1. ¿Por qué te cambias de la arquitectura a la fotografía?

Ambas disciplinas corren en carriles paralelos. Si bien no me dedico a la arquitectura propiamente tal, esta ha sido parte fundamental de mi formación como fotógrafo. De hecho, me dedico bastante a la fotografía de arquitectura, lo que me mantiene vinculado con el medio. Si bien yo tomaba fotos desde los 17 años, al momento de estudiar quise tener herramientas paralelas y opté por estudiar arquitectura, pero en lo profundo sabía que me veía más como fotógrafo.

2. Dices que tu foco está en los conflictos geopolíticos y territoriales. Recientemente se hizo viral la inclusión de imágenes del estallido social en libros de texto en Francia, reflexionando sobre la fotografía como instrumento de protesta. ¿Cuál es tu opinión?

Me formé y me defino como fotógrafo documental, y si bien la fotografía se está redefiniendo aceleradamente en los últimos años, creo profundamente en ese rol intrínseco de trasmitir imágenes o situaciones que otros no pueden ver. Uno de los cambios más grandes es la presencia constante de cámaras en celulares, que viralizan imágenes a las que incluso los medios recurren cuando quieren obtener un momento preciso. Muchos casos así se vieron con los movimientos sociales del 2019 o este 2020 con BLM. Esto a mi parecer ha ido tornando la fotografía profesional hacia algo mucho más reflexivo. Vemos proyectos donde no llegan las cámaras de celulares o que tienen una mirada de autor tanto en su investigación como en la técnica. De ahí también salen denuncias, realidades o proyectos esperanzadores.

3. ¿Cómo fue tu experiencia de ser publicado en el New York Times?

Eso ocurrió en un contexto muy particular y la verdad es que fue muy importante para mí. Había hecho un reportaje en Rusia sobre unos jóvenes chilenos que habían ido a estudiar en 1973 y no pudieron regresar. Tenía una historia poderosa y quería que se publicara bien, era una historia que merecía ser contada sobre todo por lo desconocida que era y lo potente que fue para sus protagonistas. En este contexto la envíe al NYT, sin contactos ni nada, pero investigué bien a quién escribirle, y se dio. Eso me abrió puertas y ayudó a que pudiera colaborar en otras ocasiones con ellos.

4. ¿Por qué te atrae tanto la historia minera de Atacama y hasta qué instancias expositivas te ha llevado el tema?

Lo del Norte comenzó como un viaje de carretera buscando hacer un proyecto, pero se me empezó a revelar algo mucho más profundo, que envuelve temas culturales, sociales y medioambientales. De ahí se empieza a elaborar una narrativa visual que repasa las actividades extractivas desde las históricas hasta las actuales, como el litio, lo cual busca cuestionar el cómo hacer las cosas en el futuro. Este territorio me atrae mucho por las sensaciones que produce; en el desierto se puede estar en muchas partes a la vez, para mí hay aires de ciencia ficción, es como otro planeta, y eso intentas plasmar en las imágenes.

Este es un proyecto de largo aliento, me ha tomado 4 años y en el transcurso han salido una serie de instancias que me han ayudado mucho a desarrollar mi carrera. He participado dos veces en Photo London, también en Paris Photo y AIPAD, en Nueva York. El año pasado me invitaron a mostrarlo a Getxo Photo, en España, que es un festival muy interesante con exhibiciones de gran formato en el espacio público. He sido galardonado en el POY Latam y también en dos instancias formativas del World Press Photo.

5. Háblanos de este reconocimiento del World Press Photo que has recibido.

Me pone muy contento, se trata de una instancia educativa en la que primero hay una etapa en la que te nominan y luego tienes que quedar entre un grupo de 24 fotógrafas y fotógrafos del mundo. Es el programa más importante en esta materia que hace la World Press Photo en Holanda y es un hito en las carreras de los que año a año participan. Se trata de que la organización y tutores internacionales te guían para desarrollar un proyecto fotográfico, armarlo y publicarlo. Esto último ayuda mucho a la difusión, tema que es muy importante en un tiempo donde se producen tantísimas imágenes.

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