He dictado clases de sustentabilidad o acondicionamiento ambiental tanto en escuelas de arquitectura como en diseño (de interiores). En ambas los estudiantes están muy interesados en aprender desde sus carreras respectivas cómo bajar los consumos energéticos y las correspondientes afectaciones al medioambiente. En las dos disciplinas trato los temas de temperatura, luz natural, ventilación, algo de acústica. Lo más complejo es cómo traspasar estas ondas invisibles (la temperatura, el sonido y la ventilación no se ven y la luz solo cuando es recibida por un cuerpo) a una planimetría. Cómo proyectar apropiadamente con elementos invisibles es la pregunta. Si la respuesta está mal resuelta se sufrirán los errores ambientales en los espacios ideados.

Todo esto se realiza mediante clases expositivas, definiciones, rangos de tolerancia ideales, entre varios otros aspectos. Para hacer 'visibles' estas ondas se hacen inicialmente estudios de la propia vivienda (identificando y explicando por qué hay áreas interiores gratas y/o ingratas, en cuanto a luz, calor, ventilación y ruidos), más ciertos modelos abstractos de pruebas bajo modalidad de concursos. Por ejemplo, cuál junta más temperatura, cuál cambia de color con la luz, cuál absorbe sonido o hace pasar el aire por un cubo. Siempre recordando que el fin último de estas disciplinas es dejar los ambientes gratos y así evitar o reducir el gasto energético, contribuyendo a la sustentabilidad en general.

Comúnmente los estudiantes de arquitectura ven el tema desde afuera y los de diseño desde el interior, y en los años que llevo en docencia he notado que no coinciden: muchas veces hasta se contradicen. Normalmente las carreras se imparten muy separadas, con pautas propias de lo que es la sustentabilidad. Y si bien ambas realizan interesantes y atractivos aportes formales por separado, si se juntan dejan de serlo y pasan a algo bastante inapropiado para el mundo real o para el usuario final.

Dentro de los típicos casos vistos: pisos y cortinas interiores oscuros para un edificio acristalado exteriormente; pisos de baja inercia térmica en lugares calurosos o aislantes (madera o alfombras) sobre losas radiantes; salidas directas de aire acondicionado sobre algún escritorio; aumento del ruido interior debido a aleros que hacen entrar los sonidos exteriores; reflejos y/o encandilamientos interiores por una cortina tipo veneciana interior mal colocada; entre muchas otras.

Casi se podría afirmar que falta una disciplina justo en el medio: alguien que enseñe cómo resolver la fina línea que separa lo exterior de lo interior. En el fondo, hacer una envolvente (muros y ventanas) que funcione bien tanto para afuera como para adentro, estéticamente bien resuelta e idealmente a un costo razonable.

Ilustración @kmilkoffice