Daniela Fuentes y Jorge Andueza compraron el terreno a fines de 2014, pero la inversión los dejó sin capacidad de construir en el momento. Durante los siguientes tres veranos, cuando pasaban las vacaciones en la casa de los padres de él, a menos de un kilómetro, estacionaban el auto en la cima de una loma junto a un laurel y admiraban las vistas que su casa iba tener.

“Suena raro empezar por el paisajismo, pero como no podíamos construir empezamos a plantar árboles. Contratamos a una paisajista amiga, Andrea Riquelme, de Granja Quilarayen. Le mostramos el lugar donde queríamos la casa y ella se imaginó un camino curvo, con árboles caducos. Comenzamos a plantar los cercos del camino y los que van al lago. Pusimos maitenes y pelús adelante, después una hilera de coihues, después abedules. Había un bosque llegando al lago, lo limpiamos y marcamos los árboles nativos, pero en realidad este terreno era un pastizal para animales”, recuerda la pareja.

Mientras plantaban más de 300 árboles la única edificación en el terreno era la caseta para la bomba de agua.

Daniela Fuentes es diseñadora y creadora de Singular, un estudio de mobiliario e interiorismo que funciona hace 10 años. Es una consumidora de revistas de diseño y decoración, y en las páginas de una encontró a los arquitectos ideales para su futura casa, Nicolás Aránguiz y Tomás Bunster. “Nos encantó su combinación de formas contemporáneas con materiales de la zona, mucha madera reciclada. De hecho, todo nuestro piso lo rescataron de la demolición de una casa antigua, y se preocuparon de que no se dañara y llegara impecable. Son tablones de laurel espectaculares, de un grosor que ya no se ve en los pisos”, explica Daniela. Los arquitectos le sugirieron también usar puertas antiguas y eso significó una búsqueda exhaustiva en todos los lugares que ellos ‘datearon’, antes de la construcción, para que las medidas pudieran estar en los planos. A Daniela le encantó esa tarea.

Las condiciones del Sur exigen maneras particulares de diseñar y construir. Aránguiz /Bunster Arquitectos las aprendieron in situ: “Ellos son santiaguinos, pero se fueron al Sur y tienen un montón de casas construidas allá. Nos mostraron algunas y nos encantaron por los ambientes que logran y los materiales que ocupan. Saben qué inclinaciones y orientaciones son las más convenientes”. Gracias al buen manejo de esas consideraciones, sin importar con cuánta fuerza sople el viento del sur, pueden disfrutar su terraza cuando sale el sol.

“El laurel en el piso y en algunos muros es muy bonito, tiene distintas vetas y colores. Pero no queríamos solo madera, queríamos ir variando en distintos lugares. Algunas paredes están pintadas de gris oscuro, en otras hay ladrillo. Jugamos con texturas, pero todas muy naturales”. Por fuera la casa está revestida con tejuela de alerce. Los arquitectos dijeron que probablemente sería la última que harían así porque cada vez es más difícil conseguir esa madera, que, debido a medidas de protección, solo se puede obtener de árboles caídos. “La pintamos negra, como un galpón sureño. Es un color que envejece muy bien, se va gastando y hace un contraste con gestos como los grandes ventanales y la forma de cubo. Es una casa café por dentro, negra por fuera”, dice la pareja.

Decoración singular

En su estudio, Daniela Fuentes no solo crea mobiliario, también hace proyectos de interiorismo. En esta, que eventualmente será su casa definitiva, se quiso lucir de ambas maneras: “Diseñé e hice todos los muebles en taller. Me puse a buscar maderas y logré una buena variedad de tonos y sensaciones. El baúl de la chiflonera está hecho de aromo, una madera muy difícil de trabajar, pero quedó muy bonito. La banqueta del living es de cedro, algunos veladores son de laurel, otros de castaño. En los respaldos usé lino y cuero”.

Los dueños quieren que esta casa tenga sabor a campo, no a veraneo. Especialmente para que sus niños participen de los procesos: han plantado frutales, tienen una huerta, un gallinero y este año cosecharon su propia miel. Para esta familia la última semana de las vacaciones es sagrada, es el verdadero descanso. El resto del año es común que reciban amigos y primos con sus niños. “Nos gusta en todas las épocas. Incluso cuando llueve una semana entera, no hay nada mejor que estar calentitos adentro, armando puzzles en la mesa de juegos. Los ventanales hacen que el paisaje siempre esté presente, nunca te sientes encerrado”, dicen. aranguizbunster.cl / tiendasingular.cl

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