“Fue increíble, una superexperiencia, casi como un retorno al origen”, cuenta Mauricio al teléfono desde París. Habla entusiasmado del taller que realizó durante agosto cuando lo entrevistamos; cuando vino a Chile por una semana para la residencia de diseño con un grupo de artesanas en Rari, 5 mujeres, sus “reinas”, como les llama afectuoso.

Había pasado por Santiago en junio para dar la charla sobre vanguardia y tradición en el seminario “Creación contemporánea: Nuevas lecturas y líneas de autor”, y había conectado antes con el CNCA a raíz de Revelations (la Bienal de Artesanía Contemporánea en París). De ahí nació la propuesta de este taller para explorar las potencialidades del trabajo en crin.

¿Qué tiene que ver Rari con alguien que trabajaba hasta hace pocos días como director creativo del grupo Daum? Léase cristalería Daum, porcelana de Limoges Haviland y Cristallerie Royale de Champagne y que hoy está a cargo de  “rejuvenecer la casa con respeto al ADN, el cliente y savoir faire”, de Odiot y Cristal et Bronze, también firmas de gran tradición. Tiene todo que ver, porque a este chileno radicado en Francia desde hace 15 años lo mueve justamente el amor por lo hecho a mano, por las técnicas tradicionales.

“Yo estoy superexcitado, son mis vacaciones y vengo a trabajar con esta gente y es lo que hice el año pasado en Japón; me fui 2 semanas con artesanos de una técnica increíble, kintsugi, la reparación de porcelana con oro, y el urushi, la resina de un árbol con que se hacen los lacados, puro producto natural. Eso da sentido. Durante el año yo no tengo tiempo para hacer una pausa y tratar de enriquecerme. Dentro de la ‘máquina’ tengo dos colecciones por año, aparte de los clientes, la foto, la creación, y solamente en estas instancias puedo venir y oxigenarme un poco”.

¿Cómo se combina tradición y vanguardia? Es el respeto de la técnica y cómo hoy la puedes transformar. Uno no puede vivir solo en el pasado, pero sí del patrimonio y la herencia a través de la creación y el diseño. Yo tengo que respetar el gesto de lo que se puede hacer, cómo podemos empujar los límites, porque nada existe eternamente, todo tiene que morir en algún momento. Entonces lo que estoy haciendo es vivir esa transición  de muerte y renacer.

¿Estás renaciendo también? Sí, tengo un horizonte, estoy supercontento, en un momento de transición, un nuevo challenge, metido con otra manufactura francesa de 300 y pico años, Odiot, una entidad de mucha tradición, l’art de vivre a la francesa. Es una orfebrería fundada en 1690 por Luis XIV; hacemos a todos los reyes y seguimos haciendo a todos los emires los cubiertos en oro, plata maciza. La colección se llama Jaqueline Onassis y la hicimos especial para “Christina”, el barco en el que viajaban… así  hay tantas historias. Mi trabajo es hacer antes de la creación, el análisis y ver cómo la técnica puede ser utilizada,  llevar su gestualidad a proponer un producto que sea de uso actual.

¿Y cómo se conecta todo esto con Rari? El seminario de junio fue increíble, emotivo, la gente se acercó después de la charla y me dijo: ‘nos hiciste sentir mucho más valorados,  con la energía para seguir trabajando’, y Nancy, una pehuenche, me dice: “Ven a visitarnos a la comunidad, necesitamos personas como tú para seguir trabajando”. Más allá de sentirme genial y que puedo hacer algo, para mí las cosas que son hechas a mano tienen un sentido, un valor, es una cosa de transmisión de trascendencia que no tiene nada de lo que pueda ser hecho por una máquina. Yo estoy en Francia trabajando con estas empresas que son savoir-faire manual hace 8 años, para mí es clave poder comunicar un trabajo que es manual para revalorizarlo, y Rari me parece una instancia  tan coherente: es hecho a mano, artesanía tradicional, creo que necesita un empujón pequeño para poder hacer que se irradie al mundo entero. Es gente superapasionada, y cuando se hace un trabajo así es loable hacerlo saber.

¿Y qué le faltaría a la artesanía chilena para despegar? La dificultad, que se vio (en el seminario) con distintas comunidades, es que se sienten explotados por los diseñadores y arquitectos, que ellos hacen y los aplausos se los llevan otros. Yo les dije hay que ser inteligente, puedes ser proveedor, dedicar un 30% del tiempo a eso para pagar el arriendo, etc., y hacer otras cosas, porque manejas una técnica que otros no, acéptalo. Es el tema de venderse: ¿soy artista, artesano, diseñador?, podemos ser los tres y hacer mucho más.

¿Qué esperas en este viaje a Chile?

Dentro de mis límites lo que yo puedo hacer es decir analicemos qué es lo que son ustedes para poder reforzar un discurso y los objetos. Yo siento esa emoción y un placer de poder acercarme a esa gente. Yo me fui de Chile porque trabajaba con muchas cosas hechas a mano y quería estar en un lugar mucho más industrializado y al final… vuelve ese círculo y todo se une en este proceso. Me da sentido a mí. Uno siente que tiene que transmitir, dar lo que ha aprendido. Quizás también es la manera de retejer un lazo con algo de Chile, y ese es el trabajo que yo puedo hacer.

Por teléfono desde París nos cuenta que quería llegar a un producto terminado, pero que la semana se le hizo muy corta. En concreto, dice, “están todas como impulsadas (las artesanas). Tengo un proyecto de research con ‘la reina de camelias’;  ‘la reina de los bichos’ está invitada a un seminario de entomología en Talca -ya no con un producto para prender en la ropa, sino algo más cercano, un insectario-. Con  la ‘reina de las mariposas’ tejimos un ala, intersticios entre el cobre, una evolución de la mariposa. Y cuenta contento que las cinco artesanas pasaron “de ser unas manos que tejen a ser unas reinas”, en el tema que cada una desarrolla.

Vuelve en diciembre a chequear cómo van, dice, porque le encantaría apadrinar Rari. “No quiero que sea una semana que pasó un diseñador y que quede en el vacío”.