad. La iluminación de las casas es una forma de hacerlas más acogedoras e invitar a la gente a que venga a ellas". Ahí va otra máxima Ikea: `No creamos necesidades, las solucionamos´.
En esta empresa odian el aire. No el que se respira a orillas del helado lago Möckeln, sino el que intenta colarse en sus contenedores a la hora de transportar mercancía. A menos espacios vacíos, contenedores más aprovechados, menos coste y menos emisiones contaminantes a la atmósfera. Para llegar a esos embalajes planos que millones de habitantes del planeta han llevado alguna vez en el maletero de su coche, todos los objetos han pasado por un departamento que estudia cómo producirlos para que desmontados ocupen el menor espacio posible. Otra regla Ikea: `Nosotros hacemos una parte del trabajo, pero usted colabora para conseguir a cambio precios más baratos´. De nuevo el ADN de la región de Småland se cuela lanzando un manifiesto que la empresa de decoración ha adoptado: `Somos gente emprendedora, tenemos pocos recursos, pero trabajamos duro y juntos para sacarles partido´. Eso se nota en las aficiones de sus ciudadanos. Les encanta ponerse manos a la obra.
Pero es que además en toda Suecia se da valor al dinero. Hay chistes que se refieren a lo mucho que le cuesta a la gente de Småland desprenderse de él. Incluso Ingvar Kamprad, que acaba de cumplir 85 años y no tiene precisamente problemas de liquidez, tiene fama de tacaño. Sus colaboradores no lo desmienten: puede invertir un montón de dinero en la empresa, pero es austero con él mismo. Nunca viaja en clase business, tiene un coche normal y le han visto comprar comida rebajada en un supermercado porque su fecha de caducidad estaba próxima.

Älmhult, poblado donde nació Ikea, hoy gira en torno a ella, pero aún mantiene su carácter de pueblo simple.
En el laboratorio de pruebas, donde se testea todo lo que ustedes puedan imaginar durante la fase de desarrollo de cada producto -desde la resistencia de una superficie hasta el goteo de las velas-, una parte crítica es ver cómo montan los clientes sus productos. "Da igual lo bien diseñado que esté y lo bonito que sea", explica Anders Jarlsson, uno de los responsables en Testlab. "Si se tarda cinco horas en ensamblarlo, el producto no es bueno".
Persistencia y tozudez. Para dejar perfecto un mueble o para enfrentarse a los retos. Ingvar Kamprad vivió el suyo cuando en 1952 empezó a vender muebles en un local bastante destartalado del pueblo. La forma de exponerlos en ambientes, aunque fueran mucho más sencillos que los actuales, fue un éxito. Pero otros comerciantes intentaron boicotearle prohibiendo a los fabricantes que le vendieran. Acudió a los daneses, muy buenos en el sector, y no solo compró, sino que contrató allí a los cuatro primeros arquitectos que empezaron a hacer diseños originales para Ikea. El gigante estaba en marcha.
Per-Olof Svensson nació en Älmhult hace 45 años. Es colaborador en Ikea Components, donde se encarga de adquirir materias primas para los proveedores. "Hemos crecido con unos abuelos que han vivido épocas duras y nos han inculcado no dar nada por hecho. Eso y tener siempre los pies en la tierra,creo, son factores de éxito en cualquier cosa que hagas. Siempre buscamos dar la vuelta a los problemas para salir reforzados".
Clara Guasch es catalana y responsable de desarrollo técnico y materiales textiles en el área de estrategia de surtido. Eso significa pensar cosas que se puedan desarrollar de 3 a 10 años, incluso 20, para mejorar y tener ventajas competitivas, "…aquí lo primero es el desarrollo de la persona… cómo puede llegar a decirse 'no te pago por pensar'. En Ikea esto es inviable. Cualquier cosa que puedas plantear se debate y se valora. Es verdad que la empresa tiene muchos recursos e invierte gran parte de ellos en mejorar procesos; por eso nos pueden pagar por pensar. Pero lo cierto es que hay muchos que tienen los recursos y nunca mueven ficha".
Pero ¿a qué se debe el éxito internacional de una empresa tan escandinava? Mari Gustafsson, directora de la tienda Ikea en Älmhult, da un argumento imbatible: "Conocemos bien a los clientes, y todos tenemos necesidades en nuestra vida diaria. La baza de nuestra empresa es mejorarla dando soluciones bonitas y a buen precio".
Al lado del museo se conserva un trozo de los rústicos muros de piedra que abundan en la región. El motivo: cuando esta zona se dedicaba a la agricultura, las heladas de cada invierno hacían salir las piedras de la tierra y no había más remedio que quitarlas a mano para poder cultivar el terreno. Sin medios mecánicos, lo mejor era apilarlas y utilizarlas para proteger los cultivos de los animales. Trabajo duro y aprovecharlo todo. Ikea en estado puro.
De regreso al aeropuerto de Copenhague, recuerdo las palabras de Per-Olof Svensson: "Podría decirse que es una empresa grande en un pueblo pequeño o un pueblo pequeño con una empresa grande". Sin duda, es una enorme empresa global, con corazón y cerebro local.
Dato: En la mayoría de los municipios suecos, el ayuntamiento es el mayor empleador. En Älmhult gana Ikea. Tres mil quinientas personas de 50 nacionalidades distintas trabajan aquí para la compañía. De ellas, 1.500 viven en la población; el resto, en ciudades como Malmö o Helsingborg, situadas aproximadamente a una hora de tren.
IKEA EN CIFRAS
- 318 tiendas en 41 países
- 23.100 millones de euros en ventas anuales, 127.000 empleados, a los que se refieren siempre como colaboradores.
- Más de 1.000 proveedores en 50 países distintos.
- 200 millones de ejemplares de su catálogo distribuidos en el mundo.
- 626 millones de visitantes y 712 millones de entradas en su web cada año.
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
3.
4.
¿Vas a seguir leyendo a medias?
Todo el contenido, sin restriccionesNUEVO PLAN DIGITAL $1.990/mes SUSCRÍBETE