SWINGTIAGO. Alex Mollá –arquitecto español radicado en Chile desde hace dos años y medio- propone un juego: busquemos en estas fotos gente que no esté sonriendo. "Todo el mundo se lo está pasando bien, que se genera un ambiente muy bueno, que lo único que importa es bailar y divertirse. Las personas ven eso y piensan 'quiero ser parte'", dice Alex. La escuela que fundó junto a Laura Bell cuando llegaron desde Barcelona se llama Swingtiago y da muchas oportunidades a los transeúntes para sentir esas ganas.
A veces, las remasterizaciones no logran que el sonido de canciones grabadas en los años 40 y 50 sea el mejor, pero aunque el parlante chirree un poco, al menos dos veces al mes lo instalan en la entrada del Parque Bustamante, ponen banderines, pendones y bailan Lindy hop y estilos afines, como Charleston, Balboa, Shag y Blues (porque swing es el nombre de la música).
"Antes de venir, estábamos en contacto con los pocos bailarines de acá por Facebook. Nos contaban que había un par de parejas haciendo clases en bares, pero no era nada como en Argentina o en Barcelona, que es la escena más grande de Europa. Había solo un par de eventos con músicos, pero muy pocos bailarines. Nosotros creamos una escuela con clases regulares y un programa específico y necesitábamos espacios para que los alumnos practicaran. Cuando no tienes sitios para bailar regularmente, tienes que crearlos. Una posibilidad era llegar a acuerdos con los locales pequeños, la otra eran los 'clandestinos' al aire libre, cuando ocupamos espacios como plazas y bailamos". Se han movido por parques como el de la Aviación o la Plaza Ñuñoa, y desde hace un tiempo están cómodos y se les encuentra más seguido en Parque Bustamante, donde también ocupan el Café Literario. Las ventajas son el metro y los pastos para sentarse a descansar, pero además han notado que es ahí donde la gente los ve. El o la que se acerca a preguntar suele llegar a clases un par de semanas más tarde.
Swingtiago tiene jams (fiestas) todos los lunes, miércoles y viernes en su casa central dentro de la Casa de los Diez, en Santa Rosa con Tarapacá.
La información de clandestinos y otros eventos se encuentra en Facebook swingtiago y swingtiago.com
MILONGA CALLEJERA. Un flashmob es una acción, generalmente una coreografía, realizada de manera inesperada en un espacio público por un grupo, que tras finalizar se dispersa rápidamente. Claudio Morales -41 años, bailarín de tango hace 12- recuerda que esa era la modesta intención en su mente y las del resto de los 12 fundadores de Milonga Callejera: "La idea era hacer tango en un espacio y desaparecer. Después de un flashmob, nos fuimos al Bar The Clinic, de Plaza Ñuñoa. Nos dimos cuenta de que esto estaba tomando forma, de que teníamos ideas afines sobre la integración de la comunidad y la necesidad del uso del espacio público. Teníamos críticas comunes al vivir santiaguino. Queríamos hacer una rebelión desde el tango y sacarlo a la calle".
Al principio eran unas pocas parejas –cada quien había aprendido por su lado- bailando en la calle, sin saber cómo comunicar lo que querían. La gente pensaba que era un show y trataba de darles plata. "Se nos ocurrió hacer presentaciones seguidas de clases libres. Pegó. Vimos que la gente se atrevía y le gustaba. Por las condiciones de 'la pista' en plaza Ñuñoa nos cambiamos a plaza Italia. No queríamos molestar, pero recibimos una invitación del Café Literario, un espacio muy bueno que tiene una tremenda disponibilidad para estas iniciativas". La gente sigue preguntando cuánto hay que pagar, aún les cuesta creer que los eventos son para ellos. Pueden comprobarlo el próximo 25 de febrero, el 4 de marzo y el 25 de marzo en el parque Bustamante, a las 18:00. A llegar puntual porque parten con una clase gratis. Facebook LaMilongaCallejera
TIENDA DINOSAURIO. Dariela Magallanes paró por un café y terminó arrendando un local. Fue hace cuatro años, poco después de haber renunciado a su trabajo en una galería de arte, caminando por pleno centro, en Agustinas, entre Miraflores y Mac-Iver, se topó con un espacio que quiso inmediatamente, aunque no sabía para qué.
