Oscar Niemeyer: El legado del siglo XX

El pasado 5 de diciembre murió el último bastión de la arquitectura moderna. A sus 104 años, y luego de un siglo de inspiración, su prolífica carrera lo llevó a ser uno de los más destacados arquitectos de la historia.
. Ese cariño que siempre ha sentido el pueblo brasileño hacia él no solo se ha manifestado con un gran respeto a su obra, sino que también en la despedida que su país y el mundo entero le han dedicado a este peculiar arquitecto, que nos dejó a sus 104 años, internado en el Hospital Samaritano de Río de Janeiro desde el 2 de noviembre por una deshidratación.
Sus restos fueron velados en el Palacio de Planalto, en Brasilia, edificio que construyó en la década de los 50, junto a su amigo y colega Lucio Costa, a pedido del entonces presidente Juscelino Kubitschek. El mismo que les encomendó la tarea de diseñar la que sería la nueva capital de Brasil, donde la urbanización de las avenidas, parques, plazas y la majestuosidad de las construcciones cívicas la transformaron en una urbe referencial para el mundo de la arquitectura.
Siempre siguiendo esa estética ondulante llena de curvas y movimiento, que según alguna vez declaró provenían del sinuoso curso de los ríos, de las ondulantes montañas de Brasil y de las sensuales curvas de la mujer carioca, Oscar estuvo vigente durante todo el último siglo, desarrollando proyectos hasta hace muy poco, con una creatividad inagotable, que lo llevó a construir más de 600 obras en alrededor de 15 países. Aunque la Catedral de Brasilia, el Conjunto Arquitectónico de Pampulha y el Palacio de Planalto son algunas de las más significativas, junto al Museo de Niteroi, durante las últimas décadas siguió creando proyectos memorables, como en 2009, con 102 años, que fue entregado el auditorio Oscar Niemeyer en Ravello, Italia.
El último moderno
Tras graduarse de ingeniero arquitecto en la Universidad de Bellas Artes de Brasil, comenzó como dibujante en el estudio del arquitecto y urbanista Lucio Costa. Eran los inicios del arquitecto más fructífero que vería la historia de Brasil. Su obra surge a inicios del siglo XX, cuando la Bauhaus y el pensamiento de Le Corbusier se situaban como las grandes tendencias del momento. Era el comienzo de la arquitectura moderna, y fue justamente por esos años cuando conoció a este arquitecto franco-suizo, con quien compartió la creación de la sede de la ONU en Nueva York. Pero aunque Niemeyer admiró a Le Corbusier, supo también diferenciarse de él, descubriendo su propio estilo, uno mucho más orgánico y holgado, dándole un aire tropical a la arquitectura moderna.
Ganador del Pritzker, del Premio Príncipe de Asturias y otra veintena de galardones, fue un excepcional dibujante y un verdadero artista de la planimetría, donde el trazo y la precisión de sus dibujos dieron vida a obras enraizadas siempre en un claro concepto. Se caracterizó por su trabajo multidisciplinario con físicos, calculistas e ingenieros que colaboraron con él, como fue el caso del constructor y diseñador francés Jean Prouvé, con quien compartió la creación de la Sede del Partido Comunista en París, o de su gran labor junto al paisajista Roberto Burle Marx, quien diseñó los jardines de la mítica Casa das Canoas, en Río de Janeiro.
Su país lo llora y el mundo entero lo despide. Al igual que los jefes de estado brasileños, Niemeyer fue despedido con honores en la rampa presidencial, flanqueado por el cuerpo de los Dragones de la Independencia hasta el Palacio de Planalto. La presidenta Rousseff decretó tres días de luto oficial en honor al hombre que marcó para siempre la historia de Brasil y de la arquitectura.

El Congreso Nacional
es sin duda uno de los edificios más significativos de Niemeyer, y formó parte del plan de construcción de Brasilia en la década de los 50, a pedido del entonces presidente Juscelino Kubitschek.

El Museo de Niteroi,
construido en 1991, está ubicado en dicha ciudad a 5 km en línea recta de Río de Janeiro y conectado por el puente Río-Niteroi. Es el museo más visitado de Brasil y seguramente también el más fotografiado por su imponente y particular forma.
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