La de las orquídeas es una de las familias de plantas más numerosas del reino vegetal, con alrededor de 25.000 especies distribuidas por todo el mundo. Cuando uno las nombra, inmediatamente la cabeza se traslada a una espesa y húmeda selva tropical. Pero la verdad es que esta flor se da de una manera variada en Chile, con al menos 72 especies.
Desde el punto de vista científico, las orquídeas son las últimas especies estudiadas de la flora chilena. ¿Cómo reconocerla? se vuelve una interrogante ¿En qué zonas de Chile las podemos avistar?, es la pregunta que viene de la mano.
En terreno se pueden distinguir por su tallo desprovisto de hojas y sus vistosas flores con colores que van desde el blanco, rojo, amarillo, naranja y verde. "Es justamente en el labelo (parte de la flor de la orquídea) donde se pueden apreciar la combinación de colores en las pequeñas laminillas a veces separadas o continuas de otro color haciendo contraste y proporcionar la atracción a los insectos", explica Jaime Espejo, doctor y secretario técnico Proyecto Flora de Chile Universidad de Concepción.
Se las puede encontrar desde el altiplano hasta Magallanes. Dentro de la exclusividad que las define, está la Myrosmodes nervosa, una de las únicas orquídeas que crecen a más de 4.300 metros de altura y se le encuentra a orillas del lago Cotacotani, en la Región de Arica y Parinacota. También es especial la Gavilea chica, que "cuenta con una amplia distribución latitudinal que abarca 2.450 km creciendo desde la Región de Coquimbo hasta la zona de Puerto Natales en la Región de Magallanes", cuenta Patricio Novoa, ingeniero forestal de la Universidad de Chile y experto botánico que trabaja en CONAF Valparaíso en Evaluación Ambiental y es investigador asociado del Jardín Botánico Nacional, destacando que pocas plantas en Chile presentan una distribución tan amplia. Otra exclusividad es la Gavilea insularis, que solo crece en la isla Alejandro Selkirk, en el archipiélago Juan Fernández. Y entre la más enigmática de todas está la Bipinnula taltalensis, que florece gracias a la camanchaca del desierto hiperárido de Taltal y "solo ha sido vista dos veces", suma Novoa.
En el sur del país es más fácil avistarlas ya que tienden a crecer en áreas despejadas de las zonas boscosas, como por ejemplo, a orillas de caminos, otras se desarrollan "a orillas de plantaciones de pino a causa de la acumulación de hongos micorrízicos con los cuales crecen asociadas", dice Patricio Novoa, quien añade que la Codonorchis lessoni es la orquídea más austral del mundo, llegando a 54° 56' de latitud sur. "Además esta especie es un enigma filogenético pues está emparentada con orquídeas de África y el Viejo Mundo y es definitivamente la más antigua de todo el linaje de orquídeas del conosur de América, poseyendo una tribu propia Codonorchideae. Es muy bella, además de ser la única en Chile con una sola flor", explica Novoa.
Lo que agrupa a esta gran familia de orquídeas es que son casi todas terrestres, crecen en estado silvestre dejando atrás los esfuerzos por domesticarlas y son muy antiguas evolutivamente. "Hoy está claro que los ancestros de nuestras orquídeas llegaron del continente antártico hace unos 80 millones de años y como elementos gondwanicos sufrieron la separación continental generándose un proceso de vicarianza con las orquídeas hermanas terrestres de Australia y Nueva Zelandia", suma Novoa. Sus flores son probablemente de las más grandes dentro de las orquídeas terrestres del mundo, que generalmente son de flores bastante chicas.
Según los expertos que estudian la orquídea chilena, se debe tomar conciencia de este patrimonio natural. Crear santuarios de orquídeas en Chile se debería transformar en una necesidad para el cuidado y recuperación de la especie. "Pienso que la ladera sur del cerro Mauco, cerca de Concón, cumple este objetivo en la región de Valparaíso, y hay que buscar un lugar en la zona de Angol que es pródiga en orquídeas", señala Novoa, además de hacer hincapié en intensificar los estudios de propagación asistida por hongos y diseñar técnicas efectivas de rescate en caso de peligro inminente de algunas poblaciones.
A diferencia de otras plantas, la germinación de las semillas de las orquídeas necesita condiciones de laboratorio y "para su re-introducción en terreno muy posiblemente se requiere de hongos del suelo con los que estas especies se asocian de forma natural", señala Cristián Atala.
Es importante su cuidado y protección ya que las orquídeas son integrantes de ecosistemas de flora autóctona. La principal amenaza está en los cambios producidos en los usos del suelo por proyectos inmobiliarios, agrícolas y forestales tanto en la zona central y de la zona sur. "Hay que incentivar la ejecución de proyectos que contemplen estudios (biología reproductiva, dinámica de población etc) para un mayor entendimiento de esta familia de plantas", concluye Jaime Espejo.
Categorías en riesgo
En peligro crítico:Chloraea cuneata, Chloraea disioides, Chloraea volkmanii, Chloraea heteroglosa. "Yo diría que la más amenazada es Chloraea disoides, que crece en los cerros de Viña del Mar; en este momento una población está siendo dañada por el despeje de árboles para liberar tendidos eléctricos en la zona de la variante Agua Santa. Otras seis están en peligro de extinción y las dos restantes, vulnerables", cuenta Patricio Novoa.
En peligro: Bipinnula volkmanii, Chloraea prodigiosa, Gavilea kingii, Bipinnula apinnula, Gavilea insularis y Bipinnula taltalensis.
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Patricio Novoa: Ingeniero forestal de la Universidad de Chile, experto botánico, trabaja en Conaf Valparaíso en Evaluación Ambiental y es investigador asociado del Jardín Botánico Nacional. Es el primer autor de las dos guías de reconocimiento de orquídeas publicadas últimamente (Corma Ed.)
Cristián Atala: Doctor y profesor del Instituto de Biología de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
Jaime Espejo: Doctor y secretario técnico del Proyecto Flora de Chile Universidad de Concepción.