Hacia la naturaleza y hacia el interior. Ese fue el vuelco que logró la arquitecta Macarena Canales al remodelar esta cocina. El espacio original estaba fragmentado en una pequeña cocina de pasillo, más un repostero y una bodega. Lo que se hizo fue botar tabiques y crear una estructura de fierro vidriado apostando por un cielo también de ese mismo material, unificando todo en un solo espacio. El resultado: un jardín de invierno con mucha luz y encanto, que pasó de ser un lugar poco utilizado a tener distintas instancias de uso y ambiente. Los dueños, un matrimonio joven con un hijo de seis meses, pasan gran parte del día en este sitio y es aprovechado tanto en invierno viendo y sintiendo cómo corre la lluvia sobre esta superficie transparente, y en el verano abriéndose totalmente a la naturaleza.
El diseño contempló la simpleza y funcionalidad optando por una organización de cajones a cambio de puertas, "porque se aprovecha mucho más el espacio y se pueden guardar muchísimas más cosas", asegura la arquitecta.
Se escogieron materiales nobles, como la baldosa Córdova, que iba muy con el estilo de la casa construida en los años cincuenta. "Se instalaron dos diseños distintos, para marcar y definir ambas áreas", describe Macarena. Para los muebles se utilizó madera de encina y granito para las cubiertas.
Las repisas en volado es un recurso que siempre utiliza la arquitecta en sus proyectos para dar aire y despejar visualmente, además de ocuparlo para destacar objetos especiales que otorguen personalidad e identidad al lugar. @interiorismo_arquitectura
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