Uno da por sentado que al salir de su casa va a tener cemento, piedrecillas o algún tipo de pavimento bajo los pies. Pero incluso eso es parte de lo que tienes que ir sumando cuando empiezas una casa desde cero fuera de la ciudad. Con la primera lluvia te embarras hasta la orejas, el viento te vuela los techos. Uno está mucho más a merced de la naturaleza, pero eso era lo que buscábamos cuando dejamos la casa que arrendábamos en Las Condes y levantamos una acá.

Nos pusimos como meta disminuir el espacio para vivir y agrandar el exterior para cultivar más comida, para estar más tiempo afuera. También porque en general pienso que ocupamos mucho más espacio del que realmente necesitamos. Esta casa es como un departamento: lo mínimo posible estando cómodos. Que una salita arriba, que otra abajo; eso lo que hace es separar a la familia. Lo nuestro es todo lo contrario. A veces nos queremos agarrar de las mechas, pero ¿qué familia no tiene esos momentos?

Acá funcionamos con la luz. El sol determina desde qué hora podemos salir a trabajar y hasta qué hora podemos quedarnos afuera. No soy de las personas que pueden levantarse a las 6 de la mañana a cosechar. Creo que cuando es más fácil hay más posibilidades de mantenerte en una decisión. La chispita con que esto parte se ahoga si implica demasiado sacrificio.

Rápidamente nos dimos cuenta de que, por lejos, es mucho más barato hacer un huerto que un jardín que, además, te alimenta. Cuando generas estructuras como estos arcos o cultivos verticales lo haces más interesante. Tu huerto puede ser tan lindo como un jardín, producir el mismo goce a los sentidos y de una manera fácil. Yo no soy paisajista. En la casa donde vivíamos en Las Condes teníamos alrededor de 3 x 8 m de cultivos, ahora, restando la casa, tenemos menos de 200 m². Pero yo sigo obsesionada con el mismo tema: la soberanía alimentaria, la capacidad que tenemos todos de generar alimentos, no importa cuánto espacio tengamos.

Independentista

Cuando empezó la crisis en Chile me pregunté de qué manera podía ayudar. Desde la tranquilidad del campo me sentía muy inútil e hice un video que se llama "El huerto en tiempos de caos, tres cultivos abundantes y rápidos". El fin de la soberanía alimentaria es libertad, a eso apunto, a independizarnos un poco del sistema; hay un montón de cosas que le entregamos al retail en bandeja y que hemos dejado de hacer. El fin de semana del 18 de octubre estaban todos los supermercados cerrados y mucha gente hablaba de desabastecimiento. Yo salí al patio y tenía acelgas, cebollas, huevos de nuestras gallinas, teníamos papas. Muchas de mis alumnas me escribieron contándome la sensación de alivio que les daba tener comida en sus patios. Esa sensación se puede mantener en el tiempo no solo en periodos de crisis. Siempre les pregunto a mis alumnos: '¿En qué gastan más plata?'. En general, en todas las familias chilenas se gasta mucho en lechuga, en los mix de ensaladas, en hierbas aromáticas. Un paquetito de ciboulette es caro para lo que es, las flores comestibles son caras, la espinaca, la rúcula es prácticamente maleza y es cara. Todas estas cosas son superfáciles de cultivar en casa en espacios muy pequeños.

Ese video que subí en octubre ya tiene 390 mil visitas en YouTube. Al parecer está toda Latinoamérica en una situación similar. Estamos todos tratando de aprovechar el espacio que tenemos para poder liberarnos un poco. En ese contexto, el Square Foot Gardening, este sistema que inventó Mel Bartholomew en los 70, es muy bueno para empezar. Huerto es una palabra que cuesta bajar, a la gente le cuesta saber qué cultivar, en qué estación. Yo trato de ofrecer truquitos para que las personas recuerden, pero en general lo más caro se puede cultivar todo el año y sin problemas en espacios reducidos. Por ejemplo, en 30 x 30 cm caben 4 lechugas o un poquito más de 4 rúculas. Este señor ya hizo ese cálculo; en mis talleres yo trato de mezclar el Square Foot Gardening con el respeto por la tierra, con la optimización del espacio, con lo más productivo, lo que da más alimento en el tiempo. Cualquier espacio que veamos lo podemos cuadricular de esa manera. Todos tenemos al menos 30 x 30 cm.

Superpráctico

En los cajones de verdura de la feria tienes dos cuadrados de 30 x 30. Con dos cajones ya tienes cuatro cuadrados. Forras los cajones con tela, con una polera vieja o una toalla y les pones sustrato; jamás la tierra del patio porque viene llena de semillas y piedras. En cada uno de tus cuatro cuadros puedes tener cuatro lechugas. La primera semana cosechas un cuadro hasta el punto de sacar el 70%, dejando solo el corazón a las 4 lechugas. La siguiente semana haces lo mismo con el cuadrado de al lado, luego con el otro cajón, y así. Cuando terminas vuelves a las primeras cuatro lechugas y van a estar igual de frondosas que cuando cosechaste por primera vez. Así no tendrás que comprar lechuga nuevamente.

Se trata de darles espacio y de nutrirlas y mantenerlas sanas. Hay muchos lugares donde puedes comprar tierra buena. Si alimentamos el suelo, él nos alimenta a nosotros. Estamos demasiado acostumbrados a la agricultura tradicional, donde extraemos, extraemos y extraemos. Del suelo de tu patio no vas sacar nada; no basta con echar fertilizante, la tierra necesita oxígeno, estructura, microorganismos y todo un ecosistema que vive debajo.

Nosotros empezamos buscando comida más sana para nuestros hijos en Santiago y se fue convirtiendo en una cosa de rebeldía total. Conversamos estos temas, tenemos los mismos sueños, y nuestra meta es tener una vida cada vez más simple, necesitar cada vez menos. ¿Para qué te vas a comprar un auto del año si ya hay tantos dando vueltas? ¿Para qué te vas a gastar la plata que no tienes en una casa gigante cuando lo que quieres es estar más apegado a tu familia? Podríamos llegar a hacer un libro de puros ¿para qué…? Llegamos a una frase que para algunos puede sonar mal, pero para nosotros tiene mucho sentido: 'aspirar a menos'. Creo que nuestra generación fue criada para aspirar a más y más, cuando las anteriores eran mucho más simples; se trataba de tener lo que necesitabas y punto, de tener una vida linda. Esa era la meta. En algún momento todo se volvió exitismo. Nosotros queremos inculcar a nuestros hijos realmente necesitar menos, comprar menos. Sabemos que estamos en una situación muy ventajosa, pero hemos trabajado mucho para que esta tierra dé comida. Eso es algo que puede hacer todo el mundo.