Es casi una erudita. La artista Josefina Concha (32) ha explorado desde la universidad un lenguaje propio que la ha llevado, como la fuerza de la corriente que conduce el cauce de un río, a descubrir formas, volúmenes, pesos y sobre todo una evolución empírica en su propia obra. Todo comenzó en los dos últimos años de la universidad, cuya exploración fue más bien pictórica. Entonces empezó, a través de una máquina de coser, a intervenir las telas (el soporte) donde ella pintaba. Las intervenía con géneros e hilos. Y así las cosas, el tiempo les fue dando la razón a los hilos y a la costura y comenzaron a tomar más importancia que la pintura. "Y todo empezó a salirse del bastidor. Entonces empecé a hacer una especie de 'cuerpos', todos cosidos, y los cosía tanto, tanto, que el género se empezó a deformar, se generaban volúmenes y texturas. El hilo era tan tupido que se formaban volúmenes. Y eso me gustó", explica Josefina.
Has expuesto en la Galería Nac y en Gam, ¿nos puedes contar un poco de esas experiencias? En la Nac trabajé con unas circunferencias que seguían un ritmo, un proceso mucho más repetitivo, la costura de una línea tras otra, y quería que este gran cuerpo en la exposición fuera mutando en la sala. La Nac es una sala bien chica, quería que fuera un recorrido y que este cuerpo se expandiera y que fuera una instalación. En el Gam, en cambio, eran unas especies de pieles al muro. No era el detalle, me preocupaba del cuerpo total que formaba la costura, del gesto en general. La muestra se constituía por un cuerpo de 5 caras que las uní y las colgué del techo, fue el 2017.
¿Y en qué estás ahora? Ahora, luego de toda la exploración, puedo decir que lo pictórico se ha alejado. Estos cuerpos han tomado tanto volumen y tanto peso, que estoy cosiendo con tres lonas, que es el soporte, una tela bien dura, con tres capas, y mis obras han agarrado cierto espesor. Estoy tratando de que sean una escultura casi, porque estoy llegando a las tres dimensiones. Es un trabajo que tiene un lado oscuro y su lado bueno, ya que es un trabajo supersolitario; estás horas sentada con la máquina, paso 7 u 8 horas diarias sentada. Y la obra en sí es superpesada. Son enormes y pueden pesar mucho.
¿Qué importancia les das a los colores? En la máquina de coser puedes trabajar de forma reversible (un hilo por abajo y otro por arriba), entonces siempre ocupo contrastes. Arriba, la del Gam, era todo color piel, y abajo, todo azul, casi negro. Se pueden ver dos caras. Siempre con la misma costura. Coso con zigzag, que es como si fuera una cicatriz gruesa.
En cuanto a los colores, he usado colores neutros en los últimos trabajos para que se destaque más la forma, el material, que sobre el color.
¿Cuál es tu búsqueda como artista? Al principio estaba pegada con el desplazamiento de la pintura, que la costura se confundiera con la pintura, pero ahora es doblarle la mano al material. Que el hecho de que el hilo y la tela sean algo tan delicado, y hacer estos pesos y volúmenes con ellos… ojalá que al final mi obra se termine parando sola y se estructure por sí misma, y sin hacer trampa, solamente se pare con costuras y telas. Algo que es totalmente blando, transformarlo en un soporte. josefinaconchae.com
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