Ruinas en el Valle de Copiapó
Semana del 3 al 9 de noviembre de 2012


Hace mucho tiempo que quería viajar a la Región de Atacama y recorrer sus valles y costas. Aproveché la semana del 18 de septiembre para conocer las tierras de Copiapó hacia el interior. Con una guía turística en mano, el panorama se veía surtido en cuanto a lugares de interés histórico y arqueológico.
Al salir de la ciudad en dirección a Tierra Amarilla, siguiendo el lecho del río -que estaba completamente seco- hacia la cordillera, pude divisar una gran cantidad de casonas del siglo XIX, época de oro de Copiapó debido a su auge minero. Una de ellas fue la ex hacienda Nantoco, de Apolinario Soto, antiguo magnate de la zona. Casa e iglesia datan de aproximadamente 1870 y son monumentos nacionales.
Poco a poco comenzó a aparecer el verdor de las plantaciones de parras cuyo contraste con los cerros me dejó impresionada. Se trata de las primeras uvas de exportación de la temporada que salen del país para su consumo en mercados extranjeros. Estaba mirando las vides cuando encontré un letrero que anunciaba la existencia del pucará de Punta Brava. Se trata de ruinas prehispánicas que fueron declaradas monumentos nacionales. Actualmente es posible ver pircas que dividen las antiguas habitaciones de la construcción, que servían como centro minero. Aunque no los alcancé a ver, si se busca con paciencia es posible encontrar petroglifos.
Entusiasmada con el hallazgo precolombino, seguí el camino valle arriba hasta llegar a otras ruinas: el Centro Metalúrgico Incaico, construido en el siglo XV. No solo me impactó su construcción -aunque solo mostraba los muros de lo que fue este sitio de producción minera- también la belleza de su emplazamiento y la vista hacia el valle y los cerros. Se trató de un centro que tenía hornos para procesar metales y lugares sagrados destinados a los ritos ceremoniales de los incas.
Pero el paseo no acabó ahí. Llegué a Los Loros, un pequeño pueblo con casas de fachada continua, muchas de ellas pertenecientes a los empleados del ex ferrocarril que pasaba por ese valle. La guinda de la torta fue el acueducto Amolanas, una construcción de 1890 hecha para la mina del mismo nombre, que es única en su tipo en Chile. Desgraciadamente el lugar estaba convertido en un verdadero basural, pese a que se trata de un monumento nacional. Una pena quedar con la sensación de que, a pesar de la gran cantidad de sitios patrimoniales que tenemos, no existe ni la conciencia ni la intención de cuidarlos.
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