Isabel Izquierdo (53) tiene una vitalidad que se roba la película. Relajada, amable, buena onda, nos invita a conocer su taller, emplazado a un costado de su casa. Se llama El Arca, tal vez por la forma ovalada del techo, que nos hace trasladarnos a alguna parte del Sur. Allí recibe a 13 alumnas a diario, de distintas edades –la más chica tiene 9–, donde todas, sin excepción, reciben los conocimientos pasionales de la artista y se distraen llevando su imaginación a lugares extraños, desconocidos o bien contenidos. Hay algunas que nunca han trabajado con las manos, pero según Isabel eso no importa; lo que importa es la soltura, que se crean el cuento, que vengan a esta arca a nacer y morir de nuevo; que renazca su creatividad desde el punto donde las pille.
Isabel no es cualquier artista. Estudió arte en el Instituto de Arte Contemporáneo –que ya no existe– con maestras como Lise Moller. Luego tomó clases con su maestra Ruth Krauskopf en Huara Huara. Y después le sobraron alas para volar, porque desde ese día que no ha parado. Ha tenido más de 40 exposiciones colectivas –entre ellas en el Bellas Artes, el Centro Cultural La Moneda, el Centro Cultural Las Condes y otras salas más–, donde ha dado a conocer su prolífico trabajo, también multifacético. Hace lámparas, esculturas, objetos utilitarios, jarrones, obras de arte, ¡y todo de forma simultánea! Una capa. Porque además de la eficiencia y el nivel de detalle con que hace su trabajo, todo es magnífico, bonito. "Vengo del mundo del arte, puedo jugar con la cerámica de frentón, sentirme libre y volver a empezar. Por eso en los años que llevo hay símbolos o formas que se repiten, pero en general es un volver a empezar. Lo utilitario es entretenido, me bajan épocas de tazas, pero hay varias líneas. Ahora estoy haciendo unas cosas con porcelana, arte puro (la serie Habitar), esculturas de nudos… todo pasa simultáneamente; quiero lograr la espontaneidad de la cerámica total; no es madera, no es fierro, es cerámica; llevarla al límite en todas sus posibilidades", señala Isabel. Luego continúa: "No me importa que me digan artesana, lo que sí me importa es darles una segunda lectura a los objetos y meterme un poco en la poesía del material, ¿cómo lograrlo? En darle otro sentido, más allá del contar historias. La pieza única es muy importante, y que sea sensual en el sentido de que traspase los sentidos. Si yo hago una taza, que sea suave en el sentido de lo utilitario; en lo escultórico, darle un poco de misterio. Para eso uso gres, arcilla y hago raku también", termina. @isabelizquierdoceramica
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