Aún hay gente que cuando va a comprar plantas por los alrededores de la comunidad ecológica de Peñalolén se acuerda de Sofía Rillón y la llama para ver qué novedades tiene. No se han enterado de que Flor de Loto, su tienda desde hace unos 9 años, se encuentra ahora en Café Rita Roux, un espacio en Vitacura donde se reúne la gastronomía con clases de flamenco, yoga, joyería y zapatos. Una casa multifacética y que vibra muy femeninamente.

En la comunidad ecológica sí queda su casa, que es de alguna manera también su taller, donde experimenta y crea nuevos objetos. En este momento se trata principalmente de una enorme variedad de maceteros, de piedra, de cerámica, de ecocemento; muchos muebles de fierro y productos de alambre. "Todo es diseñado en Chile, lo que es bien difícil porque los maestros están cada vez más escasos. Cada vez hay menos mano de obra y es más cara. Entiendo que la gente traiga todo de China, desde todo punto de vista. Desde la dificultad para encontrar maestros que respondan hasta la pérdida de los oficios, la lenta desaparición de la gente que trabaja con las manos, con dedicación y amor. En Pomaire ya casi no quedan torneros; yo diseño y mando hacer allá, por eso conozco esa realidad. Es difícil llevar Flor de Loto, hay que ir contra todo eso. Pero insisto en el diseño y la mano de obra chilena. Ya hice lo otro, ya traje cosas de afuera, así empecé", cuenta Sofía.

Lo dice ella y salta a la vista: Flor de Loto y su casa comparten una identidad, la suya. Es Sofía quien inventa todo y en ese proceso la cercanía con la precordillera, los cerros y la vida de la comunidad, con gallinas y todo, tienen una influencia: "Esta es una casa quincha (sistema constructivo que consiste fundamentalmente en un entramado de caña o bambú recubierto con barro). Está hecha principalmente con madera de demolición, con puertas bien antiguas. Pertenece a una amiga mía muy querida. Llegué a principios de año pero apropiarme de los espacios no es algo que me cueste. Además mi amiga es tan cercana que es como si esta casa siempre hubiese sido mía".

Sofía dice que el mobiliario y la decoración son una mezcla de cachureos y herencias, cosas que le dejó su padre. Ella ha ido 'enchulando' algunas cosas, algo que también es parte de la identidad de Flor de Loto. "¿Por qué tengo gallinas? Bueno, porque boto todo lo orgánico con ellas y hago compost. Después eso lo ocupo en el jardín", dice ella. Aquí también viven su hijo de 14 años y cuando no está viajando por el mundo, su hija surfista profesional de 16 años también. sofiaflordeloto@gmail /@sofiaflordeloto

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