La muestra presenta cronológicamente su carrera que se extendió durante seis décadas, ¿qué fue lo más difícil? Formamos un comisariado Salvatore Licitra, director de los archivos Ponti, Sophie Bouilhet Dumas, sobrina nieta de Gio Ponti y yo. Fue un gran trabajo de coordinación, por un lado con los archivos Gio Ponti que nos proporcionó documentos y fotos y, por el otro, con los 62 museos privados y coleccionistas particulares que nos prestaron piezas. Tardamos tres años en reunir todo el material. La dificultad residía en que debíamos mostrar lo mejor de Ponti y ¡hay tanto y tan bueno! Pocos artistas son capaces de saltar de un 'métier' a otro como él lo hacía. Con él, es imposible ser exhaustivo, pero intentamos mostrar todo su universo, de la cuchara al rascacielos.

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¿Por qué el nombre de Gio Ponti es menos conocido por el gran público que, digamos, Le Corbusier o Frank Lloyd Wright? Ponti siempre fue muy conocido en Italia, pero menos en el extranjero, salvo por un público especializado. En Francia se lo conoce esencialmente por su silla, la Superleggera y por la torre Pirelli de Milán, pero no por mucho más, probablemente porque nunca se le había dedicado una gran exposición en un museo, a excepción de una pequeña muestra en una galería.

La Superleggera, es su célebre silla. Exacto. Gio Ponti se inspiró en una silla popular que vio en Chiavari, una pequeña aldea de pescadores cerca de Génova y diseñó una primera versión usando materiales tradicionales como el fresno para la estructura y el mimbre para el asiento, materiales que eventualmente se sustituyeron por otros no naturales. Diseñada en 1955, fue editada por primera vez en 1957 por Cassina que la sigue editando hoy en día y fue una de las más livianas de su época (1,7 k). La Superleggera se convirtió en un clásico y en un símbolo del diseño italiano, pero irónicamente no es como él se propuso, un mueble económico para el pueblo sino en un objeto cultural muy preciado y caro.

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Silla "Superleggera", 1957[/caption]

¿Por qué se considera el edificio Pirelli como una proeza arquitectónica? El Pirelli fue el primer rascacielos de Milán y con sus 127 metros fue, hasta 1990, el segundo edificio más alto de Italia. Pero sobre todo fue el símbolo del renacimiento económico de Italia tras la derrota de la Segunda Guerra. Con la ayuda de su compatriota, el ingeniero Pier Luigi Nervi, Ponti diseñó un edificio singular, en forma de una alveola de abeja aplastada, un volumen perfecto que encarna la exactitud y lo esencial, una "forma finalizada" de la que él hablaba. "La verdadera arquitectura –solía decir Ponti– rechaza las formas no terminadas. La arquitectura comienza y termina". En el momento de su construcción, entre 1956 y 1960, Ponti estaba en el apogeo de su arte y hoy en día "el Pirelloni" es el emblema de la ciudad.

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Torre Pirelli en Milán, 1960.[/caption]

¿Cómo surgió la colaboración con el arquitecto Jean-Michel Wilmotte, quien se ocupó del diseño y montaje de la muestra? Sabíamos que adoraba el trabajo de Gio Ponti y que era un gran coleccionista de su obra. Para nosotros un arquitecto que conocía tanto el contenido de la muestra fue un aporte formidable. Y en seguida tuvo ideas fabulosas, como sugerir la reproducción de los muros de la catedral de Taranto. Y se le dio mucha importancia a la luz, a los volúmenes, a la arquitectura, no solo para exhibir los objetos sino para crear un espacio donde todo funcionara conjuntamente. La idea era captar su espíritu, sentido del humor y gusto, y creo que se logró.

Ponti era un artista muy ecléctico, en la muestra puede verse una de sus pinturas y no muy lejos, un inodoro y lavamanos que él diseñó. Es lo que lo caracteriza. Era completamente polifacético, una suerte de amateur pero no en el sentido peyorativo sino un amateur fiel. Era alguien que cada vez que comenzaba algo seguía experimentando y desarrollando durante largo tiempo, como por ejemplo su colaboración con Richard Ginori, la manufactura de cerámica italiana, a donde llegó cuando esta estaba un poco demodé y que él renovó y modernizó. Son pocas las disciplinas en las que no se aventuró, por ejemplo, en los años 40 se lanzó a la escenografía y la creación de vestuario para las producciones de ópera de la Scala.

Él se describía como un artista que se había enamorado de la arquitectura. Ponti arribó a la escena cultural a principio del siglo XX y, como muchos artistas de su época, pensaba que todas las artes debían formar un conjunto, un todo. Al principio su visión en cuanto a arquitectura era muy tradicional, como se ve en su primera casa que tiene todo el vocabulario clásico, los obeliscos, los frentes frisados. Lo mismo sucede en sus primeros trabajos en cerámica para Richard Ginori. Su inspiración era Palladio, la arquitectura del Renacimiento, el manierismo.

