Esta es una casa con una historia particular. Juan Martínez (60), su dueño, es diseñador gráfico de profesión y trabajó durante 20 años como director creativo en una exitosa agencia de publicidad. De la publicidad, recalca, además de pasarlo bien y ser un desdén agitado, aprendió qué era lo bello. Aunque siempre le gustaron el diseño y la arquitectura, allí se empapeló de colores, vibraciones, información, nombres del mundo del arte, etcétera. Y ahora, todo ese aprendizaje lo transmite en esta espectacular casa con aires sureños de autoría del arquitecto nacional Smiljan Radic. Es una casa abierta cuyos materiales (madera y hormigón) se ven tal cual son, honestos. La madera, en el piso y en el cielo, no tiene ningún cepillaje ni trabajo posterior, solo está ahí, tal cual es, viva. El hormigón en los muros es bruto, desenvuelto, nos come las miradas. Pintado de negro, de algún modo su brutalidad no hostiga, sino que se vuelve sofisticada.

Y Juan, a sus 60 años, ya no usa celular. Lo que ocurrió fue que hace 14 años dejó la publicidad para dedicarse de lleno a la pintura. En el segundo piso de esta casa tiene su taller (que lo comparte con una de sus hijas) y vive tranquilo, a paso sereno. "Yo era director creativo de una agencia de publicidad, tenía una vida bastante agitada. Ahora, en cambio, trabajo en la casa, mi vida es bien tranquila, me dedico a pintar un estilo figurativo; mi hijo mayor que es artista me enseñó a pintar. Aquí viven mis dos hijas menores, mi señora y mi perro, Richie", cuenta.

Diseño explosivo

Esta familia solía veranear en los lugares aledaños al lago Llanquihue, en unas cabañas donde todo el interior era abierto, es decir, la cocina daba al living y todo fluía desde la convivencia familiar. A partir de esta idea, y teniendo en cuenta que sus dos hijos mayores ya no viven en la casa paterna, se construyeron esta casa hace tres años, con un gran espacio abierto donde se encuentran la cocina, el living comedor y, separado por un muro, el dormitorio principal.

Y así las cosas, describamos un poco el espacio, de una explosividad tenue. En el living encontramos dos sillas Valdés, en contraposición con otra dupla de sillas Wassily originales; unos sillones color crema diseñados por los hermanos Bouroullec, la mesa de centro es de BoConcept, y la lámpara de papel con puntos negros (más bien una escultura de luz) es del norteamericano con ascendencia japonesa Isamu Noguchi. "Me gusta lo estético, no me gustan las cosas feas. Uno se atrapa un poco en el diseño, por lo mismo. Mucha gente encuentra mi casa rara, no entienden. Yo no vengo de una familia culta relacionada con el arte, pero a través de la publicidad uno entra a un mundo bello. Así empecé a entender más el valor de un buen diseño", comenta Juan.

Y arriba, en el segundo piso, el taller, donde todo se origina. "Mis pinturas las hago con óleo a partir de fotos antiguas. Comienzo con un collage en Photoshop donde tengo que hacer calzar las perspectivas de los 'monos', las distintas imágenes. Después hago un proceso normal de pintura al óleo. Algunas cosas las proyecto, otras las calco. Algunas pinturas tienen hasta 5 imágenes distintas. Este taller lo comparto con mi hija que estudia arte en la Católica". juanmartinezbengoechea.com

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