A propósito del concurso Archiprix que se desarrolló en Santiago la semana recién pasada, Arna Mackic, arquitecta de Studio LA de Holanda, dio una charla en la FADEU de la UC para los participantes del certamen y fue parte del seminario organizado por la Embajada de Holanda sobre ciudades inclusivas para distintas municipalidades de nuestro país.
A los 5 años Arna y su familia tuvieron que dejar su ciudad de toda la vida, Mostar, en Bosnia, como tantas personas en el mundo que han tenido que vivir los golpes de las guerras. Holanda se transformó en su nueva tierra y en ese proceso de migración, inserción y adaptación en esta nueva cultura ella dio forma al leit motiv de su trabajo, una arquitectura más profunda, que ahonda en las problemáticas sociales que afectan a los habitantes, una arquitectura que, por tanto, es también política y a la vez muy emotiva, porque explora las raíces históricas de los lugares, la conexión entre las memorias, los recuerdos que construimos en torno a ellos y cómo nos vinculamos y nos identificamos o no con esos espacios.
[gallery link="file" ids="44701,44703,44707,44708"]
¿Cuál fue tu motivación, hay un momento, un punto donde parte esta mirada particular de la arquitectura? El 70% de Mostar, mi ciudad, donde yo crecí, fue destruido. Cada verano que volvíamos allá yo veía esta arquitectura destrozada, la gente que vivía ahí segregada; cada día, un ambiente físico tan conectado a la agresión. Para mi fue la principal motivación. Mostar, después de la guerra, quedó dividida. El puente que la conectaba se reconstruyó, pero se convirtió en un símbolo de división en vez de unificación. Una mitad es musulmana, la otra es católica, cada una con su propio colegio, hospital, bomberos, club de fútbol, etc. Cuando se reconstruyó fue raro, porque se veía igual que antes... el estrago de la guerra fue borrado, pero la gente aún lo seguía experimentando cada día, porque estaba en sus recuerdos.
¿Y cómo se integra algo así? Traté de buscar cómo hacer algo en el espacio público que uniera a las personas otra vez, yendo hacia atrás, hacia algo tan antiguo que pertenece a todos –no importa la religión que tengas–. En la tradición antigua de la ciudad está el clavado desde el puente. Lo que importa aquí es el valor para saltar, tienes estos pocos segundos de libertad mientras saltas, tienes esta especie de sensación de inmortalidad, en una ciudad donde hay tanta muerte; entonces lo que quiero hacer en la parte neutral, una zona pequeña que la Unión Europea dice que debería ser común para las dos partes, es este monumento. Jump. Después pensé también en talleres de clavado para grupos mixtos de niños, con uno de los campeones que gana casi cada año; para ellos no importa de dónde vienen, solo aprender.
Ver lo que no se quiere ver
Arna no solo da clases o crea proyectos de diseño arquitectónico, también escribe, y una buena parte de su trabajo es organizar debates y poner sobre el tapete ciertos temas que no se consideran. Por ejemplo, aprovechó la entrega de un premio de arquitectura que le daba el alcalde de Rotterdam para debatir sobre la historia del colonialismo holandés y su lugar en el espacio público. En otro proyecto, Arna y su estudio se mudaron a Bijlmerbajes, un centro temporal para refugiados en Ámsterdam, por un año, para vivir y conocer la experiencia de cerca, trabajo que se plasmó en el video "Blinds". "Mucho de lo que hago es sobre ver, observar, pienso que es por mi historia en Bosnia, vi muchos mecanismos de exclusión y cuando ves ciertas cosas, no puedes hacer como que no las ves. Con mi trabajo intento hacer una diferencia, que organizaciones, municipalidades, ciudades, arquitectos estén conscientes de las cosas que deberían ver, cómo hacer que las diferentes capas de la ciudad de invisibles se hagan visibles; entonces no puedes mirar para otro lado o actuar como si no estuvieran ahí.
¿Cuáles son estas capas? Todas las diferentes capas de la ciudad, las distintas personas que están involucradas en ella, pero también los distintos estratos de historia. En Holanda, en Bosnia, pienso que aquí también, y depende del contexto, hay siempre ciertas elecciones sobre qué historias deberían ser contadas en relación con los espacios públicos. En el caso de Holanda es más bien la historia sobre su edad dorada, este período de colonización, que debería ser visto como positivo, pero al mismo tiempo hay muchos inmigrantes de estos países colonizados viviendo en Holanda, y ellos no ven esta historia en modo positivo y los lugares públicos no cuentan su historia tampoco. Ahora, en todos estos nuevos desarrollos ves la historia de los ricos, blancos, población altamente educada, esa historia como el futuro de nuestras ciudades. En Chile pienso que se trata más de la historia de la gente que desapareció la que realmente no es visible, ¿cómo traes a la realidad esas capas invisibles si la gente no puede realmente verlas?
La crisis de refugiados que vive el mundo hoy es un gran tema, ¿cómo pueden ellos –como tú– llegar a un lugar nuevo y cultura diferente, crear lazos, recuerdos, identificarse con la nueva ciudad? Es difícil decir cómo pueden hacerlo inmediatamente. Creo que lo más importante al principio es que tengan un acceso total a la ciudad, esa es la forma de conocerla, de ser parte de ella. Pero si no tienes este acceso –que pasa mucho– no puedes ni siquiera iniciar tus propios recuerdos y experiencias. Cuando las organizaciones e instituciones se vuelvan más conscientes de esto y no solo digan "todos son bienvenidos", sino que también busquen políticas más inclusivas y en las que los diferentes grupos estén representados, esas personas se van a sentir más bienvenidas.