Fundada en 1929 en París por el arquitecto Robert Mallet-Stevens, la UAM (Union des Artistes Modernes) reunió a todos los grandes creadores franceses de avanzada en el ámbito de las artes decorativas de su época. El Centro Pompidou les rinde homenaje con "UAM, una aventura moderna", exposición que pone en escena sus cincuenta años de heterogénea creación, a través de setecientas ochenta piezas que incluyen pinturas, esculturas, muebles, maquetas, cerámicas, afiches, vajilla, telas, fotos, joyas, encuadernaciones y hasta un auto de carrera.
Esta exposición, la más grande retrospectiva ofrecida a este movimiento modernista, exigió años de preparación. "El origen del proyecto se remonta a unos veinte años –nos explica Anne Marie Zuccheli, una de los tres curadores de la muestra–, puesto que el servicio de arquitectura del Pompidou ha estado haciendo las adquisiciones pertinentes desde entonces con la idea de exhibirlas un día. Pero concretamente, trabajamos de una manera más asidua desde hace cuatro años buscando la documentación necesaria y juntando las obras que nos permitieran contar esta historia".
La historia es por cierto apasionante –la concentración de tantos artistas de primera línea en un movimiento no es habitual– aun si en su momento no obtuvo el reconocimiento que le otorgarían las décadas subsiguientes.
La decisión de agruparse oficialmente bajo la UAM fue la respuesta a la crisis provocada por las autoridades del tradicional Salón de Decoradores de 1929, que había dispuesto para los artistas 'modernos' un espacio inadaptado e insuficiente. Irritados por el desaire, estos decidieron organizar una estructura colectiva e independiente para organizar sus propios eventos y exhibir su trabajo. "Era un grupo de hombres y mujeres, colegas, amigos y cómplices, que compartían la voluntad de cambiar totalmente el hábitat y la forma de vida de la familia media y de romper con los valores estéticos y filosóficos del art deco imperante en la época, adhiriendo a una estética sobria y despojada, empleando materiales industriales como vidrio, metal y acero", explica Olivier Cinqualbre, otro de los curadores.
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Unión sagrada
Los miembros de la Unión –que llegaron a ser doscientos cincuenta con extranjeros e invitados– cubrían la totalidad de las profesiones artísticas del ámbito decorativo. Algunos ejemplos: arquitectura y urbanismo (Le Corbusier, Robert Mallet-Stevens, Jean Prouvé), pintura (Jean Lurçat, Fernand Léger y Robert Delaunay), telas y textiles (Sonia Delaunay, Hélène Henry), diseñadores de muebles (Pierre Chareau, Eileen Gray, Charlotte Perriand), afichistas (Cassandre), vitrales (Louis Barillet), decoración (René Herbst, Francis Jourdain), así como tapiceros, vidrieros, ceramistas, escultores, grafistas, orfebres…
Hoy en día algunos miembros son muy conocidos por el gran público como Fernand Léger, Robert Mallet-Stevens o Le Corbusier, otros lo son menos, aun si sus diseños han sido emulados, copiados y asimilados a nuestra vida cotidiana. El objetivo de la muestra es hacer conocer su obra en el contexto creativo de la Unión, donde las telas de Sonia Delaunay se codean con los bocetos de Le Corbusier, el sillón Transat de Eileen Gray, la vajilla de Jean-Emile Puiforcat o la pintura de Fernand Léger. Sorpresivamente surgen piezas de artistas cuya pertenencia a este movimiento colectivo suele ignorarse, como Joan Miró, Alexander Calder o el fotógrafo Man Ray.
Entre 1930 y 1933 la UAM exhibió su trabajo a través de exposiciones anuales en las que se recalcaba la ausencia de una jerarquía entre las artes, en las que muebles, telas, iluminación y arquitectura se enlazaban de manera natural e inextricable. Para esos artistas el hogar era un sitio de experimentación –Francis Jourdain propone sus 'muebles intercambiables'; Pierre Chareau, su escritorio en acero; Le Corbusier, su célebre sillón Grand Confort–, usando por primera vez materiales como acero, vidrio, cuero, caucho, aluminio o celuloide en la esfera de la decoración de interior.
Pero los artistas de la UAM, muy a la vanguardia respecto a la sensibilidad de su época, no eran siempre comprendidos, y fueron objeto de acérrimas críticas. Paul Iribe, célebre decorador e ilustrador, decía entonces que el modernismo era "un movimiento venido del extranjero que se propaga y amenaza con destruir todo lo que hizo la reputación de nuestro arte decorativo".
"En 1934, para defender sus convicciones y contrarrestar las repetidas acusaciones de sus detractores, publican un manifiesto titulado "Por el arte moderno, marco de la vida contemporánea", en el que responden a sus opositores y se dirigen al público, a menudo desconcertado por la modernidad radical de sus creaciones", explica Zucchelli.
El manifiesto reivindica las relaciones del arte y el diseño con la industria y las técnicas modernas: "Junto al tradicional dúo madera y piedra, que nunca ignoramos, intentamos constituir un cuarteto: cemento, vidrio, metal y electricidad", anuncia.
