La tela electrónica

Kobakant

Hannah Perner-Wilson y Mika Satomi son quienes forman Kobakant, el colectivo de artistas con una tienda de textiles electrónicos llamada Koba, ubicada en pleno Berlín. Dentro de ella la tecnología alcanza la perfecta unión con el diseño, poniéndose al servicio de los requerimientos de cada cliente.




Palabras como 'crítico', 'lúdico' y 'aventurero' se pueden leer en el mapa de pensamiento creativo que se despliega en los muros del taller Kobakant. El objetivo es invitar a los clientes y transeúntes a que abran sus mentes cuando lleguen a pedir ayuda en la tarea de traducir ideas a ropa. "Algo así como identificar la idea de quién es uno o de quién nos gustaría ser y luego en Kobakant te guiamos por el camino hacia un proyecto", cuentan Hannah y Mika.

El taller, ubicado al frente del Parque Görlitzer, en Kreuzberg, rebasa en accesorios, herramientas, grapas, telas y bocetos, además de amplificadores, antenas y fibra óptica.

Hannah Perner-Wilson es diseñadora industrial y además estudió tecnología de medios; Mika, por su parte, estudió diseño gráfico y arte en tecnología. Ambas han colaborado durante diez años, entrenándose en electrónica y textiles con un enfoque en lo personalizado y no en lo masivo. Antes de llegar a su actual proyecto pensaron que pasarían sus vidas metidas en sastrerías clásicas, hasta que dieron en el clavo de mezclar lo textil con la tecnología de una manera artesanal. Así nació Kobakant, una marca formada por la palabra japonesa 'koba', que significa fabricación familiar en la ciudad, y 'kant', que en alemán significa trabajo. Sus creaciones reflejan el interés en la tecnología como un medio que aporta un astuto condimento a los textiles. "En los textiles electrónicos tienes que hacer todo tú mismo, y cada vez puedes hacerlo a medida", señala Hannah.

Lo que se formó en septiembre del año pasado ya cuenta con la financiación del fondo WEARsustain de la Unión Europea. En el mundo de hoy, Hannah y Mika ven la tecnología como algo utilitario, un material más. "Somos muy buenos para arreglárnoslas con lo que tenemos, lo que también nos hace ser creativos, pero de alguna manera todos estos dispositivos e ideas tratan de hacer que algo sea más fácil, mejor, más rápido y más eficiente para vivir nuestras vidas", comenta Hannah.

Ambas se divierten con lo que hacen. "Es una forma poética. Es contar historias sobre cómo se ven estas cosas, mientras documentamos el proceso de desarrollo y las conversaciones con los clientes", dicen. Y el tiempo les ha dado la 'expertise' para poder ensamblar a la perfección, tras la fórmula de prueba y error, lo suave de la tela con lo delicado de las conexiones tecnológicas. Este es quizás el punto más difícil de la convivencia de ambas materias", sostienen.

Dos proyectos destacan en estos ya nueve meses de vida. El primero fueron unos guantes que intentaban traducir el movimiento de la mano en el aire simulando estar sobre un teclado. "Se puso un sensor en cada nudillo y en el pulgar que conecta a la computadora portátil: el sensor reconoce que un dedo baja, otro sube", cuanta Hannah. El otro fue la "Chaqueta de Sebastián", diseñada con polígonos que iluminaron con led y con un control que le permitía animar la chaqueta. "Nuestra tienda es para gente real que quiere implementar la tecnología según su necesidad y así abrir las posibilidades de lo textil", dice Mika.

El hecho de ser una tienda que está en las calles de Berlín le da un carácter cercano para que, quien pasee, pueda entrar y ver cómo conviven los materiales de la ropa con la tecnología. "Estamos trabajando en un negocio local, donde las personas pueden entrar y preguntar. Se hace visible un proceso que muchas veces solo lo puede ver terminado", concluyen. kobakant.at

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