Empezó la época de pícnics, harto parque apareció y el disfrute del espacio público es la dosis para gozar la ciudad. Pensemos en bebestibles hechos por uno. Caben kumbuchas, infusiones, cafés, jugos y copetín piola, pero ya que asumiremos traslados, el trago queda fuera y los seductora y originalmente llamados vírgenes agrandan el portafolio para todas las edades.
Todo picniquero de corazón sabe que el ítem temperatura es importante. De ahí los termos, hiperútiles para mantener lo frío y caliente, aplicado a la magia del concentrado, la pócima graciosa para mezclarla con aguas –con o sin gas– y hacerlas rendir más que comercial de Mistral. ¿Qué se concentra?
Té. Negro o rojo a base de siropes propios. Agarran olla, 1 lt de agua, panela o el endulzante que quieran a gusto, cardamomo, cáscara de naranja, clavo, anís estrella y una rama de romero. Reducen a la mitad, sacan del fuego y echan las hebras de té. Infusionan, cuelan, enfrían y al termo. Para el verde, un sirope de limón, cedrón, menta y alguna gotita divertida de extractos de azahar, rosas o vainilla. Lo otro es un concentrado de té chai, agrandable con leches (de arroz y soya queda muy rico).
Siropes. Pueden repetir los de antes sin té y agrandarlos con agua ojalá con gas, haciendo alusión a esas bebidas francesas, o compran los Syrop 1883 (santavictoria.cl y supermercados), hay como 20 tipos, desde coco a canela, pasando por kiwi, moras, piña y el clásico de violetas, todo un ulalá. También la siempre bien ponderada granadina, con juguito de limón y soda.
Limonadas. Siempre adorables. Sobre todo sabiendo que se puede hacer naranjada, frutillada, sandiada, melonada, duraznada y un etecé que dicte la estación. También pueden reducirlos (con el extra que se les ocurra), así quedan todavía más poderosos. @raqueltelias