Era 1938 cuando Mateo Rodighiero creó la Fundición Rodighiero, que se dedicaba a la factura de cañerías de fierro, llegando a ser el fabricante más importantes del país. Fue una época de esplendor, hasta que en los años 70 llegó el 'fitting' plástico para la elaboración de tubería. "Mi abuela, que estaba a la cabeza de la empresa, pensaba que este producto no iba funcionar porque el fierro no sería reemplazado por el plástico", explica Paola Yancovic, artista y empresaria a cargo de la fundición -que con los años cambió su nombre a Yancovic Arte Fundición y Forja- hoy junto a sus hermanos.

La modernidad demostraría que la abuela de Paola estaba equivocada, quien trató de mantener el negocio a flote por tres años mientras que su hijo, Sergio Yancovic, se acomodaba en un pequeño espacio de la fábrica para darle cabida a su talento de artista impreso en la elaboración de muebles. Fue él quien, con visión y genialidad, convirtió la fundición del fierro al aluminio mezclándolo con silicio y cobre para hacerlo duradero. Comenzó a fundir artesanalmente en ollas para cuidar los procesos de no contaminación y, poco a poco, la fundición giró el rumbo hacia la fabricación de muebles.

Cuando Sergio murió en 2002 había crisis en Chile y empezaban a cerrar todas las fundiciones. "El carbón coque, que era casi regalado, empezó a costar más que el aluminio, y es el encargado de darle calorías al metal para que se derrita. De las cinco fundiciones que quedaban, cerraron cuatro y yo seguí reinventando esto", cuenta Paola.

Fue ella, la artista y empresaria, quien puso a funcionar toda su creatividad y comenzó a armar nuevos productos que llevaron a la fábrica a formar alianzas con grandes marcas que empezaron a comercializar sus invenciones. "Me metí a Rosen con unos respaldos de cama y línea de muebles que se empezaron a exportar. Nos demoramos dos años en levantar el negocio y todo lo llevamos entre hermanos", cuenta Paola.

Hoy Sergio, Itziar y Paola llevan la fundición con todo el legado de sus antepasados, conscientes de los tiempos actuales que hablan de reutilización de desechos, mismos que son fundidos a más de 900° para extraer el material que es tratado bajo las medidas ambientales que se exigen.

Se trabaja tanto el método de fundición tradicional como uno nuevo creado por Paola para hacer una línea de joyas que toma el plumavit como eje. Es ella, impulsada por su tía y premio nacional de Artes Plásticas 1995, Lily Garafulic, quien lleva un maravilloso camino recorrido en las ancestrales técnicas de moldeado y fundido en arena, claves para el desarrollo de sus esculturas. "Lily vio mis trabajos un día que vino a la fábrica y encontró que tenía talento. No nos separamos por 10 años y me decía que tenía que sacar de adentro lo que tenía, que era un arte completamente diferente", cuenta Paola.

Antes de morir Lily le pidió a Paola que viajara a Isla de Pascua y a Croacia. De una manera mágica ambos lugares son hoy centrales en su obra. De su viaje a Croacia volvió con piedras que hoy forman parte una gran escultura en San Pedro de Atacama, y en la Isla están sus siete ángeles que forman la obra Hitu Merahi, que se ubican de cara al mar en un lugar estratégico y ceremonial de la isla. "Es un lugar donde se abre el cielo", concluye la artista. @paola.yancovicyancovic.c

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