Cada cierto tiempo el diseñador de interiores Bito Feris se enfrenta a una de las ironías dentro de su profesión: diseñar tu propia casa te da las mayores libertades creativas posibles, pero el presupuesto nunca es el de un encargo.

"Un cliente que contrata a un decorador quiere hacer las cosas bien y cuenta con un presupuesto. Cuando el trabajo es para ti mismo te ves más limitado en ese sentido y eso te obliga a trabajar en distintas etapas; comprar unas cosas un mes e ir comprando otras después. Es decoración por goteo. Pero al mismo tiempo tienes la ventaja de llegar a tu casa y poder estar pensando todo el tiempo en lo que falta, en lo próximo que te gustaría tener", dice Bito.

Hace unos años una bloguera de cocina lo invitó a comer a su departamento, en este mismo edificio. A Bito le gustó tanto la distribución que le pidió a su amiga estar pendiente en caso de que se desocupara algún departamento. Recién en enero de 2017 le avisaron que había uno disponible y Bito lo tomó de inmediato. "Me gustó que tuviera buena altura, pisos de madera, que la cocina fuera amplia y en isla, que los electrodomésticos estuvieran incorporados a los muebles, que la terraza no fuera larga y angosta, que fuera mucho más acogedora, como armar un lugar cómodo para conversar". La única diferencia con ese departamento que conoció antes es el número de piezas, más útil para una familia con niños.

Los arreglos que hizo no fueron de estructura. Puso papel mural y pidió que le pintaran las paredes de un blanco más cálido. Metió maceteros, mandó a hacer muebles a medida y los mezcló con objetos que ha heredado de su familia y cosas que ha ido comprando a lo largo de los años. Por ejemplo, junto a la vitrina que perteneció a su bisabuela –que fue parte de un juego de muebles que le regalaron al casarse– hay un par de sillas que hizo tapizar en blanco y negro y que llevan una serigrafía de Patricio Salas, de Sago Studio.

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"Me encantan los sombreros, los pongo en distintas partes, hasta en las lámparas de mi pieza. Dan una impresión de que el espacio se habita. Las antigüedades son casi todas heredades, cada vez que me cambio de casa mando a retapizar los sofás. Los muebles de la terraza son nuevos porque antes tenía un balconcito mucho más chico. La alfombra de vaca la compré en la carretera a Pichicuy". Dentro del lenguaje visual de Bito Feris lo clásico, neoclásico, grecorromano y napoleónico tienen un lugar importante. Él siente que aportan un cierto aire de museo, una solemnidad que él controla con actos tan simples como poner un sombrero en la cabeza de un busto. El toque clásico también busca generar contraste con el arte, que prefiere más contemporáneo.

"Como diseñador me gusta abordar los proyectos desde la personalidad del cliente. A veces no saben lo que quieren, pero les saco la foto. Aunque no sepan igual propongo. Me gusta crear una nueva visión de lo que podría ser habitar su casa, que ellos no se imaginan. Ellos quieren tener algo que funcione y ojalá sea lindo. Pero las sensaciones y una experiencia nueva no están dentro de las expectativas y se sorprenden cuando las viven con lo que yo les entrego. Me gusta que vean el arte como una inversión, poner papeles murales que los saquen de las paredes blancas y planas", dice Bito sobre su estilo, cuya demanda continúa creciendo. Ahora trabajan cuatro personas en su estudio, Bito Feris, donde él actúa como director creativo. "Estoy con hartos proyectos, la mayoría son habitacionales. Pero cuando me tocan oficinas también trato de hacerlas como casas. Me gustan bien acogedoras, con alfombras y plantas. Si pudiera pondría camas". @bitoferis_decor