"Solo sabía que quería tener una tienda. Se me ocurrió el nombre y pegó altiro. Desde el primer mes funcionó superbien. Aprovechando que tenía tantos amigos haciendo música y cosas entretenidas, los invité a todos a tocar y a vender. Ya en la primera convocatoria me di cuenta de que la gente no cabía dentro de la tienda. Saqué todo a la calle, fue muy espontáneo. No llegaron los carabineros y noté que no tenía vecinos. Podía hacerlo cuando quisiera", cuenta Dariela.
La Tienda Dinosaurio partió con objetos como juguetes, lozas y ropa reciclada, vinilos y muchas piezas de arte independiente. Siempre está cambiando pero tiene una constante: todo es único o de colección. En estos cinco años han cambiado también los socios de Dariela; actualmente es el músico y dj Alejandro Paz, lo que acerca aun más la música a la tienda.
Los eventos son todos los viernes y en la vereda de Agustinas han tocado músicos independientes y djs como Mamacita, Sofia Oportot, Alex June, Nueva Costa e Ibiza Pareo, desde argentina; Diego Morales (Diegors), Alejandro Paz, Diamin, Andrea Paz. La mitad de la tienda está convertida en galería y el calendario para 2017 incluye a Jorge Salazar, Paloma Maturana, Nicolás Manning, Víctor Espinoza y Alejandro Palacios, entre otros. Instagram tiendadinosaurio
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MAPOCHO BAILABLE. Hace aproximadamente un año, José Miguel Martín-Buitriago (Dj Haití) y Camila Garretón (su pareja) planearon una pequeña revolución pacífica contra la idea de los espacios públicos como decorado que nadie realmente usa, contra la sectorización en la noche santiaguina, y se les ocurrió crear un evento diurno, diverso, democrático, al aire libre y gratis. Se les ocurrió llamarlo Mapocho bailable y solo a partir del nombre, inmediatamente, confirmaron 2.500 personas a través de Facebook, Dj Haití recibió llamados de diarios y canales de televisión, se acercaron empresas para arrendarle baños públicos o pedir permisos para llevar sus foodtracks. "Ahí nos dimos cuenta de que podía ser un buen movimiento", dice Dj Haití.
"Estuvimos un año haciéndolo con un sondsystem a pilas que me compré. La carga duraba seis horas: se acababa la pila y se acababa la fiesta. Vimos que llegaba cada vez más gente y no podíamos sonar mal. Amigos y gente a las que les arriendo sonido empezaron a colaborar. Así pudimos contar con generadores". En diciembre pasado, precisamente el día que celebraran un año funcionando, instalados cerca del puente La Concepción, recibieron la primera visita y clausura por parte de carabineros. "Ahora somos literalmente Mapocho bailable: surgió la opción de adherirnos a la ONG Mapocho, que tiene permisos para hacer eventos abajo. Les conté del proyecto y les interesó hacerlo juntos".
Están convencidos de que es una buena idea, con un motivo noble: desde la primera versión solicita a los asistentes una cooperación en alimentos para una causa que varía de acuerdo a la contingencia. En el principio y siendo organizada por Dj Haití, se reunió ayuda para la crisis en ese país. En este momento es para la gente perjudicada por los incendios forestales. Lo que nunca cambia es el carrito de la música. "Todo se mueve con pocos recursos. Si tuviéramos auspiciadores nos gustaría que un artista decorara el carrito cada cierto tiempo. Es una solución frente a la necesidad pero ha tomado identidad. No es solo un carrito de fruta. Si te pones en una plaza con tus equipos a poner música pueden venir los carabineros y llevarte con todo. De esta manera, aparte de hacer que se viera más bonito, hacemos un guiño al organillero".
Por el momento, el único auspicio es agua de la marca Late y están en conversaciones con Club Mate. Que lleguen otros es probablemente la mejor manera de que esta apropiación ciudadana y este panorama familiar de domingo se mantengan. "Piensa lo que aprende tu hijo cuando lo haces entregar ese kilo de arroz. La limpieza al final también es algo que ocurre espontáneamente", dice Haití. Facebook MapochoBailable