Son 130 m² de belleza inmaculada, encapsulada en un edificio de fachada continua en la calle Huelén. Aquí vive una pareja joven, él, chileno; ella, estadounidense. A los dos les gusta la onda de vivir en espacios antiguos y que estén ubicados en puntos centrales de la ciudad. Aterrizaron en Santiago luego de vivir en Harlem, Nueva York; ambos querían caminar hasta sus lugares de trabajo, y también tener un hogar que tuviera la capacidad de albergar a nuevos integrantes, si es que la familia crecía. Fueron sensibles a la espacialidad de esta casa, y en este caso llamaron a Iragüen Viñuela Arquitectos con el departamento ya en sus manos, para que esta dupla creativa hiciera las reformas pertinentes. ¿La idea? Sacarle el brillo máximo al lugar, deteriorado por antiguas remodelaciones de dueños anteriores, mal concebidas y mal hechas. "La propiedad condensaba una serie de intervenciones mal ejecutadas a lo largo de su historia, por lo que la primera necesidad del proyecto fue liberarlo al máximo de todas las modificaciones y elementos no estructurales, una operación de tabula rasa que permitiera revelar por primera vez lo indispensable de conservar. Desde este escenario, tanto mandantes como arquitectos coincidimos en la necesidad de reformular los espacios de uso común hacia una lógica más abierta, destacando la gran espacialidad y luz potencial que se podía conseguir en los programas públicos", explican desde la oficina.
La nueva propuesta de distribución elimina las divisiones existentes entre el hall, la cocina, el living y el comedor; restablece la posición original de la cocina, que había sido modificada por los dueños anteriores, posicionándola contigua al comedor, y define un lavadero inmediato al hall de distribución que concentra servicios hacia un patio de luz, con lo que se simplifica y amplía el hall de distribución original.
Entre todos los recintos abiertos, y ocupando el ancho total del departamento, se propone un gran mueble en obra semitransparente que resguarda los límites de los programas. Es una repisa que organiza y expone elementos decorativos, pequeñas colecciones de los dueños de casa.
En la intervención se procura simplificar la presencia de nichos, muros y vigas falsas, distribuyendo muebles empotrados y nuevos tabiques que coinciden de manera más coherente con los espacios y la estructura del departamento, definiendo claridad espacial en todos los recintos. "Además hicimos dos nuevos ventanales coincidentes con los límites espaciales de la fachada del edificio. En el caso del living, situamos un gran ventanal hacia el interior de un nicho existente, lo que permitió una visión más amplia y limpia hacia el árbol en el exterior. En el comedor, la ventana se retrae hasta un eje estructural existente que delimitaba un espacio interior subutilizado, transformándolo en un nuevo balcón", detallan.
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Revelación de los detalles
El parqué es el original, este se pulió y se hicieron parches con parqué antiguo para no estropear la belleza de este material.
Al contrario de la obra de Villa Frei, este departamento tiene una decoración menos pura y más ecléctica. La repisa actúa como gran eje central de los espacios públicos y es el elemento decorativo por naturaleza del lugar. Se eligieron plantas para dar un poco de verde en el interior, y muebles con historia arquitectónica y grandeza en el diseño; destacan las sillas Eames originales de los años ochenta, una silla plástica de Robin Day, las sillas Thonet en el comedor, una banca de madera art deco, mezclada con objetos actuales pero que juntos hacen un buen trato. Las lámparas colgantes sobre la mesa de comedor son de 7 Rayos, algunos objetos de Zara Home sobre la repisa. Todo parece mezclarse, en un lenguaje que respeta la labor de la primera mitad del siglo XX, libros, y toques de verde manzana que juegan a ser protagonistas, pero desde un bajo perfil. iraguenvinuela.cl