El primer proyecto de Hector Guimard fue diseñar el interior del Au Grand Neptuno, un restaurante en París. A esto le siguieron diversos encargos de viviendas particulares en esa ciudad y sus alrededores. Pero su obra más importante, y considera maestra por la expresividad y conexión con el entorno, son las entradas al Metro de París, terminadas justo a tiempo para la Exposición Universal de 1900.

Las primeras y más características se realizaron en hierro forjado, y se han convertido en un emblema de la ciudad. En la actualidad existen 86 de ellas, una fue donada al Metro de Lisboa, a mediados de los 80, y otra al Metro de la Ciudad de México. Las formas ornamentales y orgánicas definen su trabajo, tanto que en Francia se le reconoce como estilo Guimard. Hay ciertas imágenes que los pueden acompañar para situar al señor Guimard en su época, porque paralelamente se vivió en Francia lo que se reconoce como la Belle Èpoque. En términos urbanos, se siguieron las directrices de Haussmann, grandes ciudades acabaron por dotarse de conjuntos inmobiliarios, con el progreso a la vista, como los ascensores, la electricidad y la evolución del estilo hacia las líneas curvas y ondulantes características del Art Nouveau; formas que se encuentran en los muebles de Louis Majorelle, en los vidrios de Émile Gallé, los cristales de Auguste y Antonin Daum, y si quieren leer algo que los ayude a conformar aun mejor la época de bellos ropajes, mujeres con hombros y gasas al viento, pueden leer a Guy de Maupassant.