Así, Pierre Chareau imagina su Casa de Vidrio, con sus muros en ladrillo de vidrio; Jean Prouvé diseña mesas y sillas en acero; Robert Mallet-Stevens emplea el betón armado para las célebres villas del modisto Paul Poiret y de Charles de Noailles. "Mallet-Stevens pone en práctica su colectivismo, pues invita a colegas y amigos como Jean Prouvé, Djo Bourgeois, Eileen Gray, Francois Jourdain y Pierre Legrain a participar en la realización de la Villa Noailles, delegando en ellos el diseño interior de las piezas y de los muebles", señala Cinqualabre.
Sin embargo, a pesar de su desbordante actividad y creatividad, la UAM es menos conocida internacionalmente que el Bauhaus liderado por Walter Gropius o el movimiento De Stiejl, inspirado por Piet Mondrian. Los curadores coinciden en que parte de la responsabilidad recae sobre el Museo de Arte Moderno de Nueva York, plataforma de promoción ineludible, que nunca lo tuvo en cuenta. "El MoMA consagró grandes exposiciones al Bauhaus y a De Stijl pero nunca a la UAM. Para Alfred Barr, su director entre 1929 y 1943, Francia se resumía al cubismo, a Picasso y consideraba el art deco como su movimiento más representativo, justamente cuando los artistas de la UAM rechazaban ese art deco por elitista y superficial", explican.
Los años difíciles
En 1933, en plena crisis económica, la UAM ya no disponía de los medios para financiar sus propios salones. Participa entonces como invitada en el Salón de la Luz, el Salón de Otoño en 1934 y 1936, en la Exposición Internacional de Bruselas, en 1935, y en la gran Exposición Internacional de 1937 de París, en un pabellón diseñado por tres arquitectos del movimiento (Pingusson, Jourdan y Louis). Pero además de un mobiliario escolar y una escuela en la ciudad de Suresnes los pedidos por parte del Estado no llegan y el principio de "lo bello y accesible para todos" sigue siendo una utopía. Sus miembros, en contradicción con sus principios socialistas, viven gracias a los encargos privados de una élite, ya sea las residencias de millonarios como el Aga Khan y el vizconde de Noailles o el diseño de oficinas y de camarotes de embarcaciones de lujo.
La Segunda Guerra interrumpe sus actividades, pero su fin, en 1945, coincide con la muerte de Robert Mallet-Stevens y la UAM no logra retomar el ímpetu de su actividad anterior. En el clima de reconstrucción reinante en Europa la habitación de urgencia es el centro de todas las preocupaciones. La muestra presenta una casa prefabricada diseñada por Jean Prouvé.
En 1949 el arquitecto Georges-Henri Pingusson publica el segundo manifiesto de la UAM, que marca una nueva etapa de sus actividades, más orientada hacia los objetos de la vida doméstica, de "líneas puras, sobrias, afinadas", producidos en serie con materiales modernos así como muebles adaptables a todos los ambientes. "Un útil bello es un útil eficaz", afirma el manifiesto.
Formas útiles
Los años 50, con la revolución de la vida doméstica, es el período de auge del Salón de las Artes Domésticas, que presenta las novedades en esta área y atrae una enorme cantidad de visitantes. En esta dinámica, el nuevo presidente de la UAM, René Herbst, junto con Charlotte Perriand y André Herman crean la asociación "Formas Útiles", que propone un equipamiento moderno de los hogares que facilita las tareas cotidianas de la mujer y la organización del hábitat. En 1950 tiene lugar la exposición "Formas útiles, objetos de nuestro tiempo" en el Museo de Artes Decorativas de París. Ese mismo año la asociación se independiza de la UAM, y a partir de entonces organiza cada año (hasta 1981) una muestra integrada al Salón de Artes Domésticas, donde presenta objetos útiles y cotidianos –desde cacerolas a televisores– bajo una perspectiva industrial y comercial, siempre según el principio inalterable de la forma al servicio de la función.
Pero la UAM ya no mantiene el espíritu federador que era su esencia. "En el seno de la UAM es un poco la desbandada, porque los creadores en las áreas no susceptibles a la producción industrial –pintores, escultores, arquitectos, orfebres, etc.– no se encuentran representados y algunos de ellos se vuelcan a otros grupos y asociaciones", explica Anne Marie Zucchelli. En 1958 tiene lugar la ultima asamblea general de la UAM, a fin de votar su disolución, en la que por falta de quórum se decide dejarla solamente "en suspenso", "para gran pesar de su presidente, René Herbst, quien diría que el movimiento hubiera merecido una bella muerte", señala la curadora.
La UAM sobrevivió de otra manera. Con la entrada en la era del consumo doméstico, del confort y del desarrollo industrial, sus principios penetraron definitivamente en la vida diaria, parte integrante del 'design' francés. La exposición del Centro Pompidou es testimonio de la fuerza y la continua influencia de esta gran epopeya de la modernidad.