¿Cómo pasó del clasicismo al modernismo? ¿Fue un cambio brutal? No sé si brutal, pero sí muy neto y muy visible. Tenemos casas de espíritu muy clásico, como L'Ange Volant, en Garches, Francia, construida en 1926 y cinco o seis años después en la casa Laporte; estamos frente a algo que no tiene nada que ver con el neoclasicismo, sino que es netamente racionalista con fachadas limpias y techos terrazados como en Le Corbusier. En todo caso, en los años 30 está de lleno en el modernismo con la construcción de las oficinas de la sociedad Montecatini, (donde usó el aluminio, un material ultra moderno entonces), la casa Tipiche, los luminarias para De Angeli y Ferrari, el mobiliario de la casa Giardino… Yo creo que lo que contó mucho es que, como estaba a la cabeza de una revista como Domus, disponía de una plataforma de observación extraordinaria. Fue un hombre en sintonía con su tiempo.

La obra arquitectónica de Ponti se encuentra mayormente en Italia. Básicamente en Milán. Hay pocos arquitectos que hayan transformado una ciudad como él lo hizo con Milán. Pero ya en los años 50 también comenzó a construir fuera de las fronteras italianas. En Francia solo construyó una casa, L'Ange Volant; en Estocolmo, el Instituto de Cultura Italiana; la Casa Planchart, en Caracas; el Museo de Arte de Denver; el Museo Bijenkorf en Eindhoven; la Villa Nemazee en Teherán…

Construyó mucho durante los años 40, sin embargo, su estilo no corresponde para nada con la estética fascista. En realidad durante ese período, a excepción de la escuela de Matemática de Roma y el Palazzo del Bo de la Universidad de Padua, algunos de cuyos frescos pintó él mismo, no construyó otros edificios oficiales. En cambio, sí muchos edificios particulares de viviendas. Cabe destacar que, en una época en que todo estaba impregnado por la ideología, Ponti no lo estaba en absoluto. Él era un espíritu libre. Los impulsores de su creatividad eran la vida, la luz, la alegría, la poesía. Es por ello que sus diseños y proyectos siguen siendo humanos y universales.

A diferencia de muchos arquitectos, él amaba los objetos. Para él la presencia de los objetos contaba enormemente. Por eso, podía incluir en la decoración un estante poco funcional en el que solo cabía una cerámica o un portacuadros portátil para llevar un cuadro favorito de un lado al otro de la casa. Él amaba profundamente los objetos y es por eso que los objetos que diseñó siguen siendo muy buscados por los coleccionistas, ya se trate de sus cerámicas para Laveno, sus luminarias para Fontana Arte, sus arañas de cristal para Venini, o la platería para Christofle, entre otros.

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Según usted, ¿en qué área se destaca particularmente? No podría destacar un área. Lo que yo creo que hace la calidad de Ponti es su eclecticismo, su gusto por la experimentación y por el artesanado. Cuando concebía un interior no dejaba nada libre al azar. Por ejemplo, cuando hizo el Parco dei Principi en Sorrento, primer hotel de diseño en Italia, diseñó personalmente los azulejos, más de una treintena de motivos diferentes. Podía hacerlo todo en una multitud de dominios diferentes, es inclasificable.

La revista Domus, que él fundó en 1928, sigue siendo muy influyente. Domus  fue y sigue siendo una de las publicaciones consagradas al diseño y la arquitectura más importantes del mundo. El objetivo de Ponti no era el de imponer su gusto personal sino que el público pudiera descubrir, sin filtro, la producción arquitectónica y de diseño del mundo entero. Dicho esto, evidentemente a través de ella también difundía textos y sus obras. Para él fue un maravilloso útil de comunicación.

¿Cómo era él a nivel humano? Pienso que era un hombre muy generoso y abierto. Lo vemos a través de las cartas que escribía, en su manera de dar la bienvenida a colegas, ya sea arquitectos o diseñadores. En cuanto a su núcleo familiar, su hija Lisa contaba que estaba siempre totalmente absorto en su trabajo y recuerda que una vez debía ir a buscar a sus hijas a la escuela pero no las encontró porque había ido a la escuela equivocada, la de su infancia…

Finalmente, Ponti: ¿arquitecto o artista? Ambos, obviamente. Además, al igual que Leonardo da Vinci, se interesaba igualmente en los problemas técnicos, filosóficos y estéticos. Toda su vida se dedicó a establecer corredores entre la arquitectura, el amueblamiento y las obras de arte, pues para él, el arte era un elemento esencial del paisaje doméstico.

Por algo dijo "el material más resistente en un edificio no es la madera, ni la piedra, ni el acero ni el vidrio: es el arte". Exactamente. madparis.fr